Charlamos con el cantante, que dejó los escenarios en noviembre del 2021
Hay una paz concreta en el silencio de esta casa. Hasta el piano, en silencio, parece destilar una melodía de otoño, un himno a la palmera que lucha, en el patio, con las enfermedades que ponen tristes a los árboles. El cantante, Joan Manuel Serrat, vuelve de la ducha sonriente, y se sienta ante la mesa larga donde (en noviembre de 2021) le contó a este periodista que dejaba los escenarios. Los dejó.
Ahora está en su casa, en este momento prepara un viaje a París. En pos de sus nietos y de su hija, él y su mujer preparan otro viaje al otro lado del mundo, a Australia. Sus ojos, los que cuentan su porvenir o su presente, miran con una alegría solitaria, como si únicamente mirara al patio o a los ojos que tiene enfrente. Espera las preguntas con la energía que siempre tuvo para contestar. Pero en esta ocasión, al menos el periodista observa que dentro de todo sí o no de lo que tenga que responder, hay una expresión de sosiego que no es aquel nervio de alerta con el que respondía cuando aún tenía que explicar sus apetitos de calendario o las incertidumbres a las que los sometió, en años más tensos o más trabajados, la vida propia de un artista.
En algún momento de la conversación el periodista le dijo que lo encontraba más cercano, más ligero, mejor de espíritu y quizá de todo lo demás que le doliera, o le preocupara, en el pasado. En este tiempo no ha concedido ninguna entrevista, y acaso ni esta es una entrevista, sino una conversación sobre un tiempo y un país que él ya ha cantado, y contado, en sus canciones (como Raimon, por cierto: los dos cantautores han llevado a los escenarios versiones propios de ‘D’un temps d’un país’). Sigue componiendo, por ahí debe estar su guitarra, en este lado de la casa sólo están el piano, libros, esta mesa, y la palmera a la que él cuida como si fuera un poster del Barça de cuando incluso él jugaba con Kubala.
El periodista se fue de la conversación con ese sosiego que pocas veces alcanza uno en el oficio. Es como escucharle cantar, por ejemplo, ‘Paraules d’amor’, en cualquiera de los idiomas del país del que en seguida hablamos.
¿Cómo ha evolucionado el tiempo y este país para usted?
El tiempo se mueve inflexiblemente y el tiempo es muy severo y muy serio. Pero el país se mueve por otra serie de elementos que conforman el bloque que conformamos entre todos. El tiempo tiene una medida, es independiente, el tiempo va por su cuenta. En cambio, el país no va por la cuenta de los que lo conforman. El país es una serie de accidentes que se van produciendo, ¿no? Hubo un tiempo, por ejemplo, en el que se pretendía rendir homenaje a lo que fue la nueva canción catalana, desde su origen en los años 60 hasta el año 75, hasta la democracia. Eso fue el resultado de un tiempo. De un tiempo que, a pesar de que se movía, tuvo unas constancias determinadas o enmarcadas por la situación política, y de un país en el que todos habíamos crecido y emergía de una manera anárquica.
Ya ese país es un país adulto, por así decirlo. ¿Cómo ve usted el momento que está travesando España?
A ver, si por adulto entendemos que ha aprendido de verdad de lo que fue, pues… Yo creo que no, que el aprendizaje ha estado lleno de desaciertos, más de los que hubiéramos querido, cuando evidentemente han ocurrido cosas por las que la gente, o buena parte de la gente, peleó y luchó, pero que luego fue perdiendo el factor aglutinante. Porque hoy no veo otra transformación de los deseos y realidades. Pero… seguramente lo que vemos hoy, lo vemos con una sensación de pérdida, no solamente del tiempo vivido, sino de nosotros mismos.
Me he retirado del escenario, pero por voluntad propia. A mí no me obligó la gente a retirarme, no la salud
¿Y cómo se ha sentido en este tiempo en el que, en efecto, ha ocurrido lo que dice?
