«Me voy, mamá». Preparaba una mochila: algo de ropa, teléfono, documentación… Pipo, como le llaman todos, estaba nervioso, agitado, enfadado: «No puedo más». Rosa miraba a su hijo. «Pero, ¿dónde vas?». Nunca verbalizó el lugar. Nunca explicó sus planes. «Hijo… ¿dónde vas?». Miró a su madre. Salió por la puerta… y no volvió a entrar. Se llama Francisco Javier Pastoriza y desde aquel 15 de enero de 2016 no está.