Tony Blair ha vuelto. El exprimer ministro británico ha sido rescatado por el actual líder del Partido Laborista, Keir Starmer, como un activo más de cara a la más que probable victoria de la formación en las próximas elecciones generales en el Reino Unido, previstas para finales de 2024 o principios de 2025. Blair y Starmer han participado en actos públicos conjuntamente en los últimos meses y han evidenciado el fin del ostracismo al que había sido condenado el exprimer ministro tras abandonar el Gobierno en 2007, muy golpeado por su apoyo a la guerra de Irak y desgastado tras diez años en el poder.
Más de una década después de su retirada, Blair vuelve a ser importante. Los dos líderes participaron en una charla a finales de julio, organizada por el Institute for Global Change, la fundación creada por el ex ‘premier’ para asesorar a Gobiernos y líderes políticos en todo el mundo, en la que mostraron su sintonía y admiración mutua. Blair halagó a Starmer por su capacidad para levantar a una formación que, hace tan solo cuatro años, obtuvo los peores resultados de su historia reciente. Starmer, por su parte, mostró su respeto por el legado del que ha sido hasta ahora el único primer ministro del partido en ganar tres elecciones consecutivas.
Perfil ganador
“La mayor parte de la historia de la política británica del siglo XX ha estado marcada por la derrota electoral de los laboristas, y así ha continuado durante gran parte del siglo XXI. Tony Blair rompió esa tendencia”, explica el profesor Jonathan Tonge, politólogo de la Universidad de Liverpool. “Keir Starmer quiere ser un ganador por encima de todo; quiere un Gobierno laborista por encima de todo. Así que, ¿por qué no juntarse con la persona que logró tres victorias impresionantes para el partido?”, se pregunta Tonge, quien añade que los éxitos recientes de los laboristas siempre han ido acompañados de un giro al centro en el liderazgo de la formación.
Ben Jackson, profesor de la universidad de Oxford y autor del libro ‘Equality and the British Left’ (La igualdad y la izquierda británica), destaca que muchas personas ven ahora el legado de Blair como un activo, a pesar de la baja popularidad con la que abandonó el Gobierno. “Teniendo en cuenta los años de austeridad, el Brexit y demás, es fácil echar la vista atrás y ver la etapa de Blair como relativamente exitosa”, señala Jackson. “Hubo un buen crecimiento económico, inversión en servicios públicos y reducción de la pobreza debido a la redistribución de la renta. Hay una especie de nostalgia por esos días”.
A pesar de que Starmer formó parte del equipo de Jeremy Corbyn, su predecesor al frente del Partido Laborista, el actual líder ha tratado de distanciarse de la corriente más izquierdista de la formación y ha abrazado el ala moderada, representada en su día por el propio Blair. Los dos líderes forman parte de una corriente ideológica parecida, que apuesta por una redistribución sostenida de la riqueza de la mano del crecimiento económico. Pero los expertos alertan de que la situación económica actual es muy diferente a la que Blair se encontró a finales de los noventa y sostienen que será más difícil para Starmer llevar a cabo políticas sociales, en caso de ganar las elecciones.
Dificultad económica
“En 1997 la economía estaba creciendo, había una sensación de optimismo. Blair captó esa sensación con su mensaje de campaña: ‘las cosas sólo puede ir a mejor’”, asegura el politólogo Christopher Kirkland, autor del libro ‘Labour’s Party Economic Ideology’ (La Política Económica del Partido Laborista) y profesor en la Universidad de York St. John. “Después de los años de austeridad, del covid y del Brexit, la sensación ahora es de que las cosas no pueden empeorar más”, asegura.
La buena situación económica permitió a Blair aprobar medidas sociales como el establecimiento del salario mínimo o la creación de un impuesto especial para las grandes empresas del agua y de la energía. “Blair tenía dinero para la educación, para la sanidad y para la vivienda gracias a estos impuestos. Pero ese dinero ya no está en la economía británica y esa es la principal dificultad para Starmer”, explica Tonge.
Alianza positiva
Los expertos señalan que contar con el apoyo de Blair suma más de lo que resta. El exprimer ministro, más carismático y cercano con los medios que Starmer, puede beneficiar al partido con la reivindicación de un legado visto cada vez con mejores ojos, mientras obtiene a cambio su propia redención, señala Tonge. “Creo que, desde su propia perspectiva, [Blair] ve la oportunidad, a los 70 años, de ser considerado el gran hombre experimentado del Partido Laborista. Starmer ha sido el primer líder en rehabilitarle, y eso le gusta”, sentencia.