Guillermo del Valle, director de El Jacobino, acaba de publicar un nuevo libro y acaba de presentar ‘Izquierda Española’, un partido que concurrirá en las próximas elecciones europeas. En lo que concierne a su nuevo título, La izquierda traicionada (Editorial Planeta), hace un análisis sobre la deriva identitaria de la izquierda posmoderna y cómo ha abandonado las cuestiones materiales de los trabajadores, clavando un puñal a sus valores clásicos de igualdad, libertad y fraternidad. La economía de mercado es un veneno que ha ido filtrándose en la socialdemocracia, hasta el punto de hacer mutar el término. En muchas ocasiones, resulta imposible diferenciar qué es izquierda y qué es derecha si uno analiza ciertos discursos políticos. El identitarismo y el individualismo han sustituido a las ideas colectivas. A lo largo de la obra, Guillermo del Valle hace una crítica a la izquierda desde la izquierda y así lo reivindica en una entrevista con ElPlural.com en una céntrica cafetería de Madrid. 

Pregunta: ¿Quién ha traicionado a la izquierda?

Respuesta: En el libro analizo diversos fenómenos. Pero muchos expedidores de carnets de izquierdas se han alejado de los valores fundacionales, como la lucha por la emancipación del trabajador y todo tipo de privilegio. Si cogemos esos principios y los contrastamos con políticas que han llevado a cabo políticos de izquierdas, vemos que son completamente contrarios. Véase la política identitaria, la cual, en vez de buscar la igualdad, busca exaltar y aumentar los privilegios. 

P: En la obra analizas el concepto socialdemocracia, una especie de caballo de Troya a través del cual se han colado políticas abiertamente liberales en nombre del progresismo.

R: Hoy en día, la socialdemocracia de los 50 sería considerada revolucionaria. De hecho, vemos que se analizaban aspectos como la nacionalización de sectores estratégicos o una fiscalidad híper progresiva. Ojalá vuelva esa socialdemocracia, la verdad. Si coges la reforma laboral de 2010, ves que es ultraliberal. Han habido ministros socialistas en España que son más de derechas que algunos de Mariano Rajoy. La socialdemocracia ha sufrido una evolución derechista. Ya lo dijo Margaret Tatcher al señalar que su mejor legado era Tony Blair. 

P: Todo que esto señalas como de derechas, la propia derecha lo define como socialcomunismo.

R: Me parece de coña. Si nos ponemos en posturas anarcocapitalistas, en plan Milei, pues sí. Es gente que quiere privatizar la seguridad o la justicia. Pero analicemos la situación en España: ¿Cuánta vivienda pública hay? ¿Inversión en I+D? Las rentas del capital tributan mucho menos que las del trabajo. No veo a Ana Patricia Botín intranquila con este Gobierno. Lo que hay que hacer son políticas materiales que beneficien a los trabajadores.

P: Pero, ¿eso se puede hacer en un país en el contexto de España?

R: A pesar de que el margen de maniobra es limitado, se puede hacer mucho más de lo que se hace. Debemos ir hacia una unión fiscal y contrapesar la libre circulación de capitales y el desequilibrio norte-sur en Europa. Tenemos un sur desindustrializado, similar a un parque turístico y dependiente. Menos sonrisitas y más batalla comunitaria. 

P: ¿Crees que la ciudadanía es en parte culpable de todo esto?

R: Al final, la ciudadanía tiene bastante que ver con los políticos que la dirigen. 

P: ¿Qué reflexión haces de la no reacción de la clase trabajadora ante la reforma laboral de Yolanda Díaz?

R: Al final esto tiene que ver con la pérdida de la fuerza sindical en nuestro país. Tenemos sindicatos muy diluidos. Es comparable con la evolución de la sociedad, de hecho. Vivimos en un mundo más individual y narcisista. Las políticas identitarias han conseguido fragmentarnos socialmente y se han ido descomponiendo los espacios de acción colectiva. 

P: Más allá de análisis, las elecciones generales nos han puesto en una posición demasiado pragmática: o amnistía o Vox en el Gobierno. Y el votante de izquierda, creo que lo tiene claro.

R: Debemos hacer pedagogía. Estoy esperanzado en que hay un votante de PSOE y Sumar que está en contra de todo esto. Y nos dirigimos a ellos, principalmente. A esos tres o cuatro millones de personas que han votado opciones de izquierdas y no se tragan este cuento. La amnistía es un privilegio jurídico casi feudal para una élite política, social y económica, que ha cometido delitos graves. ¿Amnistía o derecha? No, derecha y derecha.

P: Al final, también es una manera de narcotizar al independentismo durante un tiempo a cambio de dinero y privilegios. Pragmatismo puro y duro, al fin y al cabo. ¿Qué alternativa hay? ¿Más presión, uso de la fuerza?

R: Debemos salir de ese marco. No me termino de creer eso de que la convivencia ha mejorado. Hay que tener en cuenta de que Cataluña es tan plural como España. La Cataluña una, grande, libre y joseantoniana que defienden los nacionalistas no existe. Cuando se habla de convivencia y pacificación nunca se habla del votante obrero del PSC, sino que se coloca como legítimos representantes de Cataluña a los nacionalistas. Eso es una estafa. Plantearía combatir ideas reaccionarias. Hay que decir claramente que el nacionalismo identitario es próximo al racismo y a la xenofobia. Cuando Junqueras habla de proximidades genéticas con los franceses…

P: No hay más que verle a él.

