La oriolana Adelaida Plaza Gómez se convierte en voluntaria de Cruz Roja en 2007. Vuelve a ese momento para recordar cómo, en realidad, es la solidaridad de la organización humanitaria «más importante del mundo» quien la elige; «estaba en una etapa de cambio, disponía de tiempo y, aunque desconocía en profundidad la labor de Cruz Roja, acepté». En unos meses, Adelaida, matrona de profesión, tras ampliar sus conocimientos, se convierte «en presidenta de Cruz Roja de Guardamar del Segura» y se «engancha». Ocupa ese cargo hasta 2023, «desde entonces ejerzo como vicepresidenta y presto apoyo a la presidenta, Sagrario Salcedo». Entre 2014 y 2018 es miembro del Comité Nacional de Cruz Roja en las secciones de Cooperación internacional y Medio ambiente. También es delegada provincial y autonómica del Área de Salud de Cruz Roja. Este camino conduce a esta mujer solidaria y comprometida con su entorno en todas las facetas de su vida, a ser la segunda alicantina en formar parte de la Unidad de Respuesta ante Emergencias (ERU) de Cruz Roja, atendida por solo 12 países de los 196 que componen «este macromundo» bienhechor y capaz de dar cobertura eficaz y autónoma en 48 horas. Para Adelaida, enfundarse «en el chaleco rojo que nos identifica a los más de 97 millones de miembros de Cruz Roja que hay en el mundo es incorporar un chip de ‘Ayuda’; no piensas en nada más, sólo en socorrer». En su caso, y como especialista, forma parte de las ERU Clínica de Emergencia y Agua y Saneamiento, ha asistido a dos emergencias durante 2015 y 2016 en Grecia: «Llegaban asustados, mojados, los niños enfermos, y las madres, a pesar de estar malísimas, solo querían que atendiéramos a sus hijos; a veces ni sabían que pisaban tierra griega; nos abrazaban llorando, nos obsequiaban con galletas mojadas que llevaban en los bolsillos».
Termina Enfermería en la Universidad Autónoma de Barcelona y en 1980, con 21 años, nace su primera hija, en Alicante. «La maternidad me cambió por completo; nació también mi segunda hija, y volví a Cataluña, con ellas chiquitas, para estudiar la especialidad de matrona, rama «muy vocacional, muy de alma, tocas la vida y la muerte muy de cerca». Deja la Enfermería intensiva para volver a su tierra, donde da a luz a su tercer hijo. Su primer trabajo como matrona de Atención Primaria es en Benejúzar, después Bigastro y en la actualidad, Almoradí; tiene en su haber «más de 10.000 nacimientos, a los que previamente acompaña durante el embarazo y después, en el posparto». Piensa esta mujer vitalista que «una buena matrona puede cambiar la sociedad —muchas familias juntas—porque trabajas con familias jóvenes». También los buenos matrones —en la provincia alicantina son un 2/3 % de las 210 matronas existentes— lo hacen, tienen «una sensibilidad especial y son muy queridos por las mujeres a quienes atienden». Uno de sus anhelos es seguir trabajando, «no quiero jubilarme, mi trabajo me aporta mucho, me siento muy querida y respetada; además, solo trato con salud, no con enfermedad y siempre acaban muy bien los procesos que atiendo».
La huerta de la vecina Orihuela vio nacer a Adelaida; su familia, «muy vinculada a la agricultura y la exportación de fruta, sufrió una crisis económica y emigraron a Francia; esa vivencia: abandonar mi casa, mi colegio, mis compañeras, dejarlo todo, me facilitó tener una mirada más empática hacia las necesidades de los demás. Además de fortaleza, voluntad, confianza y tesón, aprendí de mis padres, Jesús y Adelaida, a ser resiliente, a saber que, aunque caigas, siempre puedes levantarte. Con mis hermanos, Miguel Ángel y Jesús, ayudábamos en casa, con 14 años yo ya trabajaba; en esas jornadas duras pensaba que un día sería enfermera». Estos valores, explica Adelaida, «me los llevo a mi día a día, a mi vida, a mi profesión, al voluntariado, a todo». Para esta mujer, Medalla de Plata de Cruz Roja, «los voluntarios somos esa parte amable de la sociedad que hace también lo que toca hacer al resto, que no sabe, no quiere o no puede». Recuerda con sonrisa agradecida a ginecólogos y matronas del hospital Vall d’Hebron, donde realizó su formación como matrona, y a sus maestras de Primaria, las señoritas Esperanza y Águeda y, sobre todo, es un referente para Adelaida la física y química, dos veces premio Nobel, Marie Curie, «la vida de esa mujer me fascina».
El lugar que elige Adelaida para nuestra conversación es la flamante nueva sede de Cruz Roja en Guardamar del Segura, «necesitábamos espacio para toda la actividad que desarrollamos». Lo primero que destaca Adelaida es una peculiaridad, única en España, en San Fulgencio, «donde viven más de 5.000 ingleses desde los años 80; de hijos y otras personas que hablan inglés se ha creado una red de casi una quincena de voluntarios, formados en Cruz Roja, que atienden a estas personas, muchas solas y con necesidad de atención». Tenemos 95 personas contratadas durante el verano; cubrimos como socorristas la playa de Guardamar —con más de 60.000 personas en esas fechas—; Rojales; y a 120 personas refugiadas, demandantes de asilo, a quienes prestamos atención inicial». Por definición, explica Plaza, «el 4 % de la población de la provincia alicantina tiene vinculación con Cruz Roja, como socios, donantes, voluntarios o personal laboral»; así trabaja desde hace 160 años cuando se fundó el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja; a la provincia de Alicante llegó diez años más tarde; se atienden 118.600 personas en la provincia, gracias a 9.300 voluntarios, 55.100 personas y empresas socias y 92 delegaciones y puntos de presencia, cuyas asambleas locales aportan el 1 % de sus gastos para cooperación internacional.
Adelaida, mujer creativa, siempre busca nuevos caminos para la «atención integral que brinda a las mujeres que tienen hijos, que también aplica como voluntaria». Tiene cuatro nietos, para quienes, junto a sus hijos y ella misma, pide «salud, alegría e ilusión»; para su profesión, «más reconocimiento social y más estudiantes porque el reemplazo es insuficiente; y para su voluntariado, «que haya más jóvenes implicados, que todos necesitamos el apoyo de otros, que la sociedad sea más horizontal y que se fomente la cultura de la mirada hacia los demás».