Las fuerzas armadas de los países más potentes del mundo en el plano militar llevan años apostando por trasladar una buena parte de las misiones aéreas más delicadas hacia los drones. Estas plataformas, de las que España tiene varios tipos, suponen un vector esencial tanto en misiones de recolección de datos como en otras más expeditivas en las que se requiere el empleo de armamento. Sin embargo, el Departamento de Defensa de Estados Unidos pretende ir un paso más allá con el impulso de varios programas para emplear aeronaves sin tripulación pero con un elevado componente de inteligencia artificial.
Este 2024 es un año clave para estos proyectos militares en el país norteamericano debido a los diferentes ensayos a los que se someterá la tecnología ya en desarrollo. Todos los programas parten del mismo concepto de Collaborating Combat Aircraft (CCA o Aeronave de Combate Colaborativa, en español) que contempla la creación de una serie de plataformas que trabajarán mano a mano con los pilotos.
En esencia, serán los compañeros leales —loyal wingmen, como se les conoce en inglés— de los F-35A y de la futura familia de sistemas de combate Next-Generation Air Dominance (NGDA). Esta última es una de las grandes apuestas de Washington D.C. para los próximos años y tiene como fin la creación de una nueva saga de cazas de combate, un paso más allá a las aeronaves de quinta generación.
Los números que se manejan desde el Departamento de Defensa apuntan a la fabricación de 1.000 CCA, pero el secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, dijo el pasado noviembre que «probablemente terminarán siendo más», tal y como recoge Defense News. La distribución original se planteó para equipar 2 unidades para cada una de las 200 plataformas NGAD y otro para cada uno de los 300 F-35.
Proyecto Veneno
Uno de los programas más importantes en esta línea es el Project VENOM (Viper Experimentation and Next-generation Operations Model) que este 2024 tiene una asignación presupuestaria de 50 millones de dólares (45 millones de euros) para probar el software autónomo en media docena de cazas experimentales modelo F-16. Además, utilizarán otros 69 millones de dólares (63 millones de euros) para lanzar una unidad experimental de operaciones, que comenzará a desarrollar tácticas y procedimientos para incorporar las CCA a un escuadrón.
La Fuerza Aérea estadounidense pretende evaluar la mejor manera de unir las formaciones de drones autónomos con las tripuladas tradicionales, consiguiendo crear un equipo donde el piloto confíe en el dron. Se trata de un punto elemental en cualquier misión aérea donde un grupo de cazas tripulados vuelan en formación y cada uno de ellos tiene una misión asignada. De la confianza, sincronización y unión de este conjunto de tripulantes depende en gran medida el éxito de la operación.
«Estamos tomando un F-16 de combate y convirtiéndolo en un banco de pruebas de vuelo autónomo», declaró Robert Waller, comandante del 40º Escuadrón de Pruebas de vuelo con base en Florida. «Queremos hacer lo que llamamos autonomía de combate». Implica equipar en el vehículo aéreo sistemas asociados como el radar, capacidades avanzadas de guerra electrónica y armamento. «De modo que se combine todo eso en un banco de pruebas volador».
En esta primera fase de experimentación se mantendrá un piloto humano dentro de la carlinga del F-16, cuyo papel será doble, tal y como explicó Waller en Popsci. «El primero es el de ser un observador de seguridad para garantizar que los aviones siempre regresen a casa y que el agente de autonomía no haga nada involuntario». El segundo será «evaluar el rendimiento del sistema». Es decir, comprobar si la inteligencia artificial que maneja la aeronave está haciendo un buen trabajo.
Además de encargarse del despegue y aterrizaje, el humano a bordo tendrá control total sobre la aeronave. «Estos aviones generalmente despegarán sin cargas de combate, por lo que no habrá misiles ni balas», recalcó Waller. «Y la mayor parte de las capacidades, sino todas, serán simuladas, con un humano que las podrá desactivar en cualquier momento».
«El objetivo de VENOM es acelerar el desarrollo en un par de áreas», dijo Evan C. Dertien, comandante del Centro de Pruebas de la Fuerza Aérea estadounidense a The War Zone. «Primero, no estamos tratando de reinventar algo, por lo que estamos tomando todo el trabajo que hemos hecho con Skyborg, el de DARPA». La segunda área trata sobre el núcleo de autonomía e inteligencia artificial que se encuentra aplicado en el X-62 VISTA, un F-16 modificado para servir como banco de pruebas.
Todas estas últimas referencias apuntan a otros programas —en diferente estado de investigación— impulsados dentro de los varios organismos de experimentación militar estadounidenses. Y que estarán reflejados en el nuevo VENOM.
VISTA
«El VISTA es excelente para el desarrollo del control de la aeronave y proporciona el envoltorio de seguridad para desarrollar la autonomía, pero lo que no tiene es muchos sensores» a bordo, dijo Dertien. La Fuerza Aérea integrará el motor autónomo —todo lo necesario para convertir la aeronave en un dron con IA— en el avión VENOM que está mucho más equipado. Cuenta con un radar de escaneo electrónico activo y sistemas de advertencia electrónica que «pueden expandir el algoritmo de autonomía para reaccionar a las entradas de datos que recibe» de esos sensores.
El gran paso del caza a VISTA (siglas en inglés de Avión de Prueba de Simulador de Vuelo de Estabilidad Variable) se produjo en 2021 cuando fue seleccionado para la participación en el proyecto Skyborg del Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea (AFRL). De esta forma se convirtió en el X-62, una denominación que le confiere la categoría de avión experimental, para servir como cabeza de lanza en el programa de aviones de combate pilotados con inteligencia artificial.
El programa Skyborg del AFRL tiene el objetivo de desarrollar una arquitectura que permita la construcción de cazas totalmente autónomos. De esta forma, las aeronaves de combate tripuladas pasarán a un segundo plano en las misiones más arriesgadas mientras el piloto coordina y ordena al resto de aviones comandados por inteligencia artificial.
«Skyborg no reemplazará a los pilotos humanos», tal y como indican desde el AFRL. «Proporcionará una mayor conciencia situacional y capacidad de supervivencia durante las misiones de combate».
Por ejemplo, «detectar posibles amenazas aéreas y terrestres, determinar su proximidad, analizar el peligro inminente e identificar las opciones más adecuadas para atacar o evadir aviones enemigos«. En cuanto a esas misiones de ataque que ya se están probando en algunos aviones no tripulados, desde la Fuerza Aérea indican que un humano siempre será responsable de la decisión de disparar. Y de sus consecuencias.
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