Será en un céntrico hotel de Bruselas, a escasos 200 metros de la sede de las instituciones comunitarias. El expresidente de la Generalitat y ahora eurodiputado por Junts per Catalunya, Carles Puigdemont ha convocado este martes a los medios de comunicación para exponer públicamente su marco negociador con el PSOE de cara a la investidura de Pedro Sánchez.

Del contenido no ha informado a casi nadie, pero en Junts se prevé un discurso exigente, ambicioso, de listón alto -dada también la proximidad de la Diada de Catalunya, donde la ANC presionará contra el posible pacto- y en el que predominarán más los conceptos que las exigencias concretas. Habrá más palabras como reconocimiento o reciprocidad que detalles de inversiones económicas o de qué competencias transferir. El frontispicio son dos ideas clave: amnistía, como primer paso para luego abordar la otra gran reivindicación, la del referéndum de autodeterminación.

Desmarcarse de ERC

Puigdemont y Junts han subrayado una y otra vez que su estrategia es diferente -y, añaden, mejor- que la de ERC. El ‘expresident’ ha teorizado, en el texto breve Reunim-nos («Reunámonos») la idea de la confrontación inteligente con el Estado como única vía de acceso a la independencia, en lugar de la opción negociadora de los republicanos. En relación a la confrontación y el diálogo, en la presentación de un libro este lunes, el eurodiputado de Junts Toni Comín criticó de nuevo la vía pramgática de ERC y aseguró que «la negociación es un instrumento pero necesita otro instrumento para que se avance, que es la confrontación«.

Con todo, en ese mismo libro, Puigdemont defiende que la negociación es posible en un determinado momento siempre que se den dos condiciones: «reciprocidad y reconocimiento mutuo«. Reconocimiento de Catalunya como sujeto político, bilateralidad, y derecho a la autodeterminación. Todo ello tras una primera exigencia, que considera un punto de partida y no de llegada: la amnistía.

Respecto a esta medida de anulación de las causas penales, Puigdemont y su entorno han defendido reiteradamente que la medida cabe en la Constitución y que es necesaria para poner el contador a cero e iniciar una negociación de contenidos de autogobierno. El discurso del ‘expresident’ sobre la democracia española ha sido y es siempre de una gran beligerancia dado que considera a España un Estado con graves carencias democráticas.

Así pues, a la pregunta de qué va a pedir Puigdemont es posible que no exista una respuesta concreta, que se pueda medir en términos económicos o competenciales o inserir en una lista de reclamaciones lingüísticas, culturales, sociales o relacionadas con las infraestructuras. Todo ello es una concreción que para Puigdemont es menos clave que los conceptos. Eso, además, permitirá al líder moral de JxCat no quedar preso de concreciones y tener margen para negociar.

«Cobrar por adelantado»

En todo momento se trata de fijar un marco distinto a ERC. «No he ido a la cárcel por Rodalies y la financiación», ha proclamado el secretario general de Junts, Jordi Turull, para desmarcarse de la negociación clásica, de los llamados «dividendos».

En la idea de Puigdemont está también el concepto de «cobrar por adelantado«. Es decir, la exigencia de lograr cesiones tangibles y comprobables antes de votar a Sánchez, como sucedió con la negociación de la Mesa del Congreso y el compromiso del Gobierno de proponer la oficialidad del catalán en la UE, por escrito.

La clave en todo caso será hasta qué punto este «cobrar por adelantado» también lo reclama Puigdemont para la reivindicación del referéndum. Es conocido que el PSOE se ha negado reiteradamente y de forma inequívoca a entrar en esta vía. Fuentes de Junts apuntan a la idea de crear un marco (la palabra marco está en la convocatoria de la conferencia de este martes) para abordar durante la legislatura esta cuestión junto a otras relativas al autogobierno.

Los gestos

Puigdemont será exigente, pero en su historial existen también episodios de mano tendida al diálogo. Lo hizo tras el referéndum del 1-O, cuando buscó una mediación que evitara proclamar la independencia si se abría una negociación formal con el Estado; e incluso antes del 1-O propuso al Estado fijar las condiciones del referéndum.

Eso sí, una vez constatada la falta de acuerdo, llevó a cabo igualmente la iniciativa. Otra muestra de diálogo se dio este lunes con el encuentro inédito entre una vicepresidenta del Gobierno en funciones y el propio Puigdemont en Bruselas, aunque Yolanda Díaz acudiera -como subrayó el Ejecutivo central- en su condición de dirigente de un partido, Sumar, y no en nombre del Ejecutivo de coalición.

Pero esa reunión está en la misma línea del reconocimiento y la reciprocidad que Puigdemont exige y exigirá para superar su ostracismo y volver al centro del tablero político para negociar con el PSOE y dejar a ERC en un papel secundario. Además, el ‘expresident’ plantea que si hay acuerdo este se rubrique en Bruselas al más alto nivel, como avanzó EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica.

Otra muestra del interés de Puigdemont en salir de un cierto ostracismo es la muestra que inaugurará junto a Toni Comín por la tarde en el Europarlamento sobre la contribución de Catalunya a Europa. Ciudadanos ha expresado ya por escrito su queja formal sobre esta exposición, pese a que todavía no haya sido inaugurada.

Junts, casi a ciegas

De la intervención de este martes en Bruselas la dirección de Junts carece de información relevante, lo cual para algún dirigente es otra muestra del personalismo absoluto con el que se está gestionando la negociación.

El pasado jueves Junts convocó una reunión a fondo de la ejecutiva para abordar las negociaciones, pero en ese momento fue cuando Puigdemont anunció que sería él quien fijaría el marco negociador. Y este lunes la reunión con Díaz ha tenido lugar sin presencia de ningún dirigente posconvergente. La dirección del partido, además de representantes de ERC y la CUP, arropará al ‘expresident’ dado que tienen convocadas dos jornadas de debates internos.