A pesar de su aspecto de oficinista de Forges y su fúlgida alma católica, apostólica y romana, Francisco Martínez Vázquez, exsecretario de Estado de Seguridad, es un apreciable conjunto de contradicciones. Es de misa los domingos y días de guardar pero le encantan las groserías y los tacos, que acuden a su boca, sobre todo, cuando habla con un policía, sea un agente o sea un comisario.