Hace poco tiempo que he dejado los escenarios y… confieso que de vez en cuando tengo una cierta nostalgia por no ejercer al 100% en este oficio. Es decir, sigo amando la música, la sigo haciendo o sigo escribiendo, pero ya no tengo al público como contraste o como confirmación de lo que yo hago. Eso me falta. No tengo el escenario como lugar, tampoco. Y en mi caso el escenario es muy importante. Alguien podría pensar que todo esto se puede hacer sin el escenario y que hay otras maneras de comunicarse con la gente. Bueno, un novelista podrá hacerlo, seguro. Un pintor puede hacerlo, también, pero un cantante no. En los tiempos que corren, han cambiado las reglas del juego dentro de la relación entre el cantante, o el artista, y el público. Por eso, para mí, el escenario es lo único que no podría haber cambiado. Entonces, al haber dejado el escenario tengo una gran dificultad en poder transmitir un trabajo a la gente. También creo que yo no me adapto bien a los medios, a los nuevos canales de comunicación que existen, seguramente porque a los canales de comunicación de hoy en día les interesan otras cosas más cómodas y más fáciles de manejar para ellos. Pero creo que la gente entenderá esto que digo: yo no me he retirado de un oficio ni de un sentimiento. Me he retirado del escenario, pero por voluntad propia. A mí no me obligó la gente a retirarme, no me obligó la salud a hacerlo.
¿Qué le está diciendo a usted la música que le viene ahora y qué está diciéndole el alma de la música que siempre tuvo?
Que siempre hay que trabajar. Y como no tengo la exigencia de hacer un trabajo inmediato, me doy unos plazos más cómodos, no como los de siempre. A mí me gustaría siempre hacer las cosas que me gusten y, sobre todo, que se entiendan y que puedan ser compartidas. Porque si no tienes ningún interés en que el otro no lo entienda, no hace falta terminarlo.
La Constitución es cambiable. Es decir, todas las constituciones a lo largo de la historia han ido cambiando.
¿Ahora qué le llega al alma?
A mí me sigue conmoviendo lo cotidiano. Las emociones son cotidianas. Las ilusiones también lo son. Y… yo no te diría que son las mismas cosas de siempre, tal vez con otros sujetos o elementos. Pero sigo teniendo el deseo de transmitir y compartir estas emociones con los otros. Por más que los tiempos se modernicen o se vuelvan mezquinos, los hombres siguen estando ahí, sus dudas están ahí, sus sueños están ahí, sus decepciones están ahí, sus fantasías están ahí, sus vicios y sus pecados están ahí y sus virtudes están ahí.
Usted ha creado una banda sonora para la gente. ¿Cuáles serían ahora las canciones de su propia banda sonora?
Todos tenemos unas canciones que forman parte de nuestra vida, sí. Canciones con las que hemos crecido y se han hecho viejas con nosotros. Hay canciones que nos dan miedo, o nos traen recuerdos de un tiempo oscuro. Pero otras te devuelven la felicidad.
Sí. Pero, ¿qué canciones viajan con usted?
Tendría que decir nombres, pero… es que son muchos años y muchas canciones.
Psicológicamente yo creo que estamos absolutamente perdidos, es decir, no es un buen momento
Bueno, nombre las suyas.
Eso es una cosa misteriosa, porque las canciones que más he tocado y cantado son las que han pasado por un abanico de situaciones. Es curioso: las que menos canté, probablemente están más presentes. Pero… es difícil seleccionarlas.
Algunas canciones suyas las ponemos para escuchar a poetas que no estuvieron bien tratados por la historia.
