Solo el 3% de los dueños de explotaciones del sector agrario tiene menos de 35 años y un 40%, tiene más de 64. Las cifras son alarmantes y dejan patente el envejecimiento de un gremio en el que, en la próxima década, 6 de cada 10 trabajadores llegarán a la edad de jubilación1.
Precisamente para garantizar que se dé solución a la problemática de esos desafíos complejos propios del campo y al necesario relevo generacional nacen iniciativas como las Becas de Pascual, que ahora celebran su segunda edición y que suponen un claro ejemplo de cómo se pueden apoyar y alentar a los jóvenes a volver a un sector para el que haría falta incorporar 20.000 nuevos agricultores cada año1.
Adrián Sabino Mateos, de Cilleros (Extremadura), estudiante de Ingeniería Agrícola y una de las personas que mejor sabe lo ‘que se cuece’ en el campo es además uno de los becados de Pascual. “El relevo generacional en el campo es más necesario que nunca debido a varios factores. En primer lugar, la población agrícola está envejeciendo, y muchos agricultores se están acercando a la jubilación. Esto plantea un riesgo real de que la experiencia y el conocimiento agrícola se pierdan si no hay una nueva generación de agricultores dispuestos a tomar las riendas”.
Hijo de agricultores, y dispuesto a que esta sea también su profesión cuando acabe de formarse, Sabino va aún más allá: “La agricultura moderna se enfrenta a desafíos cada vez más complejos, como la necesidad de adoptar prácticas más sostenibles, gestionar recursos de manera eficiente y adaptarse a los cambios climáticos. Nosotros, los jóvenes, con nuestra energía, entusiasmo y educación actualizada, podemos aportar nuevas ideas y enfoques para abordar estos desafíos y garantizar la continuidad de la agricultura como una industria sólida y sostenible”.
Para esta nueva hornada de becados, la compañía además ha querido ampliar el número de estudiantes e incorporar a hijos de agricultores de Vivesoy y extender su radio de acción llegando a Cataluña y Extremadura. Como no podía ser de otra manera, continúan formando a alumnos localizados en Castilla y León, Galicia y Cantabria.
En esta II Edición de las Becas Pascual, el número de becados ha ascendido hasta un total de 14 jóvenes a los que se ayudará a financiar su formación. En concreto, seis de estos estudiantes darán continuidad a la beca que ya se les concedió el pasado curso, mientras que serán ocho los nuevos perfiles que se beneficiarán del programa, por primera vez, dos de ellos hijos de agricultores de Vivesoy. Uno de estos dos es precisamente Adrián Sabino. “Recibir la Beca de Pascual ha sido una experiencia realmente significativa para mí. Más allá del respaldo financiero que ofrece, esta beca representa un reconocimiento a mi dedicación a la agricultura y mi compromiso con el futuro de esta industria. Ha sido un honor ser seleccionado como becario y estoy profundamente agradecido por esta oportunidad que me brinda la posibilidad de seguir aprendiendo y creciendo en el ámbito de la Ingeniería Agrícola”, asegura Adrián. Para él, además del apoyo integral a su formación y futuro en la agricultura, esta beca le ayudará a “establecer conexiones y colaboraciones con expertos en el campo, entre ellos los de Pascual, que ampliará mis perspectivas y posibilidades en la agricultura”.
Además de los nuevos perfiles agrarios, como el de Adrián, esta II Edición de Becas Pascual ha ampliado su radio de acción llegando por primera vez a zonas rurales de Cataluña y Extremadura, con estas becas continúan formando a alumnos de explotaciones ganaderas y agrícolas localizadas Castilla y León, Galicia y Cantabria. En este sentido, Pablo Redondo, ingeniero agrónomo y responsable de Compras Agropecuarias de Pascual explica que: “Pascual está comprometida desde hace más de 20 años con el desarrollo sostenible. Actualmente apoyamos a cerca de 220 agricultores españoles. Vivesoy apoya a nuestra tierra y a sus trabajadores, contribuyendo, gracias tu confianza, a garantizar la sostenibilidad del campo y el futuro de nuestros entornos rurales, aspectos clave para fortalecer el sector primario de nuestro país”.
“Pascual está comprometida desde hace más de 20 años con el desarrollo sostenible”
Pablo redondo.
Una de las particularidades que tienen estos becados es que con sus ideas nuevas y frescas pueden aportar muchísimo a un sector cada vez más envejecido y tradicional. Al ser preguntado, Adrián lo tiene claro y plantea una interesante reflexión sobre el uso de drones con el fin de mejorar y modernizar el sector: “Con este mundo estoy fascinado por las posibilidades que los drones ofrecen para mejorar la gestión de cultivos y la eficiencia en la agricultura. Estos dispositivos permiten realizar un monitoreo detallado de los campos, identificar áreas problemáticas y aplicar tratamientos de manera precisa. Creo que la incorporación de la tecnología de drones puede ser transformadora para la agricultura en mi región, especialmente en lo que respecta al cultivo de maíz y la creciente adopción de cultivos como la soja. Estoy emocionado por explorar aún más estas tecnologías y su potencial para modernizar nuestras operaciones agrícolas y mejorar la sostenibilidad en el campo”.
Gracias a becas como estas, y otras iniciativas, Pascual ha logrado establecer relaciones estables, duraderas y cercanas con todos sus ganaderos y agricultores, así como con sus familias. Algo que Pablo Redondo considera importante: “El equipo de compras de soja visita cada parcela con una periodicidad de dos semanas, así conseguimos tener una relación directa con nuestros agricultores y un producto con una calidad, trazabilidad, seguridad y garantías totales para nuestras bebidas vegetales. En definitiva, acompañamos al agricultor a lo largo de todo el ciclo de cultivo asesorándole y ayudándoles en todo lo necesario. La cercanía con los agricultores que proveen a la compañía es muy importante para Pascual.”.
“Nosotros, los jóvenes, con nuestra energía, entusiasmo y educación actualizada, podemos garantizar la continuidad de la agricultura como una industria sólida y sostenible”
Adrián Sabino.
Las cifras que avalan a la compañía apoyan las declaraciones de Redondo, por un lado, Leche Pascual trabaja con 292 familias de ganaderos situados en núcleos rurales, donde fijan población. El 85% lleva más de 15 años con la compañía; consiguiendo, además, que su granja sea sostenible y rentable. A la pregunta de qué tiene que tener un agricultor para pasar a formar parte de la familia Pascual, el responsable de compras lo tiene claro: “Lo primero que trabaje y labre las tierras de nuestros pueblos de España, que ame su oficio, que tenga ganas de hacer las cosas bien y con una visión innovadora, que haga una agricultura tradicional, pero incorporando nuevos modelos de modernización del sector y que quiera entrar a formar parte de una nueva alternativa de la mano de Pascual y Vivesoy”.
Alianzas productivas cuyo resultado más tangible se ve por ejemplo en que todas las materias primas de las bebidas vegetales Vivesoy son 100% cultivo local, certificado por AENOR, de la mano de 220 familias de agricultores. O que las fábricas de Pascual se encuentran en municipios rurales, como demuestran los casos de los complejos industriales de Aranda de Duero y Gurb; las dos plantas embotelladoras de Bezoya, su marca de agua mineral natural, afincadas en los municipios segovianos de Ortigosa del Monte y Trescasas; y el tostadero de Mocay, en Navarra, situado en el municipio de Tajonar.
1Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG)
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