“¿Dan ganas de mudarse aquí ¿verdad?”, bromea un vecino de Des Moines. Acaba de llegar a una casa en el centro de la capital de Iowa con una robusta pick up, el único vehículo que puede entrar por una pequeña calle por la que no pasan los quitanieves municipales y en la que vehículos más pequeños se han quedado varados. Va parapetado como si se fuera a una expedición por el polo norte, a los que estos días Iowa se parece bastante. Y sabe que la respuesta es no.
Un temporal de invierno que sacude Estados Unidos ha convertido este estado en una tundra, con acumulaciones históricas de nieve (medio metro en cinco días según un medidor del aeropuerto de la capital, algo que no se veía desde 1941) y un frío ártico que se degrada aún más por fuertes vientos.
La meteorología es “brutal” incluso para los locales, que están acostumbrados a duros inviernos. El viernes hizo que se declararan “intransitables” varias autopistas y en las carreteras hubo decenas de accidentes y cientos de conductores atrapados. Ha obligado a cancelar vuelos, ha encerrado a la gente en sus casas. Y ha echado un jarro de agua fría, helada, a los planes y esperanzas de los candidatos que abren aquí este lunes la carrera republicana por la nominación presidencial en los caucus.
Una campaña casi congelada
Esa tormenta de nieve del viernes paralizó la campaña, con prácticamente todos los actos suspendidos. El sábado, cuando ya casi no caían copos pero el “wind chill” hacía de las suyas, Donald Trump mantuvo uno pero de forma virtual, mientras los dos aspirantes que luchan por el segundo puesto, Nikki Haley y Ron DeSantis, volvían a personarse aunque fuera con una agenda reducida ante los votantes, sorteando temperaturas que se sentían de 35 grados bajo cero, pese a que el termómetro solo marcara en el negativo 20.
El frío infernal, que amenaza con descender incluso varios grados más el lunes por la noche y ha hecho que se advierta de que la congelación puede darse a partir de entre 10 y 30 minutos de exposición, hace temer por la participación en los caucus, que se celebran a las siete de la tarde. Y por ahora deja congeladas las expectativas que tenían los líderes republicanos locales de superar el récord histórico: el que marcaron las 186.000 personas que votaron en 2016, año en que Trump quedó segundo aquí (meses después se hizo con la nominación y luego llegó a la Casa Blanca).
Aunque las alertas del Servicio Nacional de Meteorología animan a quedarse en casa a ser posible, los candidatos llaman a hacerse fuertes y participar. Y el líder del Partido Republicano estatal, Jeff Kauffman ha dicho estos días que hubiera sido peor que para el lunes por la noche hubiera previsión de nieve y hielo que la que hay de frío criminal, algo con lo que las autoridades no parecen comulgar. “Es frío que presenta un riesgo para la vida”, reza una de sus alertas. “Cualquiera que quede atrapado fuera estará en peligro”.
Haley, en su lucha contra los elementos, ha tirado de épica y ha dicho: “Sé que es mucho pedir que salgan y participen en el caucus pero también sé que tenemos un país que salvar”. Mientras, el gobernador DeSantis, muy lejos de las playas de Florida, ha reconocido que “no va a ser agradable” pero ha ofrecido algo a cambio: “Si están dispuestos a salir ahí fuera, enfrentar unas horas por mí los elementos en una noche fría, ventosa y nevada de enero, lucharé por ustedes los próximos ocho años”.
La campaña de Trump, el favorito, era la que más tenía que perder, con el potencial de que su abrumadora ventaja en las encuestas haga pensar a algunos que no pasa nada si no van a votar. Pero también tiene elementos para ganar: tira de la más potente y engrasada organización sobre el terreno de todas las candidaturas, que están organizándose para ayudar a gente a llegar a los locales donde se celebra su caucus correspondiente.
Confían en la entrega y la pasión de quienes respaldan al expresidente, que según dijo el jueves en un acto en Urbandale Chris LaCivita, uno de sus principales asesores, “caminarían sobre cristales para votar por él”. Y confían en la dureza y resistencia de los ciudadanos de Iowa. Un chulesco LaCivita replicaba el jueves a una pregunta de un periodista sobre el potencial impacto del tiempo: “ponte un abrigo”.
Teorías conspiratorias y un ácido rumor
El tiempo ha dado pie incluso a teorías conspiratorias, esta vez de la mano de Laura Loomer, una polémica activista de la ultraderecha de Florida. “¿Está el estado profundo activando HAARP para alterar los caucus de Iowa?”, planteó en X (Twitter) en referencia al Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia, un proyecto que puso en marcha el Pentágono (aunque ahora está en manos de la Universidad de Alaska) que estudia la ionosfera.
En su descabellada teoría Loomer aprovechó para apuntar a Haley, la aspirante mejor posicionada tras Trump, recordando que tiene “muchos amigos en la industria de defensa y en el complejo militar industrial” (la exgobernadora de Carolina del sur sirvió en la junta de Boeing). Y solo al quedar enterrada bajo un alud de escarnio, Loomer sugirió que había sido una broma. “La prensa no tiene sentido del humor”, defendió.
Sí lo tiene Thaddeus, un conductor de Uber en Des Moines, que aun declarándose republicano muestra escaso interés en participar en los caucus, y no precisamente por el tiempo. “Yo quiero propagar un rumor”, decía este sábado por la noche: “Cuanto más mienten los candidatos, más nieva”.