«Ojú, chiquillo, qué susto más grande». La vicealcaldesa de Jerusalén, Fleur Hassan-Nahoum, expresa su miedo por la situación en Israel en un castellano sureño tan natural que cuesta imaginarla gobernar en una lengua extranjera. «Yo soy andaluza», dice a EL ESPAÑOL del otro lado del teléfono, dispuesta a conversar sobre su identidad y la del suelo que pisa. Como todo sionista que se precie, Hassan-Nahoum aspira a un país de convivencia entre religiones, pero bajo la administración de un Estado judío.

Nacida en Londres, se crió en Gibraltar en una familia judía sefardí. Heredó la vocación política de su padre, el ministro principal yanito Joshua Hassan, aunque se la llevó muy lejos: al Likud de Benjamín Netanyahu. En 2001, Hassan-Nahoum llegó a Israel en plena Segunda Intifada, una ola de violencia entre árabes y las fuerzas israelíes que acabó con más de 4.000 vidas. La venganza fue más fría que la acometida: 3.368 de las víctimas mortales fueron palestinas. La crisis acabó en 2005 con la evacuación de Gaza por parte del Ejército sionista.

Desde entonces, más de dos millones de personas han permanecido encerradas ese enclave entre Israel y Egipto más pequeño que La Gomera. Muchos han descrito la franja de Gaza como «una cárcel al aire libre». Hassan-Nahoum discrepa: «Hemos sido generosos con ellos. Les hemos dado permisos de trabajo y ayuda médica». Tanto la entrevistada como el periodista hablan en un pretérito que no saben formular. Mientras la conversación discurre, las concertinas de ese presidio están abiertas, hay decenas de gazatíes armados en las calles del sur de Israel y Hamás ha tomado a cientos de judíos como rehenes. «Mira cómo nos lo pagan», reprocha.

[Shlomo Ben Ami, exministro israelí: «Si Netanyahu ataca Irán, la guerra será apocalíptica»]

«Esto es más duro que cuando llegué. Hice aliá [inmigración de la diáspora hebrea a Tierra Santa] hace 22 años. Cada semana había un ataque terrorista en Jerusalén: volaban autobuses, explosionaban cafeterías…», cuenta la vicealcaldesa. «Pero ahora tengo un peor presentimiento. Ganar, vamos a ganar. El problema es a cuánta gente inocente vamos a perder. Esta gentuza va a por los inocentes«, declara.

Hassan-Nahoum también teme que esta guerra entre Israel y Hamás arrastre a todos los socios de la organización, designada como grupo terrorista por la Unión Europea. El domingo por la mañana, entraba en el combate Hezbolá, una organización hermana que administra a la población chií del Líbano, que atacaba posiciones del norte de Israel «en solidaridad» con los palestinos. La ficha del dominó que no debería caer es Irán: un conflicto con la República Islámica sería «apocalíptico», contó hace pocas semanas a EL ESPAÑOL el exministro de Exteriores israelí Shlomo Ben Ami.


Varias banderas de Hezbolá ondean en una manifestación en solidaridad con Palestina, este domingo en Beirut.

Efe

La noche del domingo aprendimos que, para sorpresa de pocos, Teherán planificó los mortíferos ataques del fin de semana y dio luz verde a que se pusiera en marcha el operativo después de una reunión el lunes 3 de octubre con Hamás y Hezbolá en Beirut. «Los iraníes son muy inteligentes, mandan a estos innombrables para que intenten destruirnos sin que ellos se tengan que ensuciar las manos, siquiera», sostiene la vicealcaldesa de Jerusalén.

¿Qué ha fallado para que haya sucedido lo de este fin de semana?

Quiero creer que un fallo. Pero es muy extraño que nuestros servicios de inteligencia, uno de los mejores del mundo, no viera esto venir. Si no, un chivatazo dentro del sistema de inteligencia. Eso sería bastante preocupante.

