Era un soleado día de verano cuando Martina, de 12 años, y su hermano menor, Lucas, de 8, estaban en la estación de Madrid con sus padres. Ambos habían escuchado un montón de historias sobre las aventuras de verano en Valencia, donde vivían sus abuelos. Sin embargo, este sería su primer viaje solos.
Los padres de Martina y Lucas, con una mezcla de nerviosismo y orgullo, decidieron confiar en el servicio de menores sin acompañante de Renfe para asegurar que sus hijos viajaran con seguridad. Mientras esperaban en la estación, martina miró a Lucas y le preguntó con la voz entrecortada: «¿Lucas, estás seguro de que todo estará bien?» Y Lucas, intentando mantenerse como el hermano mayor, sonrió y le dijo: «No te preocupes, Martina. ¿Sabes que nuestra primera aventura solos empieza en cuanto arranque el tren? Y pronto estaremos con los abuelos comiendo esas paellas tan ricas que tanto nos gustan».
Antes de subir al tren con sus maletas, se les acercó un hombre joven llamado Juan. «¡Hola, Martina, hola Lucas! Seré yo quien os acompañe durante el viaje. ¿Listos para vivir una aventura en tren?» Los ojos de Lucas brillaron mientras asentía con entusiasmo, y Martina, aunque intentaba parecer madura, no pudo evitar una sonrisa. Estaban tan ilusionados…
Desde las ventanas de sus asientos, los hermanos podían ver campos verdes, montañas majestuosas y pueblos pintorescos en la lejanía. Juan, con su amabilidad y entusiasmo, les contó historias sobre cada paisaje que pasaba y les mostró algunos trucos de magia que tenía guardados en su bolsillo.
A mitad del viaje, Martina y Lucas conocieron a Marcos, otro niño que viajaba solo gracias al el servicio de menores sin acompañante de Renfe. Juan les trajo algunas cosillas del vagón cafetería, para merendar. Juntos, compartieron risas y juegos hasta el final del trayecto.
Al llegar a Valencia, los abuelos los esperaban en el andén, con una gran pancarta que decía: «¡Bienvenidos Lucas y Martina!» Martina, corriendo hacia su abuela, exclamó: «¡Abuela, el viaje fue mágico!». Los niños sabían que su primera gran aventura había empezado con un viaje que jamás olvidarán.
Esa noche, mientras disfrutaban de una paella hecha con mucho amor, Lucas y Martina contaron a sus abuelos emocionados cada detalle del viaje. Años después, recordarían ese viaje no sólo como su primera aventura solos, sino como el inicio de muchas otras aventuras mágicas en el mundo de Renfe.