El humor siempre ha caracterizado a Anabel Alonso. Sin embargo, ahora cambia de registro para interpretar a la Celestina en una adaptación de Eduardo Galán que llega este domingo al Teatro Romea de Murcia. Dirigida por Antonio C. Guijosa, se trata de una versión más dinámica del clásico, con más ritmo, pero fiel al original. Y aunque ya han pasado más de 500 años desde su publicación, la popular actriz dice que comparte muchas particularidades con la icónica protagonista.
Acostumbrada a la comedia, ¿qué ha supuesto interpretar a la Celestina?
Es un disfrute, porque es uno de los grandes personajes de nuestra literatura. Al ser un personaje universal y tan conocido es un reto, porque todos tienen una Celestina preconcebida en la cabeza. Me he sorprendido mucho al empezar a estudiarla, ya que te das cuenta que no es como creemos. Ni es tan mala ni es la causante de todo el lío. Es una mujer muy vital, le gusta mucho la vida, le gusta disfrutar, tiene sentido del humor… Es un personaje que tiene muchas características que la hacen más cercana. No es esa mala ni esa bruja del cuento. Es una mujer de carne y hueso.
A pesar del paso de los años, sigue siendo un personaje bastante vivo y la historia también podría trasladarse a la época actual.
Es lo que tienen los clásicos. Cuando pasa la criba del tiempo, en este caso 500 años, es que tiene algo que sigue llegando y trasciende la actualidad. Los clásicos tratan las grandes pasiones, vicios o virtudes del ser humano. En este caso, es el deseo, la avaricia y la codicia. Aunque creemos que hemos evolucionado mucho, no hemos evolucionado tanto. Ves una tragedia griega de hace 2.000 años y seguimos siendo un poco iguales, aunque con teléfono. En La Celestina hay una imagen preconcebida de Calisto y Melibea, como si fueran Romeo y Julieta, pero no. Ellos quieren disfrutar del amor. En ningún momento nadie les prohíbe que estén enamorados y vivan un amor puro. Ellos quieren gozar del amor cada noche. Les gusta la carne. A ella le encargan un trabajo y lo cumple, pero cada uno es responsable de sus actos.
Durante la preparación, ¿has encontrado alguna similitud entre Anabel y la Celestina?
Siempre hay algo porque pasas al personaje por tus tripas. Ella es una disfrutona, le gusta la vida y aboga por vivir el momento. En esos años se creía que, cuanto más sufras en esta vida, más disfrutarás en la otra. Ella dice que hay que disfrutar de esta, que dura muy poco, y ya veremos qué pasa. En eso somos iguales. Ella también tiene mucho orgullo de su trabajo. Hay muchas cosas en común y la gente se va a sentir más identificada de lo que cree.
Ese disfrute está relacionado con tu humor.
La vida hay que tomársela con humor siempre. Celestina es una mujer que tiene mucho sentido del humor. Eso es lo que nos hace poder sobrevivir a los dramas que pasan en nuestra vida. Es la mejor medicina para tratar las amarguras.
¿Cómo ha sido el proceso de preparación?
Memorizábamos el texto poco a poco porque tienes que saberlo para poder moverte en escena. Me he documentado bastante y he intentado no mirar mucho a mis antecesoras porque siempre quieres imitar. Me he ilustrado, pero sin querer emular a ninguna de ellas. He hecho una Celestina más vital, que no para en toda la función. Es una grandísima actriz, mejor que yo. Le da lo que quiere a cada persona que se planta delante. Dentro de una Celestina, he intentado hacer varias. Ha sido laborioso, pero fascinante.
«Cuando decidí que quería dedicarme a esto, con salir adelante me conformaba. No pensaba que iba a estar dando guerra hasta ahora»
La obra ya ha recorrido gran parte de España. ¿Cómo ha sido la acogida por parte del público?
Maravillosa. Estamos disfrutando mucho de la función y de la acogida del público. Casi todos los teatros están llenos y el público aplaude con muchas ganas. Redescubren la obra La Celestina. Estamos muy contentos.
Comenta que los teatros están llenos. Con el auge de las plataformas, será una gran satisfacción.
Siempre hemos hablado de la crisis del teatro. Ahora con tanta oferta de entretenimiento, el hecho teatral, que es en vivo y lo compartes con una serie de personas, hace que a la gente le guste más vivir esa sensación. Esa función no será igual que la que se hará mañana. Es algo único e irrepetible. Hay un contacto con las personas más allá de las pantallas. A la gente le apetece muchísimo ir al teatro.
Volviendo a su trayectoria, a finales de los ochenta debutó en televisión. ¿Imaginaba que ibas a vivir todo lo vivido?
Para nada. Cuando decidí que quería dedicarme a esto, con salir adelante me conformaba. No pensaba que iba a estar dando guerra hasta ahora. En este trabajo estás en un proyecto y no sabes si el próximo va a ser al día siguiente o en un año. Existe esa incertidumbre de no saber qué va a ser de tu vida. Nos pilla con mucha experiencia. No pensé que iba a trabajar y hacer todo lo que he hecho.
¿Cómo se trabaja esa incertidumbre para que no termine en ansiedad o estrés?
Es complicado. Partimos con una ventaja porque es algo inherente a este oficio. Te hace más superviviente. No dependes de los demás. Si no suena el teléfono, me pongo las pilas. Yo soy mi instrumento de trabajo.
Presentadora, actriz, concursante en algunos programas, humorista… ¿Hay alguna faceta de Anabel que todavía no conocemos?
Me gusta tocar todas las teclas posibles. Lo bueno de esta profesión es que no es nada monótona. He estado haciendo una serie durante nueve años, me preguntaban si me aburría, pero nunca pasaba lo mismo. En una función de teatro, cada día el público es distinto y vas descubriendo cosas. Yo siempre he sido muy lanzada. Si hay que cantar, se canta; si hay que cocinar, se cocina. Lo peor que puede pasar es que no me salga bien. Merece la pena arriesgarse. A veces, te llevas la sorpresa de que tienes que confiar más en ti mismo.