Identificar los principales sesgos de género que se están reproduciendo en la educación musical y cómo esto dificulta la igualdad de género entre el alumnado de educación secundaria (ESO). Este es el objetivo del estudio Igualdad de género en la educación musical: un estudio de sesgos de género en el Aula de Música de Educación Secundaria, realizado por Sabela Martínez, alumna del Máster del Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas de la ULPGC, ganador de la segunda edición de los Premios Avanzando en Igualdad de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en la modalidad de Mejor Trabajo Fin de Máster.
Tutorizado por el profesor Óliver Curbelo, el TFM ha abarcado dos bloques de estudio, el de la educación musical fuera del ámbito escolar -«la música de consumo, lo que los adolescentes escuchan en plataformas como YouTube, Spotify, Instagram o TikTok»-; y el de la educación musical academicista, la que se imparte en el currículum educativo.
La presencia de artistas femeninas en el contenido que se imparte en el aula de música es mínima
A partir de ahí, Sabela Martínez emprendió el estudio en el que han participado 276 estudiantes de 1º hasta 4º curso de la ESO -de 12 a 16 años-, en centros públicos de Gran Canaria. «Lo que me impulsó a hacerlo fue que la investigación bibliográfica -estudios, libros, tesis- que realicé de los últimos diez años, evidencian que todavía hay una violencia sistemática hacia las mujeres. Es una violencia que ha cambiado, porque hace 30 o 40 años era muy explícita en materia de derechos, pero ahora es más invisible», advierte la autora. «A nivel formal, las mujeres gozamos de los mismos derechos que los hombres, pero en la práctica hay una brecha de género y esa es la violencia simbólica que he detectado, tanto en el ámbito de la música que escuchan fuera del aula, como la que estudian como materia de instituto. En ambas vi muchos estereotipos y sesgos de géneros».
Respecto a los resultados más significativos, Martínez destaca que la gran mayoría de las y los estudiantes encuestados afirma tener una constante interacción con la música, tanto en consumo como en audición, destacando el género del reguetón como líder en preferencia, seguido por el trap y el pop. En referencia a sus preferencias musicales, se percibe que hay un consumo mínimo y deficiente de canciones interpretadas por artistas femeninas, y que además, en su elección entre sus referentes masculinos frente a femeninos, se aprecia una notoria desproporción.
«Machismo en vena»
«En el reguetón, que es lo que más escuchan los adolescentes, me encontré que es un género que produce la exaltación de la heterosexualidad machista, o sea, es el machismo en vena, la cosificación de las mujeres, la reproducción sexista de conductas súper discriminatorias hacia ellas. Me escuché todas las canciones que los alumnos me nombraban en el estudio, cientos y cientos de canciones, y en cada letra había insultos, degradaciones, estereotipos, sesgos que cosifican los cuerpos de las mujeres, y encima está ultra romantizado porque es muy poderoso en la industria musical».
En este contexto, existe una tendencia inclinada hacia el acuerdo en la percepción de actitudes machistas en la música que consumen, pero a pesar de ello, la mayoría del alumnado percibe que su consumo musical está algo separado de sus acciones y percepciones personales hacia las mujeres. La mayoría niega cualquier influencia o repercusión en sus comportamientos.
«Estos adolescentes saben que hay discriminación de artistas femeninas,que en los carteles no aparecen mujeres, y que lo que están escuchando es una degradación continuada hacia las mujeres. Y ahí está la clave, estamos ante una violencia simbólica que pasa desapercibida, está pasando pero de forma sutil, se camufla con música, con ritmo, con percusión».
La autora desvela un «desconocimiento» de las realidades sociales de las mujeres y niñas
De hecho, al explorar en el estudio las percepciones de los encuestados sobre la disparidad de género en la industria musical, la mayoría se sitúa en una posición neutral; y lo mismo sucede en cuanto a si las artistas femeninas deben esforzarse más para ser más respetadas en la industria musical o si su valor como artistas está condicionado por su hipersexualización, la mayoría ni afirman, ni niegan.
En lo que respecta a la educación musical en el aula, los resultados revelan que la presencia genérica de artistas femeninas en el contenido impartido en el aula de música es mínima. Incluso en sus respuestas acerca del conocimiento de algunas de las artistas femeninas aprendidas en el curso escolar, la suma de nombramientos supone una cantidad muy reducida. Aunque una parte significativa del alumnado muestra interés en ampliar el conocimiento sobre artistas femeninas en el aula de música, afirman que durante la impartición de la materia musical, la representación femenina no se evidencia.
«Los resultados resaltan la urgente necesidad de abordar los sesgos y prejuicios de género en la educación y el consumo musical del adolescente. Desde la falta de representación de artistas femeninas en la educación hasta la absorción e incluso normalización de actitudes machistas en la música que consumen, son categóricos ejemplos del continuismo de la desigualdad de género. «Aunque los cambios socioculturales recientes han impulsado avances significativos en derechos e igualdad de género para mujeres y niñas, persiste una percepción social que no reconoce la discriminación ni la desigualdad de género, lo que muestra que falta mucho camino por recorrer en materia de concienciacion hacia las mujeres y niñas».
Para Sabela Martínez, las principales concluciones que se desprenden de este estudio son, por un lado, la continuidad de los obstáculos y desafíos a los que múltiples artistas femeninas se han enfrentado, en el transcurso de la historia. «La investigación muestra que el primero de ellos, se alimenta desde las instituciones públicas educativas, no cumpliendo con un contenido curricular igualitario e inclusivo. Hay un desconocimiento significativo que muestra una clara falta de representación y visibilización del legado y contribución de numerosas artistas o músicas femeninas, corroborando así que todavía perduran sesgos y estereotipos en el sistema educativo, los cuales impiden el reconocimiento y valoración de las mujeres en la música y suponen un paso atrás en cuestión de igualdad de género».
Otro punto concluyente, es que tal desvalorización no solo ocurre en el ámbito académico, sino también en la música que consumen en su mayoría los adolescentes. Está repleta de estereotipos hacia las mujeres, ya sea en el contenido audiovisual, en la temática o incluso en las letras. Por tanto, el principal sesgo de género percibido que amenaza el avance en igualdad y el desarrollo integral es, el desconocimiento de las realidades sociales de las mujeres y niñas. Este desconocimiento o inobservancia se muestra en los resultados implica una falta de comprensión y conciencia sobre la realidad física y social de las mujeres y niñas, lo que limita la capacidad de reconocer las desigualdades y desafíos que enfrentan las mujeres en la sociedad».
En base a las conclusiones de su TFM Igualdad de género en la educación musical, Sabela Martínez propone tres acciones ¡a implementar en el aula de música para favorecer el cambio. Una es la necesidad de promover la inclusión de artistas femeninas en las programaciones didácticas, para dar la oportunidad al alumnado de acceder a contenido más diverso e igualitario. Otra es el cumplimiento de una educación más crítica y reflexiva que aborde la presencia y transcurso histórico de las mujeres en la música y que se incite al alumnado a cuestionar los desafíos que hay presentes en disparidad de género; y en último lugar, el abordaje y la concienciación acerca del impacto e influencia que genera la música de consumo en el desarrollo integral del adolescente, promoviendo en las aulas debates y reflexiones compartidas. | M. J. H.