¿Qué espera de este Tour?

El Tour es una carrera tan intensa, donde pueden ocurrir tantas y tantas cosas durante 21 días, que lo único que deseo es que se cumpla una ronda francesa parecida a la del año pasado. Quiero cumplir con la propuesta de mi equipo, que apuesta porque quede entre los 10 primeros de la general y, de paso, aspirar a mis ambiciones personales para ganar una etapa como el año pasado.

Sin embargo, Pello Bilbao no es un ciclista desconocido y ahora, si lo ven en una fuga, pensarán que puede ganar la etapa y lo tendrá más difícil que en 2023.

Está claro que cada vez me siento más vigilado y después de una victoria la siguiente es mucho más complicada. Ahora ya no tengo a mi favor el factor sorpresa por lo que hay que gestionar cualquier fuga mucho mejor estratégicamente.

A usted le ha ocurrido lo mismo que le sucedió a Purito Rodríguez, con la veteranía (ahora tiene 34 años) va creciendo como ciclista.

Lo que ocurre es que he ido aprendiendo el oficio. Cada año mi ambición me lleva a mejorar como corredor. Ahora ya sé cuáles son mis puntos débiles y cómo dar un paso adelante sabiendo dónde está mi límite. Por eso quiero continuar así, aunque soy consciente de que habrá un final como corredor. Por ahora pienso que el año 2026 podría suponer un punto importante en mi carrera. Entonces habré cumplido 36 años después de 16 temporadas como ciclista profesional. Finalizo contrato con el Bahrain, mi equipo, y quizá ya me plantee la retirada. Desde que soy padre le doy más vueltas a este asunto.

Hablando de la paternidad, ¿cuándo se tiene una hija se aprieta más el freno?

Creo que cuando eres padre frenas mucho más en una bajada y también porque eres un poco más viejo e intuyes el peligro. De todas formas, en carrera se producen muchas situaciones con accidentes graves. Esto muchas veces es inevitable, aunque también es verdad que hay momentos en los que asumimos y tomamos demasiados riesgos.

Usted fue testigo de la grave caída de la Itzulia con Vingegaard, Roglic y Evenepoel entre los afectados.

Hay varios factores para tener en cuenta en este tipo de accidentes, aunque está claro que la tensión en el pelotón está aumentando últimamente porque cada vez el grupo es más homogéneo. Hace pocos años, en cualquier equipo y en una carrera como el Tour, se llevaba a un par de corredores con la única misión de subir bidones desde el coche. Ahora ya no sucede. Hay seis ciclistas que todos conocemos que marcan la diferencia con el resto, pero luego todo está más igualado. Ahora ya no se va al Tour con ciclistas para subir bidones, sino que se exprime a los ocho seleccionados para que estén en los momentos claves delante y no hay espacio para 176 corredores. Por eso, los directores tienen que asumir que no sólo vale marcar antes de la etapa las zonas de peligro sino gestionar mejor estas situaciones, porque no puede haber 22 directores enviando el mismo mensaje de estar delante a sus corredores.

Volviendo al Tour. ¿Qué tiene esta carrera que la diferencia de las demás?

Prestigio… y la historia detrás de la que no gozan otras pruebas. Por eso, el Tour es especial y la más deseada por todo el mundo.

¿Será otra vez un duelo entre Pogacar y Vingegaard? ¿Roglic y Evenepoel también pueden aspirar al triunfo?

Estoy convencido que Pogacar ha progresado muchísimo con respecto al año pasado y por eso es el máximo favorito a la victoria. Está a un nivel superior a 2023 cuando llegó al Tour después de la fractura que se produjo en la Lieja-Bastoña-Lieja y por esta situación la carrera no le fue perfecta. Ahora ha utilizado el Giro que ha ganado como la preparación idónea. Los números que se escuchan, sobre su rendimiento en Italia, son impresionantes.

Mikel Landa, al que usted bien conoce, explicó en la Volta, donde fue segundo detrás de Pogacar, que intentar seguirlo era un suicidio ciclista.

Estoy totalmente de acuerdo con él. Al final sabemos que el resto de los mortales no podemos llegar a mover los números de Pogacar. De hecho, son matemáticas. Sólo te puedes plantear seguirlo si sabes que ataca en un repecho y luego llega un tramo más fácil. ¿En una subida? No tiene ningún sentido internarlo.

¿Cuál será la etapa decisiva en este Tour?

Sin ninguna duda la etapa de gravel del 7 de julio será la más decisiva del Tour porque es la típica a la que llegarán 10 favoritos y sólo saldrán tres o cuatro sólidos. Las demás son diferentes a la novena etapa porque son las clásicas del Tour donde se aumenta la dificultad de forma progresiva, como cuando se llegue a las montañas alrededor de Niza, ya en la parte final, con descensos muy técnicos. Por ejemplo, Vingegaard tiene que sufrir mucho más que Pogacar en la etapa de gravel porque Tadej se mueve con más habilidad en este tipo de terreno donde ya ha ganado dos veces la Strade Bianche que se corre con tramos de tierra.

Después del Tour llegan los Juegos y la Vuelta, ¿Se ve en estas carreras?

Los Juegos están aún en el aire, aunque tengo claro que la oportunidad de correrlos sólo se da una vez en la vida. No sé si el circuito olímpico se adapta a mis condiciones. Tengo que acabar de hablar con el seleccionador. La Vuelta, en cambio, está prácticamente descartada.

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