Diego Sánchez Aguilar presentó recientemente en la librería Antígona de Zaragoza su última novela, Los que escuchan (Candaya). Un libro en el que el autor recorre las ansiedades y los miedos que definen la sociedad contemporánea.

 

–¿‘Los que escuchan’ es una novela de ansiedad?

–Es una novela de ansiedades. Hay una gran ansiedad y luego hay diversas ansiedades, cada personaje porta su propia ansiedad. Esperanza encarna la ecoansiedad ante el cambio climático y la amenaza del colapso, Asunción encarna la ansiedad laboral y su hijo Andrés la ansiedad por el miedo al fracaso y la exigencia del éxito continuo.

 

–Es una obra estrictamente contemporánea porque nadie aborda estos temas en sus novelas…

–Cuando me pongo a escribir me gusta escribir de las que cosas que me afectan personalmente o me preocupan. Este clima general de ansiedad, de no encontrar un horizonte futuro más o menos seguro, a mí me preocupaba mucho. Quise abordarlo con todas las consecuencias y yendo muy al fondo de estas cuestiones.

 

–De hecho, no se queda en la superficie, va hasta la profundidad e la trama para interpelar directamente al lector, ¿es esa la misión de la literatura?

–Cuando yo escribo, quiero interpelar al lector porque en realidad me interpelo a mí mismo. Yo no escribo con ninguna seguridad, escribo lleno de preguntas y esas preguntas que me atormentan y ocupan mi pensamiento son las que abordo en la novela. Lo hago con esa profundidad porque no me gusta ni quiero hacer una literatura maniquea.

Diego Sánchez Aguilar en su reciente visita a Zaragoza. ANDREEA VORNICU


 

–Desde luego, sus personajes están llenos de dilemas morales… Como en la vida real.

–Yo estoy continuamente en un dilema moral y muchos ciudadanos de Occidente vivimos en un dilema moral continuado. La sociedad que habitamos es una contradicción inmensa en la que no solemos pararnos a reflexionar porque hay mucha prisa y ansiedad y no podemos pero creo que eso sí es importante hacerlo en la literatura. Es ese pequeño territorio en el que nos salimos del mundo como lectores o escritores para reflexionar lo que la vida mundana no nos deja.

–¿Eso está afectando a la sociedad?

–Tenemos unos ideales preciosos como sociedad que vienen al menos desde la Ilustración, el bien común, la igualdad… pero eso luego no lo vemos en la realidad. Es como Don Quijote cuando sale armado con sus novelas llenas de ideales y se choca con los molinos y las pedradas de la gente. En la ecología lo vemos día a día, todos sabemos de su problema pero, al final, tienes que coger el avión, un coche… Hay que seguir.

«El capitalismo ha conseguido desaparecer como tal, está en todas partes»

 

–‘Los que escuchan’ también habla de que el capitalismo lo engulle todo.

–El capitalismo es una ideología y una organización de la sociedad histórica que tiene simplemente unos cuantos cientos de años y, sin embargo, ha conseguido, el nivel más alto de toda ideología, desaparecer como tal. Se ha convertido en una ley natural como la ley de la gravedad. El capitalismo lo absorbe todo y cualquier planteamiento alternativo a esa senda que ya es sentido común no capitalismo se considera una locura.

 

–¿Es una novela política más allá de la política?

–Ahora dices política y se piensa en partidos políticos y esta novela no va de eso, es una novela profundamente política porque habla del ser humano como ser social. No creo que el ser humano sea algo abstracto con ideales universales, independientes de su época y sociedad, creo que somos lo que somos y como somos por estar en una época y sociedad concreta. Todo lo que he escrito yo siempre ha sido político en ese sentido porque a mí me interesa el hombre en su entorno. Y de eso habla esa novela. Las emociones vienen determinadas por un marco social concreto y una época de presente globalizado que se ha comido al futuro incluso al pasado.