El Cabildo de Gran Canaria ha iniciado trámites con el Ministerio de Cultura para devolver cinco cuadros que reclama la familia del último alcalde republicano de Madrid, Pedro Rico, y que forman parte del fondo patrimonial de la corporación insular desde 1942, cuando les fueron entregados en custodia. Según confirmaron ayer fuentes del Cabildo, tanto su presidente, Antonio Morales, como la consejera de Cultura de la institución, Guacimara Medina, se han mostrado favorables a su devolución desde que los descendientes de Rico y su abogada contactaran con la institución, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica y por ser una cuestión «de justicia social».
Se trata de cinco cuadros del fondo patrimonial del Cabildo que fueron cedidos en custodia durante el régimen de Franco, tras ser requisados Pedro Rico durante la Guerra Civil; tres Lucas Velázquez goyescos, un toro agonizante de Domingo Fallola pintado sobre cartón, y un óleo de Domingo Marqués, conforme a lo que publicó ayer LA PROVINCIA/DLP.
Estos cuadros no fueron los únicos que le fueron expoliados a Pedro Rico, ya que las fuentes han indicado que forman parte de una colección integrada por 23 pinturas y dos dibujos que están repartidos en otros museos de España, algunos de los cuales se han mostrado reticentes a su devolución, según han apuntado.
«Las obras están depositadas en la Casa de Colón, pero no somos los titulares institucionales de las mismas y, en cuanto tuvimos conocimiento del interés de la familia en solicitar la devolución de las cuatro obras pictóricas incautadas a Don Pedro Rico, iniciamos de oficio un procedimiento de restitución de material», ha recalcado la consejera de Cultura insular.
El Cabildo, en aplicación de la Ley 20/2022 de Memoria Democrática y el Real Decreto 2134/2008, ha iniciado el procedimiento para la restitución a particulares de los documentos incautados con motivo de la Guerra Civil española, ha explicado Medina, en unas declaraciones que han sido facilitadas por su gabinete de prensa.
«Nuestra única opción consiste en devolver las obras incautadas a la familia, pues son los legítimos propietarios de unas piezas expoliadas. Es de justicia social (previa confirmación de la propiedad) devolverlas aunque la vía jurídica disponga de argumentos contrarios», ha recalcado la consejera.
En cualquier caso, Medina ha apuntado que aunque el Ministerio de Cultura considere que la competencia les corresponde y que, por tanto, se centraliza en la institución estatal, durante 80 años han cuidado ese patrimonio desde la institucional insular.
Tal y como recoge LA PROVINCIA/DLP en su edición del domingo, entre la larga lista de obras incautadas por la Junta de la Segunda República se encuentra, desperdigada por rincones de toda España, la colección personal de 23 pinturas y dos dibujos de Pedro Rico, quien huyó del país en enero de 1937 hacia Francia. La Casa de Colón es uno de los museos responsables de la custodia, aunque aún sigue siendo un misterio por resolver la incógnita sobre cómo llegan las obras de arte a Las Palmas de Gran Canaria.
El 27 de octubre de 1941 se envía a la capital un depósito de 39 bienes provenientes de la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional como destinatario el Gobernador Civil de Las Palmas, Plácido Álvarez Buylla. Se trataba de material almacenado dentro del Museo del Prado por la Junta Delegada de Incautación durante la Guerra Civil, entre el que figuraban las piezas extraídas provisionalmente del domicilio de Rico. La gran galería de Madrid fue la responsable del patrimonio artístico despropiado durante varios años. De hecho, hoy en día alberga dos obras del mismo Rico, que también son objeto de reclamación de los familiares.
Las piezas, llegan a la ciudad al año siguiente y se entregan a custodia del Cabildo de Gran Canaria el 5 de febrero de 1942. El entonces presidente insular, Antonio Limiñana López, se compromete a exponerlas dentro del Museo Insular de Pintura. Ahí permanecen una década hasta la fundación de la Casa de Colón, a donde son trasladadas y aparecen consignadas en su catálogo el 18 de julio de 1952, como «una aportación del Prado que procede de fondos de recuperación y es mucho menos valiosa, aunque registra piezas de belleza singular».