Una narcolancha mata a dos guardias civiles e hiere a otros dos, corren vídeos donde se escucha jalear a los delincuentes, las redes sociales se llenan de odio, España entera pendiente de la tragedia. Y en mitad de todo eso, Barbate. El 9 de febrero volvieron a esta localidad gaditana las cámaras, Antón y su tigre, los busquimanos, patrullas y furgones policiales, los fardos en la orilla, los mismos estigmas de antaño. Una semana después de esta desgracia, los barbateños están cansados.