«Nuestro papel como jóvenes es reclamar nuestro presente y nuestro futuro y hacerlo con nuestra propia voz». La sevillana Marta Bordons Martínez (26 años) fue una de las impulsoras de Juventud por el Clima (Fridays for future) desde la ciudad donde nació y donde reside y hoy, varios años después, sigue activa en la lucha contra la crisis climática. Su voz no es una excepción en su generación, aunque la realidad es diversa. Es una de las conclusiones del estudio sobre juventud y medio ambiente que ha elaborado el Observatorio de la Juventud de la Fundación SM presentado recientemente: el 72% de la juventud española cree que se debería dar prioridad a las cuestiones medioambientales en la política, aunque eso suponga un fuerte descenso del nivel de vida. Lo que más les preocupa, en torno al 87,5%, es la pobreza, el hambre y la escasez de agua potable como consecuencia de la situación climática actual y futura, según han informado a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica.

Ariana Pérez Coutado, socióloga, coordinadora de investigación y evaluación educativa en Fundación SM y coodinadora del informe, advierte, en cualquier caso, de que los resultados de sus análisis son complejos. «Uno de los resultados más interesantes es que la sociedad deposita en algunos casos una excesiva confianza en el compromiso de la juventud con el medio ambiente», explica. Pérez se refiere a que, pese a que el nivel de conciencia es bastante elevado, las personas de entre 15 y 29 años no confían del todo en sus propias capacidades en resolver la situación. Más de la mitad -el 57%- cree que la inventiva humana (ciencia y tecnología) asegurará que no convirtamos la Tierra en inhabitable.

«Es muy duro, porque nunca nos han enseñado cómo participar», explica Bordons sobre las causas de la situación. «Siempre se nos ha dicho que lo que podemos hacer es, a partir de los 18 años, depositar nuestro voto en una urna y confiar en que ese gobierno tomará las decisiones correctas por nosotras, y la realidad es que no lo hacen». Y añade: «No tenemos espacio para insertarnos en esa participación política ni social si se criminalizan las protestas».

El dato es abrumador: el 73% de la juventud, de acuerdo al estudio de la Fundación SM, está total o parcialmente de acuerdo con la idea de que «los políticos no tienen intención de implementar los acuerdos a los que se llega en las grandes cumbres mundiales». Sobre esto, Pérez Coutado reconoce: «La juventud no cree en la política institucional: ni en el aparataje de los partidos políticos ni en los propios poderes legislativos y ejecutivos».

Presentación informe “Jóvenes y medioambiente”, publicado por el Observatorio de la Juventud de la Fundación SM coordinado por Ariana Pérez Coutado, primera por la izquierda. Europa Press


«Juventud por el clima surgió justamente por eso», responde Bordons Martínez, «porque la comunidad científica internacional estaba lanzando un mensaje muy claro de urgencia y de necesidad de actuación inminente y drástica de cambio y nuestros gobiernos no están actuando como debería ser respecto a esta situación de emergencia».

Los responsables de la crisis climática

¿Quiénes son los responsables de la situación actual para la gente joven?: El 55% cree que son las grandes empresas, seguidas del gobierno central (43,3%), la Unión Europea (42,3%) y, en menor medida, las personas con mayores recursos económicos (34,8%), por citar los principales que recoge el informe. «La juventud está convencida de que el sistema capitalista es responsable de lo que ocurre, y que son los que menos en serio se están tomando el problema», indica la coordinadora del estudio. «Es por esto por lo que creen que son las instituciones supranacionales las más indicadas para resolverlo: la Unión Europea, la ONU…»

Juventud por el clima, organización de la que forma parte Bordons Martínez, es un movimiento social principalmente de gente joven que surgió en 2019 en todo el mundo (como Fridays for Future), a partir de dos huelgas mundiales estudiantiles en protesta por la inacción ante la crisis climática. Se organizan de manera asamblearia a partir de grupos locales, en una doble vertiente: la protesta y la sensibilización. Mientras preparan una gran movilización mundial para la próxima primavera, en los nodos locales trabajan en las cuestiones más cercanas, como la protesta y limpieza en las playas por el vertido de pellets en Galicia. En Sevilla, donde reside Bordons, están trabajando en torno a la escasez de agua y han estado muy movilizados en los últimos meses para evitar que saliera adelante la nueva ley de regadíos que amenazaba a Doñana.

