El cuerpo pide otra cosa. Pero es normal que Baraja piense en LaLiga. Bien que hace. Aunque la Copa, como dijo el entrenador, sea el camino más corto hacia un título, el objetivo continúa siendo la permanencia. Y la realidad es que con una victoria contra el Cádiz la distancia con el descenso podría irse a los 14 puntos. Palabras mayores en una temporada en la que los gaditanos son el mejor ejemplo de lo rematadamente mal que hay que hacerlo para bajar: tras 15 jornadas sin triunfos, fue en la última jornada cuando cayeron al descenso.
Abrir una brecha de prácticamente cinco partidos con la zona roja sería para el Valencia más que suficiente de cara a afrontar el próximo miércoles los octavos de final contra el Celta con todas las de la ley. Adiós al freno del mano y a seguir con los dedos cruzados para que el sueño de Rafa Mir se convierta en realidad. Igual que en verano, el Pipo se mantiene como su gran valedor. Y a diferencia de entonces, el Sevilla ya no es un problema.
Así que no hay más impedimento que Lim y sus cuentas de compensar las gallinas que entran por las que salen. Pese a la buena temporada de Hugo Duro y los brotes verdes de Yaremchuk, el equipo sigue muy necesitado de gol. Y en una plantilla tan de mínimos, con un ‘nueve’, un extremo y que no le quiten ninguna pieza clave, el técnico se daría con un canto en los dientes. Más con la mente fría que él no hay nadie, pero así como la tuvo en las malos momentos, más conveniente aún es que la tenga en los buenos.
Y estos, sin tirar cohetes, son mucho mejor de lo esperado. La recuperación de un Guillamón que cada vez pega mejor con Pepelu, el crecimiento de los centrales jóvenes y el acierto de Canós cuando entra son algunos de los motivos detrás del repunte de las últimas semanas. Una buena noticia cuando más falta hacía por la acumulación de partidos y las bajas de la Copa de África. Aunque Lim esté de salida, cuanto más entero se quede el equipo, mejor. Que al menos no lo destroce más antes de largarse.