Dominique Reynié (Rodez, Francia, 1960) lleva toda una vida dedicada a estudiar el sistema democrático y los riesgos que se ciernen sobre él. Profesor en el prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), dirige también el ‘think tank’ Fundación para la Innovación Política y ha escrito numerosos libros y trabajos de investigación. Recientemente ha visitado Barcelona para dar una conferencia sobre el riesgo populista en Francia en el Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS). En esta entrevista con El Periódico de Catalunya, del mismo grupo editorial que este diario, analiza las principales amenazas al orden democrático.
-¿En qué consiste ese riesgo al que alude el título de su conferencia?
-Hablamos de riesgo populista en Francia por el hundimiento de los partidos políticos tradicionales, como Los Republicanos (derecha) o el Partido Socialista (izquierda), pero también ahora con el declive del macronismo. En un principio, Macron ocupó parte del lugar de los otros dos partidos y logró hacer funcionar el sistema político y el Gobierno, pero ahora se ha acabado. No puede volver a presentarse y no ha escogido de momento a un sucesor. No hay, por tanto, una formación política moderada de derecha, izquierda o centro que tenga la fuerza de oponerse al ascenso del populismo en Francia en sus dos versiones, la de izquierdas de Jean-Luc Mélenchon y la de derechas de Marine Le Pen. Esta última es hoy la más poderosa. Ha sido tres veces candidata y ha estado dos veces presente en la segunda vuelta de la presidenciales. En 2012 no consiguió pasar a pesar de que tuvo casi un 18% de los votos. En 2017 pasó al segundo turno y fue derrotada con un 34%, y en 2022 fue vencida con un 42% de votos. Su padre, Jean-Marie Le Pen, obtuvo en 2002 frente a Jacques Chirac un 20%. El crecimiento es espectacular. Y como por el momento hoy no hay ningún partido tradicional reconstruido, es posible imaginar una victoria de Marine Le Pen. No es algo seguro, pero ha devenido una hipótesis en la que hay que pensar seriamente.
«Con el hundimiento de los partidos tradicionales, es posible imaginar una victoria de Le Pen en Francia»
-¿Cree que el populismo intenta sacar provecho del malestar de los agricultores o, en su día, de los chalecos amarillos?
-Totalmente. El populismo saca provecho de todas las formas de desregulación de la vida política. El declive de los partidos y de los sindicatos ha tenido consecuencias. Fue uno de los factores de desarrollo de los chalecos amarillos. Se organizaron ellos solos a través de Facebook y las rotondas, no quisieron que un partido les representara ni que ninguna organización hablara en su nombre. Con los chalecos amarillos, Francia se encontró con un problema de tipo insurreccional. Fue un conflicto muy importante y todavía no hemos comprendido verdaderamente hasta qué punto. Y sí, está claro que Marine Le Pen fue la que sacó más provecho de ese conflicto, igual que ahora con los agricultores. Los partidos políticos no han visto venir la actual crisis ni saben cómo resolverla. Y Le Pen tampoco tiene la solución pero se beneficia del descontento. De hecho, hay un vínculo entre los agricultores y los chalecos amarillos. La de los chalecos amarillos era una Francia furiosa contra París, de provincias, la que necesita el coche, la de las ciudades medianas y pequeñas, del campo. La Francia mayoritaria. Un poco la misma Francia que la de los agricultores.
-Cada vez más estudios hacen hincapié en que la democracia está bajo tensión. ¿Cuáles son las causas? ¿Es por el auge del populismo?
-Yo diría que es más bien una consecuencia. Es el resultado de una democracia que funciona cada vez peor y es cada vez más frágil. Hay causas muy profundas que están ligadas a la transición histórica en la que estamos: la globalización, el envejecimiento democrático, la transformación radical del espacio público con las redes sociales,… y también de grandes factores como la inmigración y los temas de seguridad interior, como el terrorismo o el islamismo, que pesan mucho en las opiniones públicas en el mundo occidental. He observado cambios muy importantes en el plano electoral en Europa a partir del 11-S de 2001, hay un cambio real en los partidos, en los discursos, en los resultados electorales. También hay cuestiones económicas y sociales fundamentales como la fragilización del mundo agrícola, el obrero o el sector terciario. En concreto, considero que hay dos tipos de causas: las que afectan al patrimonio material, es decir, el nivel de vida, la remuneración, el poder de compra, los cuidados, la salud, los transportes…; y por otro lado, las del patrimonio inmaterial, el estilo de vida, si tengo la impresión de vivir como a mí me gustaría, como antes, con mi cultura, mi entorno. Y ahí hay un sentimiento de desposesión muy fuerte. Los populistas que tienen éxito, los de derechas, fueron los primeros en entender que hacía falta tratar los dos ámbitos, el nivel de vida, como hacían tradicionalmente los partidos, sobre todo los de izquierda, y el estilo de vida, al que que no se había prestado atención.
-Y con la explosión de la inteligencia artificial, ¿puede ser peor?
-Sí, es una hipótesis a tener en cuenta. Algunos profesionales como abogados, diseñadores, trabajadores del sector del márketing, la educación o la edición, van a ser posiblemente reemplazados por máquinas de inteligencia artificial. Esto provocará un sentimiento de desposesión. También provocará miedo entre aquellos que se vean amenazados creando una nueva inquietud, una nueva angustia en partes de la sociedad que antes se sentían protegidas. Estos profesionales pertenecen a categorías sociales satisfechas, que viven en la metrópoli, con estudios y trabajos que les interesan y que están bastante mejor pagados que la media. Son partes de la sociedad que apoyan el fenómeno democrático, que participan en las elecciones, que votan por partidos moderados. Si estas personas son desestabilizadas no hay más grupos para sostener la democracia. Solo quedan manifestantes o gente que se aparta; quienes protestan diciendo ‘yo quiero votar populista’, ‘estoy harto’ o ‘tú eres corrupto’, ‘eres incompetente’, y también hay quien protesta retirándose y diciendo ‘ya no voto más’.
