Policías españoles lo buscaban en la isla de Ibiza desde el pasado mes de noviembre. Habían recibido un aviso de sus colegas holandeses de que Errol H.V, el cerebro del mayor asalto ocurrido en su país, podía esconderse allí. Dar con él no fue sencillo. El tipo al que vigilaban no tenía casa propia ni parecía tener 59 años. Tampoco manejaba dinero ni lujos propios de un atracador de su nivel.