Mantener los cristales limpios es una tarea casi imposible, y da igual la época del año en la que estemos que siempre va a haber algo que les quite el brillo y la transparencia a nuestras ventanas. En invierno son las inclemencias meteorológicas en forma de lluvia, nieve o granizo; en verano, los mosquitos; en primavera, el polen, mientras que en otoño la culpa es de la suciedad que arrastra consigo el viento. Nunca hay descanso.