El topillo campesino es un temible roedor que causa estragos en los cultivos de amplias zonas de la Península. Para hacerle frente, ninguna solución hay mejor que reforzar la biodiversidad, potenciando aquellas especies que lo combaten, como son las rapaces.
En 2009 se puso en marcha un proyecto de control biológico del topillo campesino por parte de la asociación conservacionista GREFA, que desde entonces ha demostrado sus buenos resultados. A lo largo de estos años, dicha entidad lleva instalados unos 2.000 nidales (cajas nido) en Castilla y León para favorecer la reproducción de aves rapaces depredadoras del citado roedor. En las últimas semanas, se han colocado cien cajas más para acoger especies como el cernícalo vulgar, la lechuza común y el mochuelo europeo.
Más de treinta municipios de las provincias de Valladolid, Segovia, Zamora, Palencia, Burgos, Ávila y Salamanca se han beneficiado de esta medida, que demuestra ser una alternativa ecológica y eficaz al uso de productos químicos, cuyo uso en la agricultura afecta gravemente a muchas especies silvestres e incluso suponen un peligro para la salud humana.
El éxito de este proyecto lo demuestra el hecho de que, desde que se puso en marcha, cada vez más municipios se han ido interesando y sumando a esta iniciativa.
El proyecto de control biológico de topillo campesino de GREFA cuenta con la colaboración técnica del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL), de la Junta de Castilla y León, y el apoyo del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama) y la Diputación de Segovia.
Acciones antiecológicas
Los sistemas tradicionalmente empleados para combatir las explosiones demográficas que experimenta el topillo cada cierto tiempo se basan en rodenticidas anticoagulantes altamente tóxicos, como la bromadiolona. Esta medida causa gravísimos efectos a las especies salvajes vinculadas a los ecosistemas agrarios, según alertan desde GREFA.
En cambio, la utilización de cajas nido para rapaces silvestres no solo logra acabar con estas plagas de forma natural y sin envenenar el entorno, sino que también ayudan a recuperar estas aves protegidas, que en la mayoría de los casos están en declive en España.
GREFA denuncia cómo la transformación del paisaje agrario tradicional está facilitando la expansión del topillo. Y es que se están realizando cada vez más obras asociadas a las concentraciones parcelarias, como la roturación de charcas, la eliminación de matorrales, arbustos, pinos y encinas, linderos naturales y otros elementos que en ningún caso necesitaban ser eliminados. La ONG ha pedido a la Junta de Castilla y León la incorporación urgente de criterios ambientales profesionales en la planificación de las concentraciones parcelarias.
Al “simplificarse” el paisaje agrario, se eliminan los pequeños espacios y hábitats que generan biodiversidad y ayudan a combatir las plagas. Por ello, GREFA y otras organizaciones piden que se respeten linderos y regatos y ellas mismas han iniciado campañas de restauración en varias provincias.
La eficacia de las cajas nido
Los expertos calculan que una sola pareja de cernícalo vulgar puede llegar a capturar unos 700 topillos durante la temporada de cría, y en el caso de una pareja de lechuzas pueden cazar hasta 900 topillos.
Cada una de las cajas nido va colocada sobre un poste de madera de casi cinco metros de altura que se coloca en las márgenes de los campos agrícolas.
Además de charlas informativas y talleres, GREFA realiza otras actividades para dar a conocer la solución ecológica al problema del topillo y, fruto de su colaboración con el Ministerio para la Transición Ecológica es la publicación del documento Control biológico de las plagas de topillo. Es un manual práctico para el agricultor, de distribución gratuita y que puede ser descargado en este enlace.
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