¿Se imaginan a los pescadores valencianos capturando en sus redes más medusas que peces? Pues empiecen a pensarlo porque eso ya ocurre al otro lado del Mediterráneo, frente a las costas de Israel. Así lo asegura el profesor e investigador de la Universidad de Alicante (UA), César Bordehore, quien alerta de que eso mismo podría pasar en aguas de la Comunitat Valenciana más pronto que tarde si la temperatura del agua del mar sigue batiendo récords año tras año. 

Bordehore y los otros dos expertos en ecosistemas marinos consultados por Levante-EMV, del grupo Prensa Ibérica, coinciden en atribuir al sobrecalentamiento del mar como el principal responsable de que la población de medusas se haya disparado a unos niveles nunca vistos. De ahí, que cada vez sea más frecuente ver ondear en las playas valencianas, junto a la bandera roja o amarilla, la enseña blanca con la silueta azul de varias medusas alertando de la presencia de estos cnidarios que pueden arruinar el día a los bañistas. 

La playa del Saler se cerró en el verano de 2018 por la presencia de la temida Carabela Portuguesa. FERNANDO BUSTAMANTE


«Ahora hay muchas más medusas porque su periodo reproductivo se ha ampliado considerablemente al continuar muy cálida el agua del mar en invierno, además han doblado su tamaño porque el calor activa su metabolismo y crecen más rápido, y también están muchos más meses cerca del litoral porque las condiciones idóneas de temperatura se mantienen durante más tiempo», explica desde el campus de la Universitat Politècnica de València (UPV) en Gandia, el investigador Miguel Rodilla, profesor del Máster Universitario en Evaluación y Seguimiento Ambiental de Ecosistemas Marinos y Costeros.

«Ya vemos medusas grandes a finales de mayo»

«Hace unos años las medusas grandes llegaban a nuestras playas en julio y agosto, pero ahora ya las vemos a finales de mayo y junio, y también en otoño, e incluso en diciembre como el año pasado en Gandia», resalta este investigador del Instituto para la Gestión Integrada de Zonas Costeras de la UPV.

«Las medusas llegaban a las playas en julio y agosto, pero ahora ya las vemos desde finales de mayo hasta otoño»

Miguel Rodilla – Investigador del campus de Gandia de la UPV

Esta época dorada de las medusas seguirá en alza mientras la temperatura del mar frente a las costas valencianas no deje de pulverizar récords. El 11 de agosto de 2022 en la boya del Puerto de València se alcanzaba la temperatura máxima jamás observada con 29,94 ºC y en este último julio el día 30 se llegó a los 28,8, algo nunca visto a esa altura del año. Si cada vez se avanzan más máximos de temperatura, no hay que descartar que año tras año se pulvericen los registros en agosto o en septiembre, que es cuando el Mediterráneo está más caliente.

Tropicalización del Mare Nostrum

 Esta tropicalización del Mare Nostrum hace, según Mario Roche, conservador de peces e invertebrados de l’Oceanogràfic de València, que «la temporada reproductiva de las medusas se haya alargado varios meses, pues si antes se ceñía a finales de primavera y el verano, ahora encuentran temperaturas óptimas para reproducirse desde febrero hasta incluso octubre«. 

Reproducción sexual y asexual

La mayoría de las medusas tienen dos fases reproductivas, una sexual y otra asexual. En la primera, liberan gametos masculinos para fecundar a los óvulos que darán lugar a los huevos que cuidarán entre sus tentáculos y que, cuando eclosionan, liberan pequeñas larvas o plánulas

A partir de ese momento se inicia la fase de reproducción asexual, pues la plánula al llegar al lecho marino se transforma en un pólipo benctónico. Éstos se multiplican mediante un proceso llamado estrobilación, una especie de clonación, que genera nuevos pólipos. Conforme crecen van desprendiéndose de ellos pequeños trozos, del tamaño de una uña, llamados éfiras, que son los que dan lugar a las medusas.

«A mayor temperatura del agua los pólipos crecen más rápido y producen muchas más éfiras y están más tiempo generando medusas»

Mario Roche – Conservador de peces e invertebrados de l’Oceanogràfic de València

«A mayor temperatura del agua los pólipos crecen más rápido y producen muchas más éfiras. Además, si esas condiciones óptimas se mantienen durante más meses, los pólipos están más tiempo generando medusas», apunta Roche.

Rodilla incide en que «hace una década frente a nuestras costas la temperatura del agua en invierno era de unos 12ºC y ahora nos encontramos con valores próximos a los 14 ºC». Este calentamiento, además de disparar el ciclo reproductivo de las medusas, acelera también su crecimiento «al activar su metabolismo, con lo que ahora son más grandes ya que si antes el tamaño medio era de 25 centímetros de diámetro, ahora es de 40, casi el doble». 

Menos oxigeno en el agua

Bordehore, investigador del Instituto Multidisciplinar para el Estudio del Medio Ramón Margalef (IMEM) de la UA, añade que «conforme aumenta la temperatura del agua salada, el nivel de oxigeno desciende bruscamente, y esto es un escenario muy propicio para los invertebrados como las medusas, que en estas condiciones óptimas crecen muy rápido, mientras que por contra la falta de oxigeno ralentiza el crecimiento de los vertebrados, los peces entre ellos». Peces y medusas compiten por el plancton. «Si hay menos peces, por la sobrepesca, y además son más pequeños, las medusas crecen más rápido porque tienen más comida disponible», destaca. 

Medusa luminiscente (Pelagia noctiluca) en los acuarios de l’Oceanogràfic de València. L’OCEANOGRÀFIC


Esta falta de oxigeno también favorece los afloramientos de microalgas marinas, el fitoplacton, en las columnas de agua, algo que según Roche «acelera la reproducción de la Pelagia noctiluca, la principal responsable de la mayoría de las picaduras en nuestras costas». 

Esta especie que prescinde para reproducirse de la fase asexual es conocida popularmente como medusa luminiscente o clavel«Cuanta más comida hay, más se reproduce», señala Roche. Por tanto, la explosión de algas por la falta de oxigeno en el agua explica la masiva proliferación de este cnidario.