A finales de septiembre del año pasado, Volodímir Zelenski viajó a Washington para tratar de mantener vivo el apoyo estadounidense a Ucrania ante la creciente oposición en las filas republicanas a seguir financiando su defensa frente a la agresión rusa. El mensaje del presidente ucraniano no pasó inadvertido entre los congresistas: «Si no conseguimos la ayuda, perderemos la guerra«, dijo después el demócrata Chuck Schumer a modo de resumen. Zelenski logró salvar aquella bola de partido, pero desde entonces todo se ha vuelto mucho más complicado. La ley que vincula la ayuda militar a Ucrania con la seguridad fronteriza de Estados Unidos fracasó el miércoles en el Senado. No es todavía su sentencia de muerte definitiva, pero ha puesto sobre la mesa una pregunta perentoria: ¿podrá sobrevivir Kiev en caso de que se sequen las armas y fondos norteamericanos hasta finales de año como mínimo?
El momento es el peor de los posibles para Ucrania. Quizás el más adverso desde finales de 2022, cuando sus tropas lograron sus últimos éxitos significativos en el campo de batalla, liberando varias regiones ocupadas por Rusia. Las tropas del Kremlin vuelven a llevar la iniciativa. Avanzan en puntos del Donbás y acumulan fuerzas en Járkov para tratar de reconquistar la provincia. Su empuje contrasta con unas fuerzas ucranianas exhaustas y con serias carencias de munición, lo que se está traduciendo en un aumento de las bajas locales y la imposibilidad de planificar futuras operaciones, según le ha dicho al ‘Financial Times’ el analista militar del Royal United Services, Jack Watling.
A todo ello habría que añadirle la confusión (y presumible malestar entre la tropa) que creará la destitución del general Zaluzhni, anunciada este jueves por Zelenski, el hombre que ha dirigido la defensa ucraniana desde el inicio de la guerra. O la ley para movilizar a nuevos reclutas que se ultima en el Parlamento. Sin garantías sobre el apoyo de EEUU, es cuestionable que vaya a generar una respuesta masiva de la ciudadanía, ya de por sí reacia a la movilización.
Declive militar progresivo
Por más que la Casa Blanca fracase en sus intentos de aprobar los 60.000 millones de dólares que esperan sobre la mesa del Congreso, las armas no se secarán de golpe. Los compromisos previos garantizan que sigan fluyendo durante varios meses o incluso años. De ahí que los expertos esperen un declive gradual que, no obstante, será cada vez más perceptible en el campo de batalla. «Ucrania no será capaz de lanzar contraofensivas. Para febrero o marzo, tendrá dificultades para llevar a cabo contrataques a nivel local y, a principios de verano, sufrirá para repeler los ataques rusos«, ha escrito el coronel retirado de los Marines y analista del Center for Strategic and International Studies, Mark Cancian. «En algún momento, el frente colapsará y Rusia impondrá una paz dura«.
El drama de Ucrania es que su ayuda no solo se ha enredado en la política interna de EEUU, extraordinariamente cainita, sino también en su campaña electoral. Un periodo donde las concesiones al rival se consideran poco menos que una traición. Particularmente en el Partido Republicano de Donald Trump. Tras ver cómo fracasaba su primer intento, la Casa Blanca ha desligado la ayuda a Ucrania de los fondos para la seguridad en la frontera. Trata de que sea aprobada como parte de un paquete que incluye también 35.000 millones de ayudas adicionales a Israel.
Pero el primer intento ya falló ayer en la Cámara Alta, a priori más receptiva que la Baja, en poder de los conservadores. «Si no honramos nuestro compromiso con Ucrania, no habrá una sola nación –amiga o rival—que vaya a confiar plenamente de nuevo en nosotros», ha escrito en las redes el senador demócrata, Mark Warner. Washington se juega su credibilidad, pero no sería la primera vez que deja colgados a sus aliados, como saben bien los afganos.
Europa no puede asumir el vacío de EEUU
Durante la mayor parte de la guerra, EEUU ha sido el principal donante de armas para Ucrania, pero esa tendencia cambió el pasado verano, según un estudio del Instituto Kiel alemán. En el total agregado hasta octubre de 2023, la Unión Europea y sus países miembros han aportado el 47% de las armas pesadas, frente al 43% de Washington. «Nuestros datos confirman la impresión sobre las crecientes dudas de los donantes en los últimos meses. Ucrania depende cada vez más de un pequeño núcleo duro de donantes», ha escrito Cristph Trebesch, el responsable del estudio de Kiel. Básicamente Alemania, EEUU y los países nórdicos.
Pero los expertos coinciden en que Europa no podrá suplir a EEUU en caso de que su ayuda desaparezca. No tiene la capacidad manufacturera para hacerlo al ritmo necesario. Hace solo unos días el ministro de Defensa alemán admitió que Bruselas no podrá cumplir su compromiso de entregar a Kiev un millón de municiones de artillería en marzo. De hecho, le enviará menos de la mitad de la cantidad prometida. De ahí que el futuro se antoje cada día más oscuro para Ucrania. Entre los expertos militares parece haber consenso en que, sin la ayuda de EEUU, Kiev perderá tarde o temprano la guerra.