Yo lo primero que quiero decir es que, en general, no escucho mis canciones. Bueno, las escuchaba antes, cuando tenía que hacer un programa determinado y buscaba cómo generar el orden y lo que musicalmente se pudiera armonizar de manera global, digamos. Y lo de los poetas, pues… Yo no puse música a Machado o a Hernández para que la gente los conociera. Siempre he pensado que eso era labor de las escuelas, de los maestros. Yo les puse música porque musicar a un poeta era algo que estaba permitido y bien visto. Y eso te permitía jugar y descubrir y eso fue lo que a mí me dio tan buenos letristas, jajajaja.
Entonces, ¿no va a decirnos qué canción suya le llega más al fondo del alma?
Es que yo tampoco lo sé. No se trata de guardar ningún secreto, eh, pero… De otros artistas sí puedo decírtelo. Porque hay gente que me ha marcado mucho, como Rafael de León, porque yo escuchaba mucho sus canciones. Pero lo mismo te diría de la canción popular francesa, o de la canción italiana. En fin, yo tengo un repertorio muy amplio de influencias. Quizá eso me ha permitido también estar un poco flotando e hilvanar temas.
¿Cómo se siente en este nuevo tiempo?
Yo me siento bien. Me siento bien en mi casa. Soy un hombre poco sociable, me muevo mejor en casa o en los ámbitos más controlables, sencillos. Tengo que ser más social, quizá. Pero mi profesión te obliga a tener una actitud más social y, por tanto, llena de eso que llaman compromisos. Hay un espacio de pérdida que echo de menos: un fin de semana con unos amigos. Pero soy un hombre familiar de toda la vida.
¿Le da la impresión de que todo lo que ocurre ya ocurrió antes?
Sí, sí. Es que para mí de todo ya hace 70 años, jajaja. Yo nací en una posguerra con un país dividido. Y en estos momentos me encuentro con un país fragmentado, que sigue viviendo polarizado y culpabilizando de todo a los demás. Por ejemplo, aquí se dice que se deja a un perro en la acera y sale uno y encuentra 20 argumentos distintos, responsabilizando al dueño del perro, otro responsabilizando al propio perro, otros responsabilizando al ayuntamiento, otros responsabilizando a la comunidad de vecinos…
El Mediterráneo es hermoso y, sin embargo, también es un sitio donde se prohíbe a Open Arms cumplir la primera ley del mar: salvar a todo aquel que está en peligro de morir
¡Y que sea otro el que lo salve!
Sí, es decir, en lugar de solucionar uno las cosas… eso es lo que pasa. Esto es abrir los caminos a los salvadores de la patria en lugar de esforzarse en hacerlo uno mismo.
Hace muchos años le hice esta pregunta. Pero quisiera hacérsela de nuevo. ¿En qué momento cree que estamos moralmente, psicológicamente y sociológicamente?
Bueno, las reglas morales por las que por las que funcionamos, yo creo que no son realmente las que las que deseábamos, ni las que ni las que nos pueden ayudar más a solucionar nuestros problemas sociales y psicológicos. O sea, que vivimos en un mundo donde el dinero lo justifica todo. Con lo cual, solucionamos una parte de nuestros problemas, pero mantenemos perfectamente abiertos otros. Psicológicamente yo creo que estamos absolutamente perdidos, es decir, no es un buen momento. Afortunadamente parece ser que el control de las enfermedades mentales está aumentando. Nos va a dar unos resultados terribles ver hasta qué punto el ciudadano está sometido a una serie de presiones y que es incapaz de resolver por sí mismo determinadas situaciones. También está el buenismo, que también es malo porque no conduce a ningún lado.
Siempre nos quedará la alegría de vivir… para buscarnos la vida.
Pero es que eso no le sirve al rebelde, ni le sirve al luchador, ni le sirve al trabajador, ni le sirve a nadie. Es decir, no es algo que se regale o aparezca por generación espontánea. Yo creo que la alegría de vivir implica sentirte parte de una tribu o el sentirte amado. Cada día abro los ojos y pienso qué es lo mejor que me va a pasar. ¡Estar con la gente que quiero! Eso es lo mejor.
