El dinero en metálico cotiza a la baja, y las carteras tienen cada vez menos billetes. Tanto, que si uno pierde este objeto tan básico, el principal problema sería renovar la documentación y cancelar tarjetas bancarias. Poco capital se perdería para siempre. Al menos en un porcentaje creciente de la población. El dinero de plástico sigue imparable, y esto no es una apreciación subjetiva. El último informe regional del centro de análisis BBVA Research muestra que, en Castellón, el gasto total con tarjeta presencial ha crecido un 11,7% en el 2023, mientras que las operaciones efectuadas por extranjeros, sobre todo turistas, crece todavía más, hasta el 14,2%.

Motivos

Son diversas las circunstancias que acompañan a este auge. Por un lado, hay quien prefiere manejar menos metálico ante el temor de un robo o una pérdida. Y luego, están las innovaciones. Muy lejos quedan los tiempos en los que se usaban las conocidas popularmente como bacaladeras –validaras manuales de tarjetas de crédito, que no se conectaban a ninguna red–, mientras que ahora se suele pagar con una tarjeta contactless, e incluso mediante el teléfono móvil o un reloj inteligente.

La pandemia fue un momento de inflexión. De hecho, el mismo estudio de la entidad financiera muestra cómo en el 2021 los pagos con tarjeta crecieron en la provincia un 30,3%, y en el 2022 un 23,7%. Otras modalidades como el sistema de pagos instantáneos Bizum también han ayudado al arrinconamiento del papel moneda y la calderilla. Se calcula que la mitad de pagos en comercios y bares ya son a través de tarjeta.

Tendencia imparable

En este sentido, el vicepresidente ejecutivo de la patronal hostelera de Castellón (Ashotur), Luis Martí, afirma que en este sector, «la aproximación se queda incluso corta, porque hay una tendencia al alza imparable».

Tiendas

Algo parecido se da en los establecimientos comerciales o supermercados. La secretaria general de Confecomerç Castellón, Tere Esteve, indica que en algunos casos «el pago móvil ya llega hasta el 80%, y sobre todo entre los más jóvenes, aunque los mayores también han empezado a perder miedo desde la pandemia», época en la que se recomendó esta modalidad para reducir contacto físico.

El menor movimiento de metálico también favorece a los negocios, que cada vez tienen más dificultades para hacer ingresos en ventanilla, y que en muchos casos tienen que conformarse con depositar los billetes en cajeros. Eso sí, ahora existe el interrogante de una costumbre tan extendida en nuestra sociedad como las propinas.