Hasta aquí hemos llegado. A la Real sólo le queda LaLiga. El reto contra el Paris Saint Germain era excesivo para esta escuadra txuri urdin de febrero y marzo, pero queda la duda de qué habría sucedido en esta eliminatoria con la Real de octubre y noviembre, ésa que deslumbraba en la Champions, y el dubitativo PSG de esa época. Incluso teniendo los franceses a Mbappé y la Real, a André Silva y Sadiq Umar, esos nueves que ya ni juegan por su desesperante inoperancia ofensiva.

La escuadra txuri urdin compitió y de forma espectacular durante 57 de los 180 minutos de la eliminatoria ante el PSG, los primeros del Parque de los Príncipes, hasta que se hizo el harakiri con dos errores defensivos. Mbappé, con dos golazos de crack al inicio de cada tiempo, aniquiló anoche las remotas opciones que conservaba la Real tras el 2-0 de la vuelta. Es el sino de este club, que este curso ha tocado el cielo, su top: los octavos de final de la Champions. Es casi imposible que logre superar este umbral, que ya es estratosférico; contra clubs-estado como el de ayer o los que multiplican por diez su presupuesto. Pero contra ésos compitió en otoño. Anoche, no.

La de ayer fue la Real encasquillada de este 2024 donde está pagando los excesos de grandeza y brillo de la segunda mitad de 2023. Un equipo fatigado y sin energía ni gol, carencias que le llevan a no tener estilo ni fútbol. Con la eliminatoria resuelta y Mbappé (podía haberse ido al Madrid medio año antes) ya relajado y pleno, los txuri urdin tuvieron un arrebato de orgullo y coraje y se fueron hacia arriba, a lomos del ímpetu joven de Barrene y Turrientes. Por lo menos marcó Merino y Anoeta registró su mejor entrada histórica. Pero fue elocuente que Imanol hiciera cambios ya pensando en el sábado y el partido ante el Granada y que Sadiq Umar, el fichaje más caro de la historia, no jugara un solo minuto.

Fue bonito mientras duró

Es duro y duele, sobre todo al comprobar que fueron unos errores sumamente evitables, de pipiolos, los que alejaron en el partido de ida de conservar opciones de plantarse nada menos que entre los ocho mejores equipos de Europa.

Pero esta vez, quizá al contrario que las dos anteriores ocasiones, sobre todo la última de hace 10 años, se puede entonar aquello de ‘fue bonito mientras duró’. Es más, fue hermoso, ilusionante y alucinante por momentos. La Real cerró la fase de grupos con la gozosa condición de ser el conjunto de los 32 que menos goles había encajado y que más porterías a cero había dejado.

La Real se despide de una Champions en la que fue primera de grupo ante campeones de Europa como el Inter de Milán, al que dio un meneo en Anoeta con el injusto premio de un solo punto, o al Benfica, al que cantó un fado a la cara tanto en Lisboa como en Donostia. No sólo fue ganar y terminar líder, sino la manera de hacerlo, sometiendo a los rivales, ahogándoles en su campo, amenazándoles con la pelota y golpeando en momentos concretos para vencer. De los cuatro primeros partidos, la Real ganó tres y encajó sólo dos goles. Primero fue golpear y luego en los dos últimos duelos, con sendos empates a cero ante el Salzburgo y en Milán, fue mantener la velocidad de crucero y la solidez defensiva para conservar lo que era suyo, el primer puesto.

Imagen y dinero

Sí, la Real se marcha de Europa, pero no lo hace sin dejar huella, en los demás y en sus arcas. Ha sido el equipo que más canteranos ha empleado, incluido su entrenador, al que ya conoce casi todo el continente. Y además, esta participación, con el ‘market pool’ incluido, ha dejado en torno a 45 millones de euros en las arcas. Una pasada. Cerca de un tercio irá al bolsillo de los jugadores en forma de prima. Como para no estar contentos. Sí, el verano no será apto para cardíacos con la eterna amenaza de que se vaya algún crack. Y pasará tarde o temprano. Pero si renueva Merino, como se esperaba, nadie se marchará ni gratis ni de rebajas. Es necesario asesinar al fantasma del fin de ciclo.

Sí, la Real es historia en la presente edición de la Champions League y, salvo hazaña casi imposible ahora, no jugará la próxima edición. Los socios y aficionados, que han gozado de esta competición tan bella y estimulante, rezan ahora para que no tengan que pasar otros 10 años.

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