«Treballar, persistir, esperar». La máxima es tan incompatible con el adn valenciano que produce sonrojo recordar que la escribió un homenot del siglo XX como Nicolau Primitiu. La sociedad valenciana, también en cuestiones futbolísticas, está llena de proyectos a medio construir. No somos de esperar. Somos combustible para fallas. Así que, más que a sonoridades mediterráneas, la vieja divisa parece pensada para apellidos que acaben en Unamuno o Maeztu. En cualquier caso, para sociedades menos líquidas que la nuestra. Para el Athletic Club, por poner un ejemplo.