«El populismo es resultado de una democracia que cada vez funciona peor y es cada vez más frágil»
-¿Y con estos mimbres, será la democracia capaz de superar su crisis actual?
-Espero que sí, pero no estoy seguro. En 2024 va a haber muchas elecciones muy importantes, las europeas, en EEUU… Es un año muy complicado y peligroso, hay potencias despóticas que tratarán de complicar un poco más la vida de las democracias. Rusia, China, Turquía o Irán están tratando de aprovechar este debilitamiento del Occidente democrático.
-¿El mundo va de nuevo hacia una dinámica de bloques?
-No lo creo. El sur global intenta hacer un bloque contra Occidente, pero Occidente no quiere hacer un bloque contra el sur global. No es como en la Guerra Fría, donde todo el mundo estaba de acuerdo en decir que el otro era el adversario. Para Occidente, el sur global no es el adversario. Además, en el seno del sur global hay diferencias enormes y conflictos enormes. Por contra, lo que veo más importante en este 2024, y lo veremos a final de año, es la posibilidad de un gran debilitamiento del mundo democrático por crisis internas muy fuertes. En España por la cuestión catalana, en Francia alrededor de Marine Le Pen, en Alemania con la AFD y el precio de la energía, en EEU puede haber una suerte de guerra civil tanto si Trump es elegido como si es derrotado… veremos por todas partes problemas muy, muy graves. Por tanto, es posible que haya un hundimiento, una degradación muy importante del mundo democrático.
-Todos los sondeos prevén un aumento de la extrema derecha en las elecciones europeas de junio. ¿Cómo puede afectar al futuro de la UE?
-En efecto, habrá una progresión fuerte de listas euroescépticas y eurocríticas, en particular de derechas. Habrá muchos más escaños para diputados de estos partidos. La cuestión es saber si podrán llegar a formar grupos capaces de aliarse con el Partido Popular Europeo para construir mayorías diferentes. Ahora está el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos de Giorgia Meloni, donde están Orbán o Zemmour, pero Meloni está en el poder en Italia y no puede hacer cualquier cosa porque si lo hace será Italia la que pague el precio de que Europa no va bien. Y luego hay otro grupo, Identidad y Democracia, en el que se encuentra Marine Le Pen, Alternativa para Alemania o el FPO austríaco, que es un grupo más duro y que tendrá dificultades para entenderse con el e Meloni, y si se entienden será bastante difícil que se entiendan con el PPE. En cualquier caso, está claro que el Parlamento Europeo estará bastante más a la derecha, y que tendremos otra manera de gobernar Europa. Si esta nueva situación no impide a Europa funcionar, los electores se sentirán representados. Pero si le impide funcionar, va a ser un problema para el apoyo a la idea de Europa, los ciudadanos podrán llegar a decir que la UE no funciona y hay que abandonarla, y entonces será un desastre.
-Rusia celebra este mes comicios presidenciales, con Vladímir Putin prácticamente como candidato en solitario y la oposición amordazada, muerta o en el exilio. ¿Ve alguna opción de cambio en el horizonte para este país?
-La hipótesis de una partida lejana de Putin es muy seria. No va a reformar su sistema o hará reformas como hasta ahora, en un sentido de más y más autoritarismo. Y no tiene reemplazo mientras siga en el poder 10, 15 o 20 años más, quién sabe. Otra hipótesis es que su régimen colapse. Es algo que hay que tener en cuenta porque la manera en la que se desarrolle el conflicto en Ucrania va a determinar esta situación. Si llega a dominar el conflicto será un factor muy positivo para él, le permitiría resistir más las críticas. Pero también puede tener dificultades con la duración porque a pesar de todo Rusia paga muy cara esta guerra. No estamos muy informados de lo que pasa dentro, pero hay al menos 350.000 muertos y casi un millón de jóvenes han salido del país. Esto tiene unas consecuencias enormes para el trabajo, para hacer funcionar el país. No hay que excluir que esta situación provoque un colapso del sistema. Seguramente Putin será elegido, pero es una Rusia que sufre mucho y no es seguro que esta situación sea sostenible.
-Donald Trump también podría ganar las elecciones presidenciales de noviembre en EEUU…
-Eso sería una pesadilla. Pero hay que tener cuidado en no contribuir a la creencia de que Trump va a ganar, porque no es seguro. Trump es un personaje cada vez más duro en su discurso, cada vez más amenazante, y cada vez tiene más dificultades en los tribunales. Los americanos saben que van a votar por un presidente que ha sido condenado por violar a una mujer. Yo no estoy seguro de que eso no vaya a tener consecuencias en el resultado. Ahora estamos en las primarias. Este año hay muchas menos inscripciones para votar que en 2016. Por lo que está ganando, pero sobre una población mucho más pequeña. ¿Por qué no se han apuntado más? Yo creo que porque empieza a inquietarles este señor extravagante, muy violento, amenazante, que dice que apoyará a Putin si hay una guerra con la OTAN. Veremos qué pasa en la elección presidencial. Los americanos se debatirán entre un hombre que parece demasiado viejo y otro que parece demasiado peligroso.