R: Eso le dijo Alejandro Fernández (PP) cuando le dijo que ambos eran dos españolazos. Cuando te hablan de taradas como baches en el ADN no es casualidad. El nacionalismo tiene un sustrato incompatible con una sociedad laica y plural. O pones pie en pared, o lo vuelven a hacer. 

P: ¿Estarías a favor de la ilegalización de partidos separatistas?

R: La integridad territorial es una condición sine qua non en Alemania, por ejemplo. Sin embargo, es complicado introducirlo en el marco constitucional español. Además, estratégicamente es más inteligente dar batalla al nacionalismo y quitarles la pátina de progresistas para colocarles en la ultraderecha. Aunque no es raro en nuestro entorno, la ilegalización no soluciona el problema. 

P: Si la viabilidad del Gobierno hubiera dependido de El Jacobino, ¿qué habría pasado?

R: Hubiéramos tratado de conducir a la izquierda a unas nuevas elecciones. Y así proponer un acuerdo a PSOE y Sumar y construir un Gobierno que fuera más allá en lo social y lo económico. En busca de una fiscalidad progresiva, la recuperación de derechos laborales y mejorar el modelo productivo. Y si no no salen las cuentas, nuevas elecciones. E intentar ganar con un proyecto que vertebre España de punta a punta donde el hilo conductor sean las condiciones de los trabajadores. 

P: Con esta configuración en el Congreso, intuyo que el PSOE puede gobernar durante muchos años. Vox y PP es difícil que consigan mayoría absoluta y existiendo la ultraderecha, Junts y PNV nunca van a apoyar al PP.

R: No sé lo que va a pasar pero tengo claro que van a dejar a la izquierda arrasada. Estamos muy lejos de implementar políticas que ayuden a los trabajadores. Es un Gobierno poco sostenible y por esto, la derecha puede volver a gobernar. Pero el PP es muy torpe y Vox es un partido muy reaccionario. Los días pares defiende a Milei y los impares se envuelve en la bandera de la identidad española. Ahí subyace la reacción nacional católica. 

P: Vox hace un juego bastante oscuro. Implementa políticas liberales y al mismo tiempo coquetea con un sindicalismo nacional, con Solidaridad. 

R: Es un chiste de mal gusto porque no pueden cabalgar tantas contradicciones. Vox es una escisión del PP y que basa sus políticas en las batallas culturales. Luchan contra la izquierda woke e identitaria pero potenciando otra identidades.

P: En el libro ironizas cómo, a pesar de defender servicios públicos, mejorar las condiciones de los trabajadores, la democratización entre ciudadanos y abogar por el laicismo, os tratan de fascistas encubiertos

R: Eso viene de una izquierda que defiende el concierto económico vasco, la redistribución inversa, los privilegios a los ricos, los derechos históricos, la foralidad o los vestigios medievales. O una izquierda que defiende meter al islam en los colegios. Desde la razón es muy complicado rebatir las ideas de El Jacobino. ¿Rojipardos y fascistas? Hombres de paja para evitar el debate, censurar y cancelar. Es gente que se lleva mal con la libertad de expresión. La izquierda posmoderna hace pinza con la extrema derecha islamista. ¿La representación de las sociedades árabes recae en los más fundamentalistas? 

P: ¿Cuál crees que debe ser la política migratoria en España?

R: Dedico un capítulo a esta cuestión y critico la visión neoliberal de libre circulación de trabajadores para explotarles. Tampoco me gusta la visión buenista ni la reacción identitaria de la extrema derecha. Debemos tomarnos en serio el concepto de ciudadanía para completarlo del modo más ambicioso, democrático y socialista. Hay que garantizar que nacionales y extranjeros sean ciudadanos de pleno derecho. Para eso hacen falta menos mezquitas e iglesias y más sindicatos, e instituciones que funcionen. Más derechos reales y menos guetos. Me opongo radicalmente a cualquier opinión de extrema derecha de filtrarnos étnicamente. La identidad es un cuento, solo importa la clase.

P: Al final todo se reduce a eso.

R: Si hay un kebab o un restaurante argentino, mi barrio no pierde identidad. Es una chorrada. Hay que completar la ciudadanía desde el punto de vista material y evitar que la extrema derecha entre en la desesperación. Porque vive de ella y de la dejación de la izquierda.

P: Rescatas en el libro una entrevista con Elizabeth Duval en la que decía que El Jacobino no entraba en el proceso de escucha de Sumar porque Yolanda Díaz no puede conversar con todas las ONGs de este país

R: Ya hemos visto lo que han escuchado, que a la primera de cambio una escisión de Podemos se ha ido al Grupo Mixto. Escucharon a partidos fantasma pero no a nosotros. Duval decía que no teníamos legitimidad porque no somos mayoritarios pero Sumar, ¿cuál tenía en ese momento. ¿A quién representaba? Decía que teníamos razón pero que no se puede defender nuestras ideas porque generaríamos resistencias mucho mayores. El independentismo ha crecido mucho en un clima antijacobino, por ejemplo. Y, ¿todas las luchas justas en la historia han sido mayoritarias? No, al revés. De hecho, quienes han sido mayoritarias son las resistencias. Si tomáramos al pie de la letra lo que dice Duval, ella misma no podría hacer política. En el fondo saben que defienden una causa injusta y que nuestra crítica es irrebatible. Nunca hay una contestación, solo una respuesta oblicua y tramposa. 

P: ¿Cuándo dejaréis de ser una ‘ONG’?

R: Nos vamos a presentar a las europeas y estamos en proceso de transformación en partido político. Se está moviendo bastante la cosa. Estoy esperanzado ante la oportunidad que se nos abre.