«Aunque parezca que hay cosas que mejoran, la realidad es que las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando en todo el mundo», afirma Bordons Martínez. «Yo hasta que la gráfica no empieza a bajar no voy a creer que están haciendo nada porque vivimos de récord en récord. ¿Cómo voy a creer en los gobiernos si llevan 28 cumbres mundiales del clima pagadas por nosotros y todo va a peor?»

En lo que sí creen es en el poder de su generación, y de acuerdo a este informe, hay una conciencia muy clara de la importancia de acciones como el reciclaje. Más del 80% indica haber reciclado, al menos esporádicamente, residuos orgánicos, plásticos, papel, pilas o vidrio y alrededor de la mitad han participado en actividades relacionadas con la convservación de la naturaleza. «Lo que sí tienen muy claro, y así se refleja en el estudio, es que son conscientes de que por sí mismos no pueden acabar con el problema de la crisis ambiental, porque es un problema multifacético, pero las pequeñas acciones sí que tienen su efecto», indica la coordinadora del informe.

Marta Bordons Martínez, miembro de Juventud por el Clima, en una imagen reciente. Cedida


Juventud diversa

Pérez insiste en la importancia de entender la diversidad presente en la juventud actual. El informe concluye que conviven tres grupos bien definidos: los negacionistas, «no tanto porque niegan la realidad de la crisis climática, sino que niegan sus causas y las achacan a cuestiones como las migraciones o las malas decisiones de políticos concretos», explica Pérez. Otro grupo es la juventud apática, «tienen una actitud muy derrotista ante el problema. Son los que creen que no se puede hacer nada ya para detener la catástrofe ambiental, no encuentran alternativas para abandonar un estilo de vida consumista o herramientas eficaces para combatir la situación», dice. Por último, estarían los concienciados, jóvenes que se preocupan de llevar un estilo de vida sostenible y con un perfil de activismo extraordinariamente activo.

«Son tres patas de la juventud viendo por dónde se instala», responde a la clasificación Bordons Martínez. «Es difícil entrar en las vías de protesta que nos dan las propias instituciones, porque si te pasas de una línea ya en seguida nos llaman radicales».

En cualquier caso, aclara Pérez, el grupo negacionista es minoritario entre esta franja de edad. «Es un grupo que sociodemográficamente está bastante bien identificado: hombres, con un nivel educativo relativamente bajo y posicionados en términos políticos muy en la extrema derecha, tienen un comportamiento absolutamente consumista y egoísta y no tienen ningún tipo de prejuicio al respecto».

Protesta de Juventud por el Clima Sevilla. Cedida


Emociones negativas y salud mental

Las emociones que la juventud vive en relación a la crisis climática se identifican principalmente, de acuerdo con el estudio, con la impotencia (45% de las menciones), el miedo (42%) y la tristeza (36%). «Es muy difícil gestionar en nuestra salud mental todo lo que puede implicar la situación, que la ONU describe como el mayor desafío para la humanidad y que nos lo vamos a comer estas generaciones», se queja Bordons Martínez. «Me parece muy preocupante que no salte la alarma de esta esta juventud tan fragmentada y tan perdida, no tenemos herramientas para gestionar la ansiedad ni para sentirnos aceptadas y legitimadas para participar socialmente de diferentes maneras».

Pérez cree que el contexto en el que viven las y los jóvenes hoy es primordial. «No podemos pedirles que sean responsables, coherentes y comprometidos con la cuestión medioambiental en el marco de una sociedad consumista y, en términos generales, irresponsable», dice Pérez.

La mitad de la juventud -52%- piensa, como sea, que aún queda tiempo para actuar. Un dato revelador es la necesidad que sienten de ampliar su conocimiento sobre la situación: el 82% demanda más educación sobre temas ambientales en los centros educativos. La mitad reconoce desconocer cuál es la repercusión en el medio ambiente de los productos que compran.

El estudio de la Fundación SM concluye, por tanto, que es necesario «fortalecer la creencia de que tienen un papel clave y necesario y de que su impacto es eficaz».

«Hay que entender que aún hay tiempo, los científicos dicen que esta es la década que va a ser más relevante». Bordons es optimista. «Hay muchas maneras de participar, no todo tiene que ser organizarse en un colectivo, se puede ir de poquito a poquito, conociendo más y apoyándote en otras personas, es un camino difícil, pero cada uno puede hacer algo desde su campo de actuación».