En 846 días la vida puede dar muchas vueltas, muchas más si te dedicas a la política. Que se lo pregunten a Carlos Mazón, que un 19 de octubre de 2021 hacía su debut oficioso como nuevo candidato del PP a la Generalitat ante la sociedad civil en la Tribuna Club de Encuentro Manuel Broseta y pasado ese tiempo, este lunes regresó a ese mismo foro ya sin necesidad de teloneros, convertido en president del Ejecutivo valenciano.
Muchas cosas han cambiado en el tablero político estatal y autonómico desde entonces, entre otras el ‘jefe’ de Mazón en Génova. El alicantino había alcanzado el liderazgo del PP valenciano de la mano de Pablo Casado poco antes de aquel estreno y su victoria el 28M le ha dado el crédito necesario para consolidarse como un barón más de Alberto Núñez Feijóo, a quien defiende en cada ocasión que tiene oportunidad pese a que este no vive su mejor momento interno. Ayer Mazón volvió a cubrir a su presidente nacional y evitó criticar la estrategia estatal en torno a Carles Puigdemont.
Lo que no ha cambiado demasiado es el calor recibido desde el patio de butacas. Si hace dos años y medio el céntrico hotel que acogió la intervención del Mazón aspirante ya se llenó de dirigentes populares y líderes empresariales, el despliegue para arropar al Mazón president fue mayor si cabe. Muchos de los que respaldaron al popular entonces lo hicieron ayer de nuevo, aunque ahora con cargo institucional en el bolsillo.
Es el caso de María José Catalá, ahora alcaldesa de València, o de Vicente Mompó, al frente de la Diputación de Valencia. También arroparon a su jefe de filas todos los consellers populares (no asistió ninguno de Vox), Miguel Barrachina (síndic en Corts), Alfredo Castelló (vicepresidente de la Mesa) o el diputado en el Congreso Fernando de Rosa, entre otros.
De la esfera económica, acudieron a escuchar al jefe del Consell figuras como el presidente de la patronal CEV, Salvador Navarro, o el presidente de Cámara de Comercio de la Comunitat Valenciana, José Vicente Morata. De la sociedad civil se pudo ver al presidente de la Fundación Broseta, Vicente Garrido; a la rectora de la Universitat de València, Mavi Mestre, o al presidente de Juristes Valencians, José Ramón Chirivella.
A nivel orgánico el PPCV vive ahora un momento dulce tras haber reconquistado todo el poder supramunicipal en mayo. Una situación muy distinta a la que enfrentó Mazón en su primer acto en el Club de Encuentro Broseta, que llegó marcado por la sentencia del pitufeo y con la formación en plena recomposición a nivel autonómico.
El mensaje político del Mazón actual tampoco se separó demasiado del desplegado hace casi dos años y medio. El marco, el foro de debate de la Fundación Manuel Broseta, invita a discursos de mano tendida y en eso incidió el líder del Ejecutivo valenciano, que volvió a lanzar ofertas formales de diálogo a la ahora oposición, como ya hiciera en 2021 al entonces president, Ximo Puig, y como ha repetido en diversas ocasiones desde que está en el poder.
Según expuso ayer, alcanzar pactos en la política valenciana supone una «oportunidad histórica para que la Comunitat Valenciana se asiente como un proyecto colectivo alejado del conflicto» y sea un «ejemplo de convivencia y un modelo de equilibrio”.
Para ello, Mazón ha pedido sentarse a negociar «ya» y ha afeado a PSPV y Compromís sus negativas al diálogo. «Renuevo hoy mi compromiso de seguir intentándolo», ha señalado el jefe del Consell, que ha criticado la actitud de estas dos formaciones. «La digestión de una derrota electoral no puede unirse con una proclama de ganas las elecciones que vendrán. Eso no es correcto, no es útil. Es como si el resultado de 2023 hubiera sido una anomalía».
Además, ha señalado que hay asuntos como el agua o la financiación que «no pueden esperar». «Nos quedan tres años para las elecciones, vamos a trabajar por el camino. Yo soy el presidente y tengo la responsabilidad de proponerlos (los pactos), pero las culpas hay que repartirlas».
Mazón ha llamado a que esa idea de autonomía «libre, diversa y equilibrada» se integre «con generosidad en el desarrollo de España». Y aquí ha trazado una línea divisoria entre su gestión y la del Botànic, al defender que si no hubiera llegado a la Generalitat el pasado 28M, «la Comunitat Valenciana sería la Navarra del País Vasco”, ya que la izquierda «puso en peligro los pilares de la convivencia con políticas de división, imposición y deslealtad».