Soy feminista, pero sobre todo soy madre. Quizá usted no sea feminista, o no crea en el feminismo. Pero si es padre o madre, le interesa esta historia.
A los 14 años, Keira Bell tenía problemas con su cuerpo. No le gustaba maquillarse, siempre llevaba pantalones, amaba a las mujeres. Su doctor la remitió a la Clínica Tavistock. Allí no escucharon las dudas de Keira: simplemente la convencieron de que era un hombre.
Keira se sometió a un tratamiento con acetato de leuprolida. Su padre no estaba de acuerdo, pero no pudo oponerse. Keira perdió el timbre de la voz, la menstruación, la fertilidad y la tersura de su piel, (hoy tiene barba). Y sufría efectos secundarios: confusión, mareos, pérdida de memoria, atrofia dolorosa de la vagina, sangrado vaginal. (Busque usted en Google ‘acetato de leuprolida’, efectos secundarios).
Pero no podía demandar al fabricante, puesto que había recibido medicamentos ‘off label’, fuera de las indicaciones para los que fueron aprobados según la agencia reguladora. Es lo que pasa si utilizas un medicamento autorizado para tratar la endometriosis, los fibromas uterinos, el cáncer de mama o la pubertad precoz, pero no para para hacer una reasignación de género.
Hormonas y mastectomía
Visto que ya no podía volver a ser niña, Keira no tuvo otra que seguir adelante, y se sometió a terapia hormonal de reemplazo y a una mastectomía.
Keira se sentía mujer, pese a todo. El tratamiento no había servido de nada. Y no podía demandar al médico que le recetó el tratamiento puesto que ella había firmado un consentimiento informado.
Pero el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra ha dictaminado que Keira ni había sido informada de las consecuencias a corto y largo plazo, ni tenía la edad suficiente para entenderlas. Su consentimiento no era válido.
En 10 años, el número de niñas que han cambiado de sexo aumentó un 400%
La jueza le pidió datos a la clínica: ¿cuántas pacientes en el 2018? 3.050. ¿En el 2008? 77 ¿Todos ellos se sometieron a reasignación? Sí. ¿Cuántos eran niñas que querían dejar de serlo? El 74%. En 10 años, el número de niñas que cambiaron de sexo había aumentado en un 400%.
Entre tanto, en Texas y Ohio (EEUU), en Australia y Finlandia ya son cuatro los casos que han salido en prensa sobre padres que pierden la custodia de su hijo o hija porque se niegan a que pase por este tratamiento experimental.
Un menor de 18 años no puede beber, ni fumar, ni casarse sin consentimiento de sus padres, ni vender o adquirir bienes inmuebles. Pero sí se puede someter sin mayor problema a tratamientos experimentales.
Hay miles de detransicionadoras en el mundo. (De nuevo, busque en Google, esta vez detransitioner). La mayoría han sido amenazadas, tal y como lo fue Keira, que ha tenido que vivir escondida y protegida durante meses.
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En España estos tratamientos ya se administran. En breve podría suceder que los padres perdieran la custodia de su hijo o hija si se oponen a que acceda a un tratamiento experimental. Se incluye en el borrador de la mal llamada ‘ley trans’ que el Gobierno amenaza con promulgar. Mal llamada, digo, porque ya tenemos una ‘ley trans’, la del 2007, que había sido considerada de las mejores del mundo según la ONU.
Mi oposición a la nueva ‘ley trans’ no tiene que ver con si soy feminista, que también. Tiene que ver con que soy madre.