Es la mente detrás de las manos. El autor intelectual responsable de las bocas abiertas. El ojo atento que mira, tras el telón, cómo la ingeniería que diseñó para cada truco funciona y nos hace creer, así sea por un momento, que la magia existe. Que los magos que ejecutan sus creaciones tienen superpoderes. A sus 24 años, Julio Montoro ha ganado el Campeonato Nacional de Magia (celebrado en Valladolid del 6 al 9 de julio) en la modalidad de Invención, y ese triunfo le da pasaporte para acudir al Campeonato Mundial que se celebrará en Italia en 2025. El jurado se ha rendido ante su Leviosa, una baraja de cartas que levita, elevándose desde el suelo como si las reinas, los reyes y el resto de la corte de los naipes cobraran vida propia.
«Estoy muy, muy contento. En España la competición es muy complicada porque es el gran exponente de magia a nivel mundial. Hay varias categorías: magia con cartas, manipulación, puesta en escena… y a la que yo me presenté es la de invención. Entre el jurado estaba uno de mis grandes ídolos de la infancia, Jorge Blass, y que él me diera el premio fue como cerrar el círculo: sentí una emoción que no sabría explicarte muy bien», comienza relatando Julio Montoro a EL ESPAÑOL.
Los inicios de un mago
Ese círculo prodigioso empezó a formarse cuando Julio tenía sólo cuatro años. Su padre hizo lo que muchos padres: bromear con que se había cortado el dedo haciéndole un pequeño truco de magia, apenas una ilusión óptica: «Fue el típico truco del dedo que se separa y que parece que te lo cortas por la mitad, el que se sabe todo el mundo, pero yo me quedé tan impresionado que intenté quitarme de verdad el dedo y mi padre, al ver que me iba a hacer daño, me dijo que era un truco de magia y me explicó en qué consistían. Desde ese momento dije: ‘¡Dios, yo quiero ser mago!’», relata con simpatía Montoro, al que a partir de entonces siempre le regalaban cajas de magia en cada navidad y cumpleaños.
Todo en su casa remaba a favor de que aquel niño hiciera volar sus ideas. Junto a sus hermanas Pau y Elena montaba circos para el vecindario, y ahí empezó a probar sus primeras creaciones, cobrando una entrada simbólica a cambio de palomitas y arte: «Nos inventábamos los números, yo hacía magia y malabares y mis hermanas bailaban y cantaban. El hecho de que nuestros padres nos dieran rienda suelta ayudó a que dejáramos volar nuestra creatividad, y cada uno en nuestra rama somos creativos: mi hermana Pau canta y pinta, y mi hermana Helena pinta y dibuja genial. Favorecer la creatividad desde niños es muy importante, y más en este mundo actual».
Un poquito después, Julio empezó a inventar sus propios trucos de magia y a mostrárselos a todos en el recreo del cole. Era el mago oficial ya por entonces dentro de su pequeño mundo: «Y ya más adelante en el instituto, con 13 años, me compraron mi primer truco de magia y me convertí en el mago más joven en sacar un truco al mercado», añade.
Un truco en cada rincón del mundo
En el mundo de la magia hay quien se dedica a crear los trucos y quien se encarga de ejecutarlos. Algunos magos hacen ambas cosas, pero muchos, la gran mayoría, se limitan sólo a la puesta en escena. Julio Montoro se declara sobre todo inventor, pues crea trucos para otros magos y también para las tiendas de magia. «El otro día, por ejemplo, en una tienda de San Francisco vi mis productos. El de la magia es un mundo muy pequeñito, pero a la vez expandido por todo el mundo, y eso de que puedas encontrar un truco tuyo en una tienda de cualquier parte es súper gratificante», dice. Sin embargo, también se expone al público de tanto en tanto: «A mí me encanta actuar, me encanta hacer magia, pero no tanto ponerme delante de 2000 personas en un escenario porque, aunque algunas veces lo he hecho y me lo he pasado genial, me gusta más estar detrás del telón inventando una magia que muchas veces van a hacer amigos míos».
El mejor amigo de Julio es Adri López, que tiene un millón setencientos mil seguidores en TikTok y en muchas ocasiones es el abanderado que prueba sus creaciones originales: «Es como el que testea los juegos en primicia», dice Julio, «y a mí me gusta que mi magia triunfe sin que sea yo al que se vea, porque a mí no me gustaría ser famoso». De lo que no se libra es de ser aclamadísimo entre los magos que emplean sus trucos, como le está pasando estos días en los que está de gira por Estados Unidos. Esta conversación con EL ESPAÑOL tiene lugar justo antes de que dé una conferencia en Las Vegas para explicar minuciosamente su trabajo: «Los magos cuando voy por los pasillos me paran como si fuera una súper estrella, porque para ellos es genial que haya gente que inventa magia original. Siempre se necesitan nuevos trucos para que la magia sea fresca y se reinvente».