La vanidad te afecta. Ojalá tuviera un antídoto porque, como decía Yupanqui, la vanidad envenena toda huerta
Eso, y estar en su tierra.
Mi país es el lugar donde he nacido y la tierra que amo y de la que me siento parte.
Una de las satisfacciones que debe tener un cantante es darle alegría a otros, ¿no?
Sí. Es verdad. Quién iba a decir que una canción puede darte eso. Es maravilloso, ¿no? Pero de cosas así está hecha la vida. Y lo interesante es ver cómo la gente se apoya en tus canciones en momentos importantes de su vida: en amores, en bodas, bautizos, funerales y divorcios.
Serrat, una de sus canciones con mayor repercusión ha sido ‘Mediterráneo’.
Es que la imagen de la foto fija que deja la canción del Mediterráneo es la del amor por el ámbito donde has nacido, crecido y donde esperas terminar el trayecto. Y porque lo cultural está ahí, porque es ahí donde se han forjado las grandes culturas. Pero también ahora es un sitio donde muchos migrantes encuentran la muerte. Eso es así. ¡Ay, lo que hemos visto estos días en Lampedusa! El Mediterráneo es hermoso y, sin embargo, también es uno de los más contaminados del mundo. Es un mar donde se prohíbe a organizaciones como Open Arms, por ejemplo, o se la persigue. Y lo único que están haciendo es cumplir la primera ley del mar: salvar a todo aquel que está en peligro de morir en el mar.
Es un catalán de Madrid. De Buenos Aires. De México. De Santiago se Chile. Esa relación con América, ¿qué le ha dado?
Me ha llevado a sentirme un latinoamericano, un chico latinoamericano de Barcelona. Desde al año 68 hasta la fecha, eh. Con ellos he compartido sus alegrías y sus tragedias. Gracias a ellos soy mejor persona y mejor artista.
¿Y cómo ha viajado ese chico sin ser tocado por la vanidad y el dinero?
Esto no es verdad. A ver, la vanidad te afecta. Ojalá tuviera un antídoto porque, como decía Yupanqui, la vanidad envenena toda huerta. Mi nivel de vida pasó de ser hijo de una familia obrera a poder estudiar. Ya solo eso te da otra cierta manera de ser, porque significaba poder ganar algo más de dinero. Y el dinero da un confort, un nivel de vida, unas posibilidades, un acceso a mil cosas. Está bien. Lo importante es no ponerlo en la cima de todo.
¿Que usted sea un cantante bilingüe quiere decir que es el cantante de una España plural?
Sí. Es verdad.
Ahora esa España plural va a tener el catalán, entre otros idiomas, en el Congreso de los Diputados. Y la que se ha armado, ¿no?
A mí no me importa. O sea, el barullo que se está montando a mi no me importa. Oponerse a eso es un error más de esta derecha reaccionaria y absolutamente ignorante, ignorante y con poco talento. Creo que estamos dando demasiada importancia a eso. España es plural, es un hecho, aunque parecía que lo era. También me gustaría decir una cosa, ya que hablamos de estos temas: la Constitución es cambiable. Es decir, todas las constituciones a lo largo de la historia han ido cambiando. No entiendo por qué se arma tanto barullo cuando se propone cambiarle algo a la nuestra.
Una última pregunta. Me gustaría saber qué papel juega la nostalgia en este momento de su vida.
La nostalgia es inevitable, sobre todo a medida a que va avanzando la vida. Una de las grandes tragedias que se va produciendo son las pérdidas. De gente y de realidades. Cuando eres más joven, las pérdidas son tremendas, pero son peores si eres mayor porque esas pérdidas te van dejando más y más vacío. La nostalgia es inevitable cuando ves la foto de tu amigo, de tu hermano o de la persona querida, de tu amor, y ya se ha ido.
Ya hemos terminado, Serrat. Muchas gracias.