La Junta General de Accionistas del Levante, como viene acostumbrando en los tiempos modernos que corren en Orriols, volvió a ser un encuentro maratoniano, cargado de opiniones contrapuestas y donde los problemas de carácter económico, asunto común durante los últimos ejercicios, volvieron a estar encima de la mesa del Complejo Deportivo-Cultural Petxina. José Danvila, en medio de una afición crispada por su salto al máximo accionariado del club, tuvo el deber de analizar la delicada situación financiera en la que se encuentran las arcas del Ciutat de València, tratar un futuro esperanzador pese a lo mal que se presenta y, sobre todo, tranquilizar a un levantinismo nervioso por su escudo.
Más allá de la opinión de cada uno de los aficionados, los presentes en la Junta fueron testigos de cómo el empresario valenciano, acompañado por Pablo Sánchez, presidente del Levante, Diego Naixes, responsable financiero, y Jorge Lucas, secretario del Consejo de Administración, hizo un ejericio de humanización, fue autocrítico, pidió unión y se postuló como la solución para alcanzar el equilibrio financiero después de un proceso de selección que fue puesto en entredicho. Por ello, José Danvila hizo frente a una Junta en la que tuvo que dar más de una explicación a los asistentes.
Alberto Villanueva, presidente del FROG, fue el primero en poner en un aprieto al máximo accionista, al preguntarle si aprobaría, en alguna de sus empresas, las cuentas que registran más de cien millones de pérdidas. Su respuesta, asumiendo errores, fue clara. «En esta nueva etapa tengo que hacer un ejercicio de transparencia. Vamos a trabajar de una manera un tanto distinta a cómo se hizo anteriormente. La ampliación de capital hubiera sido lo más lógico. Hay que reconocer que nos equivocamos como Consejo y en una decisión de apostar a un cara o cruz. Soy consecuente. Las cuentas son las que son. Hoy no está Quico Catalán».
De hecho, José Danvila, a la pregunta de Jaume de Ángel, abonado y accionista, fue más allá, y encima, desveló uno de los rumores que recorrió por las profundidades del Ciutat de València: descenso administrativo e, incluso, la desaparición. Motivos por los que el empresario inyectó capital tanto en octubre como en enero, además de adueñarse de la deuda pendiente con Bravo Capital. Sin embargo, su única preocupación es que el Levante vuelva a ser un club envidiable.
«Había que cortar la hemorragia. He hecho una inyección de capital importante, pero estoy interesado y quiero que salga bien. Estoy arriesgando mi dinero. Yo estaré un periodo, pero no es eterno. Si el 18 de octubre no inyecto dinero tenemos un problema grave: descenso administrativo. Si en enero no se inyecta más capital y se coge la deuda de Bravo Capital, desaparecemos. No sé si encontrará gente que ponga 23 millones sin firmar un papel. Si encuentra una, le invito a comer».
Por ello, su objetivo es inesquivable: «Mi objetivo es estabilizar el club financieramente, generar ingresos y potenciar activos. No me escondo de ser consejero, así que atribúyame responsabilidades. Si sale mal, soy el que toma decisiones. Aparte de perder dinero, perderé mi credibilidad y mi dinero. He trabajado muy duro en esta vida y soy afortunado de ayudar al club en un momento determinado. Tengo mucho que demostrar, no soy nadie aún», comentó.
Además, otro aspecto a destacar fue el momento en el que Guillem Navarro, secretario de la Fundación, reconoció que el proceso de selección de candidaturas fue mejorable por una cuestión de urgencia. Instante en el que Pedro Lizondo, asesor económico de la Fundación, aprovechó para mostrar su opinión sobre el proceso de selección de candidaturas. «El proceso de venta le benefició, vivía dentro de la finca y sabía sus virtudes y defectos. Desde fuera, da la escritura en octubre. Lo cierto es que, sin una DUE, todas las ofertas no son serias. Obligó a que se hicieran así las cosas. Todo benefició al señor Danvila». El empresario, posteriormente, respondió. «Vamos a cambiar de auditor. ¿Tú crees que yo meto 10 y 13 y estoy loco perdido? Podría haber exigido una mayoría y haber sido más duro en el contrato, no tener comisión de control… Solo exigí tener el control de la gestión. No quiero tener el control del club», aseguró José Danvila.
Por último, el presidente del club, Pablo Sánchez, aprovechó el encuentro para pedir unión. «Hay que estar unidos. Hoy hemos debatido o discutido entre levantinistas, porque a todos nos preocupa el devenir del Levante. Nos hace ser optimistas de cara al futuro. Estamos convencidos. Tenemos una afición estupenda, un estadio espectacular, una plantilla joven y en propiedad. Esto nos hace ser optimistas», finalizó el presidente para cerrar una Junta de Accionista con más brotes verdes de los previstos.