E inventando, inventando, Julio Montoro ha llegado nada más y nada menos que a venderle trucos al mismísimo David Copperfield, con quien entró en contacto a través de otro de sus mejores amigos, el productor de magia Joao Miranda. «Él fue uno de los primeros en confiar en mí y sacar trucos míos al mercado. Joao estuvo asesorando directamente a David Copperfield para alguno de sus juegos, éste le pidió uno de mi especialidad y Joao recurrió también a mí. Entonces nos pusimos manos a la obra y, cuando llegamos a la clave del asunto, se lo mandamos. A él le encantó y le vendimos los derechos», relata. Eso sí, no puede contar qué truco del afamadísimo mago estadounidense lleva su firma.
P.- Oye, Julio, siempre he querido entrevistar a un mago para preguntarle si tenéis poderes. Ya sé que no, pero a veces lo parece…
R.- (Se ríe) Me encantaría poder decir que tengo poderes, pero al final la magia es siempre con truco. Pero está muy guay hacer creer a la gente que lo que haces es magia de verdad. Antiguamente la gente se pensaba que la magia que hacían los magos era de verdad, pero ahora en el mundo en el que vivimos la gente está muy espabilada con las nuevas tecnologías y sabe que hay truco detrás, así que es un reto muy grande conseguir engañar y hacer creer que tenemos poderes.
P.- ¿Y cuál diría que es la habilidad principal de un inventor de magia?
R.- Diría que son dos: la creatividad es muy importante, la mente tiene que funcionar rápido para inventar magia y ser muy resolutivo. Por ejemplo, cuando estás inventando un truco de magia para un programa y sale mal en la grabación, tienes que dar una solución rápida porque tienes que seguir grabando. Y otra habilidad muy importante, aunque suene raro, es ser muy manitas, porque la magia lleva mucha construcción detrás. Los inventores de magia somos un poco Art Attack: tenemos que construir cartas, aparatos que parezcan normales pero que no lo son tanto… Hay que ser muy manitas y muy precisos, como si fuéramos cirujanos.
Cómo se inventa la magia
Para inventar trucos de magia no hay un tutorial, claro está, y de lo que echan mano los grandes creadores como Julio es de la experiencia previa: «Tienes que saber muchísimo, haber leído muchísimos libros de magia y conocer todos los trucos que están en el mercado». A partir de ahí, la imaginación toma el mando.
Julio trabaja con lo que él ha llamado «disociación creativa», que consiste en dividir cualquier objeto en sus distintos elementos y tratar de crear un truco de magia con cada uno de ellos: «Por ejemplo, con un taco de post-its pienso en inventar un truco con un papelito; romperlo y recomponerlo, dibujar una cosa y que cambie lo que he dibujado… y con todos los métodos que tengo intento crear un nuevo efecto».
El mago maestro
A pesar de que su éxito traspasa fronteras, de que los grandes del gremio se rinden ante él y de que, si quisiera, podría levitar como su baraja, el joven malagueño de 24 años sigue teniendo los pies en la tierra. Dice que la magia le gusta «un 100», pero la Educación «un 101». Estudió Educación Primaria, es maestro de inglés y acaba de sacarse unas oposiciones. En enero entrará a trabajar como interino en la escuela pública andaluza. Y eso le hace enormemente feliz porque, además, la magia también tiene su lugar en el aula: «Uso la magia en las clases para enseñar inglés a mis alumnos, les hago aparecer las palabras del vocabulario para que se motiven y lo aprendan de una forma muy visual y bonita; para que no se aburran en las clases y se dejen sorprender por el profe».
P.- Aunque tiene otro trabajo también por vocación, ¿en España se puede vivir de la magia?
R.- Se puede vivir de la magia sin problema, tienes que trabajar muy duro, pero se puede. Sobre todo actuando, que es lo que se conoce. A pesar de que España es referente mundial en magia, fuera este trabajo está en ocasiones mejor pagado.
P.- ¿Por qué tenemos tan buena reputación?
R.- En una gran parte es gracias al maestro Juan Tamariz. En España lo conocemos muchísimo, pero fuera es impresionante… Esta semana misma hubo una conferencia sobre Juan Tamariz en Estados Unidos, que fue sold out y a la que asistieron 800 magos.
P.- ¿Qué diría que es lo más bonito de su trabajo?
R.- (Piensa apenas un segundo). Mmm, diría que es crear algo que a nadie se le había ocurrido antes, ser esa primera persona. Además de que tienes un amigo en todas las ciudades del mundo, porque en todas hay magos: el mundo de la magia es muy pequeñito pero nos queremos mucho. Con subir un post en Instagram diciendo, qué sé yo, ‘estoy en Toulousse’, siempre va a haber un mago que te responda diciéndote de tomar un cafelito, y poder hablar de magia. Te sientes acompañado en cualquier parte.
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