Dos semanas de padecimiento que han culminado con una lenta agonía prácticamente narrada en directo a lo largo de 48 horas en tertulias, titulares, memes, audios de supuestos testigos y hasta una canción que este viernes circulaba de móvil en móvil. Así se puede resumir la crisis que ha sacudido al bipartito de PP y Vox que gobierna en el Ayuntamiento de Elche después de que se acusara al concejal de Recursos Humanos y Deportes, José Navarro, de haber entrado bajo los efectos del alcohol en la parroquia de El Salvador y haber mantenido relaciones sexuales debajo de uno de los pasos de la hermandad a la que pertenecía, algo esto último que él siempre ha negado. Todo para que, al final, el edil del PP acabara cediendo a la presión y dimitiera este mismo viernes, tras dos días en el ojo del huracán, y con Abogados Cristianos amagando con emprender acciones legales por profanación, lo que hubiera supuesto el golpe de gracia para un Ejecutivo con un carácter religioso tan marcado.
Punto de vista cristiano
Una presión que, según indicaban el alcalde, Pablo Ruz, y la portavoz de Vox, Aurora Rodil, ha llegado más de fuera que de dentro. Hasta el punto de que la propia Rodil sentenció durante la comparencia que «nosotros vemos la vida desde un punto de vista cristiano y el perdón basta, pero para la sociedad no». Una presión, la ejercida por el propio Ejecutivo local para forzar la renuncia de José Navarro, que tanto el alcalde como la portavoz de Vox negaron por activa y por pasiva en esa intervención en la que la congoja de Ruz era evidente mientras Rodil mantuvo un gesto serio en todo momento.
Alivio
Eso no quita para que, al final, al igual que ocurrió en la Hermandad de la Flagelación y Gloria, de la que era cofrade el edil ya dimitido, la sensación de alivio fuera el denominador común entre los miembros del bipartito tras su baja. Ya no sólo porque al final era un concejal del equipo de gobierno en el foco, también porque el caso había comenzado a salpicarle al alcalde y a la jefa de filas de Vox, a los que se les empezaba a acusar de «doble moral». Con el matiz de que la otra opción, la de que Ruz le retirara las competencias, nunca fue una alternativa con visos de realidad, por el riesgo de que el bipartito de PP y Vox, que tiene 14 concejales por los 13 de la izquierda, se quedara en minoría a las primeras de cambio.
Lentitud
En cualquier caso, los más coincidían este viernes en lo lento que ha estado el equipo de gobierno a la hora de salir de este aprieto. Consideran que la crisis se podría haber cerrado sin tanto daño colateral, sobre todo para José Navarro, pero también para el Ejecutivo, si el alcalde, aún a riesgo de quedar en minoría, hubiera tomado una medida ejemplar desde el principio o si se hubiera presionado más con la renuncia sin necesidad de esperar tanto. Más cuando, a la sazón, el jueves la portavoz de la junta de gobierno, Inma Mora, no sólo salió para cerrar filas con José Navarro, sino que habló de «rumor» y de «ataque mediático». Una incapacidad para afrontar su primera gran crisis con rapidez para contener los daños aunque, sin embargo, también son muchos los que coinciden en que mejor ahora, a los diez meses de mandato, que a diez meses de las elecciones.
Primera gran crisis
Esa falta de reflejos para salir del brete cuanto antes mejor, sin embargo, no es lo único que ha evidenciado esta primera gran crisis a la que se ha tenido que enfrentar el Ejecutivo local. También ha dado muestras de que la sintonía es total en estos momentos entre los dos socios de gobierno, hasta el punto de llegar a cierta mimetización entre el PP y Vox.
No en vano, nada más salir a la luz la polémica, los focos se pusieron sobre Aurora Rodil y sus compañeros de filas. Más cuando en estos momentos el partido de Abascal está controlado por el sector ultracatólico, después de que la línea más liberal, representada por Javier Ortega Smith e Iván Espinosa de los Monteros, cayera en desgracia. Se esperaba que Vox montara en cólera. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Madrid no sólo se mantuvo al margen, sino qrue dio la orden de que la única voz autorizada para hablar de este caso era la del partido en Elche. Tanto es así que algún comentario de aquellos voxistas que pedían mano dura contra lo ocurrido con José Navarro fue acallado ipso facto.
Firme
Con estos puntos de partida, Rodil se mantuvo firme desde el primer momento y sostuvo que «somos católicos y no hablamos de la vida de los demás». Dejaba claro de este modo que el cierre de filas con sus socios del PP y con el alcalde era total y absoluto.
Un cierre de filas que se escenificó también este mismo viernes, cuando acompañó a Pablo Ruz en la comparecencia en la que debía anunciar la dimisión. Por su presencia en sí en una situación bastante incómoda, y por sus palabras: de las loas a la gestión de José Navarro en este mandato recién estrenado a los halagos a su labor como concejal en la anterior Corporación, cuando ambos compartieron la bancada de la oposición.
No obstante, y por si quedaba algún género de dudas, la clausura de su intervención la centró en la fortaleza y unidad del bipartito, al aludir a un Gobierno «que está íntegro», rechazando de plano cualquier conato de crisis interna, algo que Ruz corroboró al hablar de «unidad» y «cohesión» para referirse a las relaciones entre los dos socios de gobierno. Unidad y cohesión que incluso se vislumbró en algunos de los gestos de complicidad que se pudieron ver a lo largo de esa comparecencia de poco más de doce minutos.