Más de 30 agencias de la ONU y ONG internacionales y nacionales trabajan actualmente sobre el terreno
En torno a 1,2 millones de niños sufren desnutrición aguda severa en Etiopía, según datos de Naciones Unidas, siendo especialmente preocupante la situación en las regiones de Afar, Amhara, Oromia, Sidama, South West y Tigray.
«Tengo una actualización humanitaria bastante densa y sombría de Etiopía», ha avanzado este viernes el portavoz del secretario general de Naciones Unidas, Stéphane Dujarric.
Solo «en junio y julio, más de 26.000 madres y niños recibieron apoyo nutricional en Amhara y el sur de Oromia», ha detallado el portavoz del organismo.
Además, «según las autoridades nacionales, hasta el 2 de agosto se han notificado más de 16.800 casos de cólera, incluidas 212 muertes relacionadas». Por su parte, «la malaria, a 30 de julio, ha afectado a más de 1,7 millones de personas y se ha cobrado 200 vidas.
A este respecto, Dujarric ha señalado que hay más de 30 agencias de la ONU y ONG internacionales y nacionales «trabajando arduamente para combatir los efectos de la desnutrición, que sigue siendo una preocupación» en las mencionadas regiones.
UNA «ASISTENCIA ALIMENTARIA OPORTUNA»
Desde la ONU se ha hecho notable hincapié en la necesidad de ofrecer una «asistencia alimentaria oportuna», así como en el «posicionamiento previo de medicamentos de emergencia y suministros médicos para las personas afectadas».
No obstante, la realidad es que «el llamamiento humanitario de 4.000 millones de dólares (unos 3.673 millones de euros) para 2023 para Etiopía está financiado solo en un 27 por ciento», según Naciones Unidas.
Asimismo, «el sector alimentario ha recibido menos del 25 por ciento de los 2.200 millones de dólares (alrededor de 2.020 de euros) necesarios», ha lamentado el portavoz del secretario general.
Cuatro meses atrás, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU suspendió la ayuda alimentaria a Etiopía, justificando su decisión en base a los robos y desvíos generalizados de ayuda crítica en el país.
Ahora la agencia ha comenzado a implementar nuevas medidas y controles mejorados para la entrega de asistencia alimentaria, distribuyendo algunos suministros de alimentos a un número limitado de distritos en la región de Tigray, según informes de prensa.
El conflicto en Tigray estalló en noviembre de 2020 tras un ataque del Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) contra la principal base del Ejército etíope, situada en Mekelle, tras lo que el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ordenó una ofensiva contra el grupo tras meses de tensiones a nivel político y administrativo, incluida la negativa del TPLF a la hora de reconocer un aplazamiento electoral y su decisión de celebrar comicios regionales al margen de Adís Abeba.
La ONU estima que unos 20 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Etiopía, una sexta parte de la población total. En el caso de Tigray, la región ha sido foco recurrente de combates entre las fuerzas del Gobierno y el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF), si bien las tensiones se han relajado tras un acuerdo entre las partes.