Netflix ya tiene su serie del verano. La segunda temporada de El abogado del Lincoln se ha convertido en uno de los mayores éxitos de la plataforma durante los meses estivales, llegando a desbancar de la cabeza del top de sus listas a la nueva entrega de Heartstopper, que era otra de las grandes bazas de la plataforma estos días. La otra esperanza estaba en The Witcher, pero tras las polémicas por la salida de Henry Cavill tampoco se podía confirar mucho en el resultado. Como el título indica, El abogado del Lincoln es una de esas series de abogados de las de toda vida, con el inconfundible aroma de los grandes clásicos. Y es que las recetas de siempre, cuando están bien hechas, acaban siendo un plato irresistible en cualquier menú.
La serie de Netflix tiene el sabor del Perry Mason más clásico, el abogado televisivo más carismático de la historia de la televisión, cuya nueva versión ha sido tristemente cancelada por HBO. Aquel reboot era muy bueno, pero quizá la exquisita ambientación en Los Ángeles de los años 30 la convertían en una producción muy cara. Y otros títulos como The good wife, ya habían demostrado que para hacer escenas de juicios memorables no se necesitan presupuestos excesivos. El secreto está en contar con unos diálogos bien escritos, un buen reparto para interpretarlos y la pericia del director para contarlos de manera ágil.
Todos esos elementos está en El abogado del Lincoln. Los piques entre defensa y fiscal y cómo intentan camelarse al jurado o demostrar que un testigo está mintiendo, las broncas del juez, los giros inesperados durante los interrogatorios… En sus escenas hay un repaso a los grandes momentos de la ficción judicial. Hasta el momento estamos teniendo un gran caso para cada temporada, pero ésta se ve aderezada por varias subtramas que contribuyen a dar más variedad y poder desarrollar al resto de personajes secundarios. Aunque Mickey Haller, interpretado por el hispano Manuel García Rulfo, es el indiscutible protagonista, el resto de los personajes también tienen sus momentos de gloria.
El abogado del Lincoln ya tuvo una primera versión para la gran pantalla en 2011 interpretada por Mathew McConaughey, tres años antes de True Detective, y que adaptaba el primero de los libros protagonizados por el personaje. Película que por cierto está disponible en el catálogo de Netflix con el título de El inocente. La serie de televisión arranca con el segundo de los libros, por lo que quizá el filme pueda ser una buena puerta de entrada al universo de Mickey Haller, aunque no es necesario haberlo visto para disfrutar de los capítulos de Netflix. El título de la serie viene porque inicialmente el abogado protagonista trabaja desde su coche, un Lincoln descapotable que luce matrículas que llevan rotuladas frases como «No culpable», «Sobreseído» y similares.
La trama de la serie arranca cuando Haller está empezando a remontar su carrera, por lo que la presencia del coche cada vez va perdiendo peso. Aunque su chófer es otro de los secundarios principales. El protagonista mantiene una estrecha relación profesional con sus dos exmujeres, una trabaja como fiscal (Neve Campbell a quienes recordarán los fans de la saga Scream) y la otra sigue con él en el despacho, (Becky Mewton conocida por su papel como una de las villanas de la versión norteamericana de Betty la Fea).
Esta nueva temporada resolvía el cabo suelto que se nos quedó abierto en la anterior, el asesino del tatuaje, pero se lo acaban ventilando rápido para centrarse en el caso que de verdad va a acaparar el argumento en los próximos episodios: el crimen de un promotor inmobiliario en el que la principal sospechosa es la bella propietaria de un restaurante que se negaba a vender para que la víctima pudiera pegar su pelotazo urbanístico. Sospechosa que casualmente había comenzado un romance con el protagonista. Su proceso por asesinato acapara todo el argumento hasta el último episodio, con un desenlace inesperado, tal y como pasó en el caso de la temporada anterior y como es norma en este género.
El artífice de la serie es el veterano productor televisivo David E. Kelley que últimamente está vendiendo series a todas las plataformas. Desde Netflix hasta HBO y Amazon, pasando por Disney. En su día pegó el pelotazo con Ally McBeal, pero en los últimos años ha tenido otros éxitos como Big Little Lies, The Undoing y Love and Death. La serie adapta las novelas de Michael Connelly, aclamado escritor y guionista estadounidense de best sellers policiacos y cuyo gran éxito ha sido el personaje de Harry Bosch. Este duro policía, del que hay cerca de 24 novelas escritas, ya contó con su propia serie de televisión de siete temporadas en la competencia, en Amazon Prime, protagonizada por Titus Welliver. Esta plataforma ha hecho un spin off, Bosch Legacy, de la que solo hay emitida de momento una temporada y que está centrada en contar las andanzas del investigador como detective privado en Los Ángeles tras abandonar el cuerpo de policía, en el que acaba de ingresar su hija.
Los personajes de Bosch y del abogado del Lincoln comparten el mismo universo de ficción, de hecho son hermanastros en los libros. Dado que el Mike Haller tiene idealizado a su padre y que Harry Bosch es el hijo de una prostituta que fue asesinada, la historia de cómo se conocen sería un argumento muy suculento para un crossover entre las dos ficciones. El hecho de que las dos series se emitan en plataformas distintas hace bastante complicado el que podamos verlos juntos alguna vez en pantalla. Por lo pronto, en el libro que adapta esta segunda temporada de El abogado del Lincoln, Harry Bosch era uno de los personajes de la trama. En la serie de Netflix, ni se le huele. De todos modos, ahora que hasta incluso los más grandes están cediendo los derechos de algunos de sus grandes títulos a la competencia en estos tiempos de contención de gastos por parte de las plataformas tampoco se puede decir que sea una opción imposible. Una serie de HBO como Ballers acaba de aterrizar en Netflix y Hemlock Grove, uno de los primeros títulos de la gran N hace tiempo que salió de su catálogo para irse a Amazon.
Haber estrenado de manera dosificada estos nuevos episodios ha contribuido a alargar el impacto de la temporada, con una repercusión mayor de la que hubiera tenido en el caso de haber estrenado todos los episodios de golpe, como suele ser la política de la casa. Una estrategia que le ha venido de perlas en unos meses de incertidumbre en los que las novedades llegan con cuentagotas a causa de la huelga de guionistas. Aquellos que puedan pensar que el éxito de los nuevos episodios cuestiona la estrategia de Netflix puede que se estén equivocando, porque si hay una serie que está hecha para ver a modo de marathón es precisamente ésta. La nueva temporada se ha estrenado en dos tandas de cinco episodios que perfectamente pueden caer en una sola tarde. El abogado del Lincoln ya tuvo una repercusión más que aceptable cuando su primera temporada se estrenó en junio del año pasado. El boca a boca ha logrado que muchos de los que se la perdieron entonces hayan aprovechado el estreno de la segunda para subirse al tren. Que tendremos tercera temporada es algo que se da por hecho.