A tan solo unas horas del concierto de Isabel Pantoja en el Palau Sant Jordi de Barcelona, sus familiares cercanos ya han sufrido las primeras consecuencias con la prensa. Y es que no hay evento en el que participe la cantaora en el que no aparezca la prensa. La historia de lo mediático en España lleva grabado con tinta indeleble el nombre de La Pantoja, su historia y, por supuesto, todo familiar que tenga una relación cercana con ella.
Anabel pantoja se ha posicionado como uno de los apoyos claves para su tía y como el nexo de unión que permite que su relación con su hija Isa no termine de estallar. Tal es su unión que ha pasado a formar parte de su equipo de trabajo y no hay concierto de La Pantoja en el que no esté Anabel.
A pesar de la cercanía de la «sobrinísima» con la prensa, hay circunstancias que la superan. Con los nervios a flor de piel y todo por organizar, Anabel Pantoja cogía un vuelo desde Canarias con destino Barcelona, donde su tía lleva unos días ensayando para ofrecer un concierto a la altura del Palau antes de acabar el año.
Con todas las prisas habidas y por haber, Anabel se topó con la puerta cuando puso los pies en la tierra y vivió una experiencia bastante desagradable. Lo contaba, frustrada, minutos después de que se produjera este encontronazo. «Acabamos de llegar a Barcelona y ha pasado una cosa que quiero destacar. Nos hemos encontrado con un montón de gente de prensa, que entiendo que están haciendo su trabajo, pero vuelvo a repetir: yo puedo decir que estoy hablando por teléfono«.
Mal sabor de boca
Según cuenta Anabel, en el momento en que la prensa se acercó se encontraba en plena llamada para intentar localizar el hotel: «Me estaban grabando y yo estaba diciendo que por favor estaba hablando por teléfono. Pero claro, si me preguntas por Michael Jackson o por cosas de hace 40 años que yo no había nacido pues evidentemente no voy a responder. Tú tienes que entender que a mí un juez o la policía no me obliga a responderte».
La historia se complicó cuando el cámara dejó de grabar ya que, según Anabel Pantoja, comenzó a «recibir insultos por parte del cámara» y comenzó a reprocharle, hasta el punto de decirle que «era la peor persona del mundo mundial». Harta de las acusaciones que apuntaban a que no es una persona empática, la sobrinísima se ha defendido alegando que está allí para trabajar: «Vengo a trabajar, tengo solamente quince minutos para llegar al hotel, dejar la maleta, cambiarme y demás y tengo que escuchar cosas como no sé qué de Michael Jackson, no sé qué de herencias, cuando yo ni siquiera había nacido. Solamente he dicho: por favor, estoy hablando, no grabes mi conversación. Está marcando cuándo puedo hablar por teléfono. Nadie me tiene que decir si abro o no».