Un herido por los atentados en la ciudad de Beerseba (sur) es trasladado a un hospital de Jerusalén, este domingo.


Un herido por los atentados en la ciudad de Beerseba (sur) es trasladado a un hospital de Jerusalén, este domingo.

Efe

Y ahora, ¿qué se hace?

Aceptar que todo va a cambiar a partir de ahora. Los desencuentros de este año [por la reforma judicial propuesta por el Gobierno de Netanyahu] tendrán que superarse, y dar una respuesta contundente con los distintos sectores que conforman el Estado de Israel unidos.

¿Qué respuesta le gustaría que diesen? ¿Volver a entrar en Gaza?

Yo no entraría en Gaza. ¿Para qué? ¿Para que maten a los [más de 100] rehenes? Qué va, tenemos que echarle imaginación. Nos hace falta algo como lo que pasó en Entebbe [cuando, en 1976, el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) secuestró un avión de Air France y lo hizo aterrizar en Uganda. Las Fuerzas Armadas y el Mosad hicieron una de las operaciones más arriesgadas de la historia del joven Estado israelí, y lograron rescatar a casi todos los secuestrados]. Nos hace falta algo así. Y confío en que nuestros servicios de inteligencia lo consigan.

¿Teme que la guerra se extienda a Cisjordania?

No. La Autoridad Palestina está adormilada en su lucha. Mahmud Abbás no tiene el coraje para entrar en guerra, ni tampoco quiere compartir lucha con Hamás. Si esta gente [Hamás] se sale con la suya [y consiguen mayores objetivos], ganarían popularidad en Cisjordania en detrimento de Abbás. De hecho, va a ser un reto muy duro para Mahmud Abbás mantenerse en equilibrio a partir de ahora. Su liderazgo está contra las cuerdas.

El problema con los líderes palestinos, de un lado y de otro, es que son pésimos y mienten a su gente. En vez de decirles la verdad, que Israel está aquí que no los van a echar al agua como quieren, siguen echando leña al fuego del Estado palestino «del río al mar». ¿Cómo vas a reclamar Haifa a estas alturas? Creen que nos van a echar y eso sólo demuestra que viven en otra realidad. Es como si mi familia hablara de conquistar Andalucía

[Irán planificó en Beirut con Hamás y Hezbolá los mortíferos ataques coordinados contra Israel]

Hamás ha secuestrado a más de cien ciudadanos israelíes que ahora están en territorio gazatí. ¿Qué estarían dispuestos a hacer por los rehenes?

Todo. El valor de la vida de un ciudadano israelí es muy alto. En 2011, acordamos rescatar a Gilad Shalit, y devolvimos a Hamás 1.027 prisioneros palestinos. No me dedico a asuntos militares. No sé qué harán. Pero creo que tampoco es muy sensato ponernos a soltar terroristas.

Entonces, ¿estaría dispuesta a ceder territorio?

Yo daría territorio a un gobierno que sé que va a respetar la paz. Si los palestinos tuvieran un Mandela o un Gandhi, negociaría cederles algo. Pero los que tienen ahora, su sueño es la destrucción: esta gente de Gaza lleva 11 años intentando un ataque así como el del sábado. Su única motivación es excavar túneles, mandar globos… para destruirnos. Y su problema no está con el territorio. Hubo muchos problemas antes de que existieran los asentamientos en 1967.

O mira lo que pasó cuando salimos de Gaza en 2005. ¿Qué hemos ganado desde entonces? Si quisieran paz, podrían haber demostrado que se saben gobernar. Pero no pueden, porque los dirige quien los dirige. Israel protege a sus hijos más que ellos mismos: el sábado, en respuesta a los ataques, mandamos notitas antes de bombardear el edificio Palestine de la ciudad de Gaza, para que desalojaran y no murieran civiles inocentes. Ellos viven por la destrucción, y no tienen ninguna propuesta sobre la mesa más allá de boicotearnos. Gaza podría haber sido Dubai, pero la han convertido en Beirut.