Hasta que surgió la primera publicación periódica de contenido erótico, con Francisco Franco todavía vivo, la única forma que tenían los españoles de ver una revista o cómic con desnudos integrales era viajando a otro país para adquirirla allí. Tras la muerte del dictador, el sexo se convirtió en el tema preferido de muchos y los quioscos patrios se llenaron de publicaciones dispuestas a empezar a mostrar todo aquello que durante décadas había estado prohibido. Una de las más icónicas fue seguramente Party, que apareció en abril de 1977 y está considerada la primera revista abiertamente gay en España. Como bien apuntó la periodista Valeria Vegas en su libro Libérate, camuflada bajo el subtítulo de ‘la revista del espectáculo’, Party traía cada semana en portada a una actriz del momento “que servía de tapadera para dar rienda suelta en su interior a reportajes en los que posaban hombres desnudos, sección de contactos incluida. Lo más característico de la revista es que los posados masculinos no eran solo de modelos que deseaban abrirse camino en la industria, sino también de actores y cantantes reconocidos que posaban sin pudor, de manera sexy y atrevida, como nunca antes se había visto, aunque cubriesen sus genitales”.
La historia de Party comienza en realidad con otra publicación semanal, Papillón, que también era editada por Ediciones Amaika. Desde el principio, esta revista acostumbró a combinar el ‘destape’ femenino con los reportajes gráficos de hombres más o menos ligeros de ropa. “La publicación de unas fotos atrevidas del actor Vicente Parra provocó el cierre de Papillón”, recuerda a este periódico el investigador audiovisual y documentalista cinematográfico Juan Sánchez. “Hay que tener en cuenta que Vicente Parra era para los españoles ‘el rey Alfonso XII’ [al que encarnó en el cine] y resultaba un poco chocante ver a un rey en una actitud tan descocada. Aun así, Papillón volvió a los quioscos, insistiendo con fotos en esa línea, y Party la siguió. O sea, trataban de conseguir que algunos personajes más o menos populares aparecieran en sus páginas desnudos o ligeros de ropa. Con las mujeres hubo menos sorpresas, la competencia con Interviú y otras publicaciones era fuerte, pero los chicos sí que dieron algunas alegrías a los lectores”
Actores como Juan Ribó, David Rocha, Bernard Seray, Manuel Sierra y Pedro Mari Sánchez desfilaron por las páginas de Party con el objetivo de promocionarse u ofrecer una imagen de modernidad. Entonces no era nada habitual que un artista escogiera un medio de comunicación para salir públicamente del armario. Es más, casi ningún personaje público se atrevía a normalizar la homosexualidad en entrevistas en los años de la transición, una época en la que gais, lesbianas y trans padecían aún persecución por su orientación sexual o identidad de género. Por no hablar del clima de homofobia social y violencia reaccionaria que afrontaba entonces el país. Clima que, por cierto, llevó a que la revista sufriera un boicot por parte de la empresa distribuidora, o a que Ediciones Amaika fuese víctima de un atentado que provocó la muerte del conserje del edificio y causó importantes destrozos en sus instalaciones. “Una organización ultraderechista se lo atribuyó, pero la justicia no consideró el ataque como un acto terrorista”, apunta Sánchez. “La revista denunciaba en sus páginas las amenazas que el equipo recibía por el carácter de la publicación, pero es posible que, aun así, Party molestara menos que otras que ridiculizaban los símbolos del franquismo, su ideología y lo que esta representaba. Eran publicaciones que iban muy en contra del sistema a nivel político. Party estaba más centrada en una minoría, y con su tono frívolo podía pasar un poco desapercibida”.
La revista dejó de editarse en el año 1985. Hasta ese momento, promocionó con orgullo cabarets, discotecas y espectáculos de ambiente, dio un buen repaso a los lugares de la geografía española en los que se podía ligar, e informó sobre rodajes de películas españolas que, por el hecho de abordar temas controvertidos, solían ser ignoradas en publicaciones cinematográficas serias. Contó incluso con secciones curiosas como El travesti de la semana, donde, con más morbo y sensacionalismo que empatía, se brindó espacio a personajes estrafalarios, travestis anónimos y artistas trans como la vedette Yeda Brown. Incluso había un consultorio sexual destinado exclusivamente al colectivo donde el propio director de la publicación, bajo el seudónimo de Luis Arconada, daba respuesta a dudas de lo más peregrino.
El activismo también estaba presente en artículos que repasaban la historia del mundo gay, recogían noticias sobre las primeras manifestaciones a favor del Orgullo o informaban sobre los avances en la lucha del colectivo por conseguir cambios en la legislación. “El tratamiento general de la revista daba una imagen algo frívola y ligera, y había un humor un poco grueso que quedó desfasado. Aun así, no se puede negar que Party fue la revista pionera y que, junto a otras de menor duración como Amigos o Pierrot, funcionó como el trampolín desde el que saltaron otras publicaciones posteriores como Shangay y Zero, que tenían un planteamiento más acorde con lo que se vivía en España en ese momento”, opina Sánchez, que en 2017 unió fuerzas con Valeria Vegas para poner en pie un libro-homenaje a la revista, Antología Party, del que solo se imprimieron doscientos ejemplares.
Ahora, tanto los lectores nostálgicos como las generaciones más jóvenes podrán disfrutar de Nuevo Party, un número único de revista en homenaje al desaparecido magacín, realizado por los artistas Caín Q. y Carlos Valdivia. Además de recrear varias de sus secciones más míticas, la publicación incluye textos que hablan de asuntos como la relación entre el colectivo homosexual y las folclóricas, el homoeroetismo en el cine de Eloy De la Iglesia, o la historia del VIH/sida en España. “Coque y yo lo hemos hecho porque nos gustaba la revista y queríamos hacer el trabajo de pensar cómo sería una revista así en nuestros tiempos”, apunta Valdivia. “El nuestro es un homenaje tanto a la revista como al colectivo homosexual de los 70 y los 80 en España. En aquellos años, esta revista sirvió para forjar una comunidad a través de todo el país, con secciones de Contactos en los que la gente buscaba relaciones de amistad, sexuales o románticas con gente de su zona. Hoy en día tenemos Grindr, que nos ofrece perfiles a pocos metros de nuestra casa. La utilidad de la revista es diferente en la actualidad, por lo que hemos optado por hacer algo más estético que significativo, aunque en ella se entremezclan ambos factores”.