Poco menos de una semana después del intento de atentado, Donald Trump cerró este jueves la convención republicana. Asumió la nominación del partido como candidato a la Casa Blanca con apelaciones constantes a la unidad. Eso sí, en torno a su persona. El expresidente aseguró que “la discordia y la división” que prevalecen en la sociedad americana “deben ser curadas”. “Estemos unidos por una misma suerte y un destino compartido. Nos levantamos juntos. O nos desmoronamos”, indicó el magnate, que precisó que se presentaba a las elecciones no para ser el presidente de la mitad del país, sino de “todo Estados Unidos” porque no existe victoria en “ganar” para el 50% de los norteamericanos.

Pese a clamar por la unidad y la conciliación entre estadounidenses, el expresidente trufó de bulos e hipérboles su discurso para regresar a los ataques a los demócratas. Sólo durante el primer cuarto de hora de su intervención rebajó su tono habitual. Sanar heridas, al menos en ese escueto periodo de tiempo, era la prioridad de un Trump que contó cómo vivió el intento de asesinato. El republicano ya avisó que relajaría su mensaje tras el atentado del pasado sábado. Promesa cumplida. O al menos, a medias.

Así fue, al menos al principio. El Fiserv Forum de Milwaukee estalló con la aparición de Trump en escena, que quebraba sus discursos incendiarios con reiteradas apelaciones al sosiego. “Me presento ante ustedes esta noche con un mensaje de confianza, fuerza y esperanza. Dentro de cuatro meses, obtendremos una victoria increíble y comenzaremos los cuatro mejores de la historia de nuestro país. Juntos, iniciaremos una nueva era de seguridad, prosperidad y libertad para los ciudadanos de toda raza, religión, color y credo”, comenzó, antes de revelar cómo se sintió tras el atentado fallido.

De la unidad…

Trump arrancó con una proclama de gratitud al pueblo estadounidense por su “efusión de amor propio y apoyo” desde el pasado sábado. El expresidente subió al escenario con un casco y una chaqueta de bombero que perteneció a uno de los fallecidos durante el atentado, Corey Comperatore. Rindió homenaje a la víctima acercándose a su traje y besando su casco, antes de pedir unos minutos de silencio en su memoria.

“Como saben, la bala del asesino estuvo a un cuarto de pulgada de quitarme la vida. Mucha gente me preguntó qué pasó y, por lo tanto, les contaré lo que pasó y nunca lo oirán de mí una segunda vez porque es demasiado doloroso contarlo”, continuó el magnate, antes de precisar los detalles del ataque y cómo vivió aquellos momentos de angustia. Un gesto programado, como el de girarse para mirar un gráfico sobre inmigración ilegal le salvó la vida. Entonces, algo le golpeó “muy, muy duro” en la oreja derecha. “Había sangre por todas partes y, sin embargo, en cierto modo me sentía muy seguro porque tenía a Dios de mi lado”, relató, mientras recordaba cómo “volaban las balas” mientras intentaba mantener la compostura antes de recomponerse para, puño en alza, gritar “lucha, lucha, lucha”. “Estoy ante ustedes en esta arena sólo por la gracia de Dios todopoderoso”, remachó.

Los asistentes corearon la proclama que lanzó Trump tras levantarse del suelo, flanqueado por el destacamento del Servicio Secreto. Su supervivencia le proyecta ante los suyos como un “héroe” e incluso un “león”. Pero no quiso abundar más en la materia y, a modo transición, advertía de que nada les detendrá para pasar a otro asunto. “Nunca dejaré de luchar por vosotros y por nuestro magnífico país”, espetó. Insistió en el mensaje de “unidad” que ha transmitido desde el sábado, pero esta vez para que la Justicia retire las acusaciones penales contra él en lo que él ha catalogado como una “caza de brujas”.

…a la América apocalíptica

Pese a evitar la confrontación con el tándem Biden-Harris, Trump regresaría a la carga pasado el primer tramo del discurso. Los demócratas anticiparon que Trump apelaría a la idea de unidad para presentarse ahora como un potencial presidente unificador y pacificador: “Si pretendes defender la unidad, debes hacer algo más que pronunciar la palabra. No se puede afirmar que se defiende la unidad si se impulsa un programa que priva a grupos enteros de estadounidenses de libertades, oportunidades y dignidad”, aseguró la vicepresidenta, Kamala Harris, en un acto de campaña el jueves en Carolina del Norte.

Aun con todo, Trump sólo pronunció el nombre de Joe Biden en una ocasión, para asegurar que ninguno de los “diez peores presidentes de la historia” del país hubiera hecho el “daño que si ha hecho” el por ahora candidato demócrata. Por su parte, a Harris ni siquiera la citó expresamente, limitándose a reprobar su “incompetente liderazgo” que ha convertido a Estados Unidos en un “país en decadencia”. En cambio, sí aludió explícitamente a la que fuera presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a la que llamó “loca”.

Aquí emergió el Trump de siempre; el que trufa sus intervenciones de bulos y exageraciones para dibujar un Estados Unidos distópico, al borde del colapso. Más allá de esto, sacó el catálogo de sus habituales promesas; desde loas a los combustibles fósiles, relajaciones impositivas, aranceles a la importación y el clásico compromiso de cerrar la frontera a la inmigración ilegal. No dedicó ni una palabra al asalto al Capitolio, pero sí al bulo de que le robaron las elecciones en 2020.

Trump recurrió a su libro de recetas apocalíptico, señalando que Estados Unidos sufre una “invasión” de inmigrantes ilegales que “proceden de prisiones y cárceles, de instituciones mentales y manicomios, y con terroristas a niveles nunca vistos”, a quienes ha presentado como caníbales y los ha vinculado a la delincuencia. También aireó la amenaza de que el planeta está al borde de vivir una tercera guerra mundial y clausuró su nominación con su clásica consigna: “Vamos a hacer que Estados Unidos sea grande de nuevo”.

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