Una mujer solloza. Llora y le suplica a un hombre que suelte la pistola que tiene en una mano. Se lo ruega varias veces. El hombre no le hace caso. Le exige que le diga la verdad sobre lo que pasó con una tercera persona. «Dime la verdad», le ordena. «Te digo la verdad, deja la pistola, por favor«. Esta escena aparece en un vídeo, que dura apenas un minuto, presentado como la principal prueba en la denuncia interpuesta el 6 de diciembre contra el comisario provincial de la Policía Nacional en Santa Cruz de Tenerife, Luis Felipe San Martín Fernández-Marcote. Su expareja le acusa de malos tratos. Los hechos ocurrieron en diciembre de 2021 en una de las habitaciones de la vivienda de Luis Felipe San Martín en Santa Cruz de Tenerife.
El incidente entre ambos está grabado, sin que el jefe de la Policía Nacional de Tenerife se dé cuenta, en un dormitorio, con una decoración y pavimentos propios de una vivienda construida a finales del pasado siglo. En el suelo del cuarto hay una maleta de viaje abierta. Según asegura la denunciante, los hechos ocurrieron en la casa que el comisario provincial utiliza por razón de su cargo en una de las plantas de la Comisaría situada entre las calles Robayna y Jesús y María de Santa Cruz de Tenerife.
En el archivo audiovisual incorporado a la causa que investiga el juzgado número uno de Violencia sobre la Mujer de Santa Cruz de Tenerife, y al que ha tenido acceso EL DÍA, del Grupo Prensa Ibérica, no se ve la cara del varón. Sólo su cuerpo. A la mujer, que está grabando la escena de celos, no se la ve. Solo se la escucha entre sollozos. Su voz ha sido distorsionada para proteger a la supuesta víctima por malos tratos. El hombre lleva los pantalones por la rodilla y utiliza unos calzoncillos boxer, de color verde, con figuras de helados y frutas.
En la escena Luis Felipe San Martín porta un arma corta en la mano izquierda. Se trata de una pistola HK USP-C, del calibre nueve milímetros; es decir, la misma marca y modelo que utiliza el comisario provincial de la Policía Nacional, según aseguró ante el juez un testigo, el inspector jefe Francisco Moar, jefe de la Brigada Provincial de Policía Judicial. Y que el juez da por confirmado. Moar, compañero de Luis Felipe San Martín, fue quien presentó la denuncia en nombre de la víctima. Tras hacerlo, la Dirección General de la Policía Nacional suspendió de empleo y sueldo al comisario provincial, a la vez que le retiró el arma y le quitó la placa.
Mientras graba la escena con el teléfono móvil que porta en su mano derecha, la mujer agarra con la izquierda la muñeca derecha del policía. Luis Felipe San Martín presuntamente lleva el arma corta en su mano izquierda, amartillada y preparada para disparar en cualquier momento. Según el juez, resulta muy evidente de que se trata de un episodio de celos, en el que presuntamente el jefe de la Policía Nacional de Tenerife le pide explicaciones a su expareja, una mujer lituana residente en Canarias desde hace cinco años, sobre una relación, se sobreentiende que sentimental o sexual, con otra persona.
La mujer le dice a su entonces pareja: «Deja, deja, deja, deja la pistola, por favor». De forma paralela, ella le agarra la muñeca derecha a él, con la supuesta intención de que confíe en ella y se tranquilice. Ella le insiste para que abandone su actitud intimidatoria y llega a llamarlo por un nombre: «Deja, por favor, la pistola, Luis, déjala«. Sin embargo, el jefe de la Policía Nacional presuntamente le pregunta: «¿Me dices la verdad?». Ella le responde: «Te digo la verdad», pero él insiste, una y otra vez: «Dime la verdad».
La mujer le explica que le está diciendo la verdad y le suplica al varón que deje el arma. En un determinado momento, el hombre identificado en el vídeo como Luis cuestiona a la otra protagonista de la escena: «¿Qué pasó con…?». En un primer momento, la versión de la mujer es que no ha pasado nada, entre sollozos. Sin embargo, él se lo repite otra vez: «Dímelo».
En otro de los momentos captados por la mujer se escucha que ésta le pide a Luis Felipe San Martín: «No, no te tires, deja la pistola, por favor«. Además, le sugiere que ponga el arma corta en el suelo de la habitación.
Él no desiste de sus intenciones: «Dime qué pasó con…, la verdad». Ella trata de calmarlo y le dice que sí se lo dirá, pero a cambio de que deje la pistola y de sentarse a hablar con tranquilidad. Después de estas palabras, el policía tira la pistola en la cama y se sienta en la misma.
Pero, poco después, se levanta, se sube los pantalones y ambas personas abandonan el dormitorio y caminan por un pasillo que tiene un pavimento algo más moderno. Fin de la grabación.