Subida del precio de los alquileres, de la cesta de la compra, de los estudios y hasta del transporte. El coste de vida afecta al bolsillo de todos, aunque quizás un poco más a la juventud, de ahí que todavía permanezca el hábito de los más mayores a dar dinero a los más pequeños que lo necesiten. La mitad de la población sénior española (53%) ayuda económicamente a miembros de su familia o personas de su entorno cercano, según el IV Barómetro del Consumidor Sénior, elaborado por Fundación Mapfre y el Centro de Investigación Ageingnomics. La cifra se sitúa ligeramente por debajo de la registrada en 2022 (63%), pero todavía supera la del 2021 (43%). Si se mira de cerca esta cifra, hay un mayor porcentaje de séniors que ofrece ayuda económica a sus círculos cercanos en los grupos de edad de 61 a 70 años.
Aunque la inflación descendió tres décimas hasta el 3,2% en noviembre y la cesta de la compra se sitúa en el 9%, la percepción de la generación ‘silver’ es más negativa. Tres de cada cuatro séniors (77,8%) cree que deberá seguir ayudando a sus seres cercanos en el futuro, de los cuales el 30% cree que la cuantía se incrementará para hacer frente a los gastos de alimentación, vivienda, agua, energía y suministros básicos. Los pensionistas se basan en su propia percepción: un 94,5% han notado bastante o mucho la subida de los precios cuando acudían a los supermercados. Por esta razón, esperan un incremento del gasto en vivienda, combustible y productos de alimentación.
Capacidad de ahorro
En general, la población sénior son aquellos con una situación económica más saneada. La mitad de los mismos (55,8%) dispone más de un ingreso en el hogar y el 81,8% son propietarios de al menos una vivienda. Respecto al ahorro, un 49% tiene capacidad de guardar un dinero, y de entre ellos, la mitad consigue ahorrar un 10% o menos. En los últimos tres años se ha observado un descenso en el porcentaje de los séniors que ahorran a final de mes: en 2020 el porcentaje se situaba en el 56%, y después de tres años de pandemia de caída, la cifra ha remontado hasta el 49%.
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Aun así, ocho de cada diez españoles de mayor edad ven imposible poder gastar menos en sanidad (85%) o en vivienda (82%) sin que impacte en su calidad de vida. Si bien varios organismos, como el Banco de España o la AiReF, han señalado el problema de la sostenibilidad del sistema de pensiones, la generación ‘silver’ confía plenamente en él: solo un 24% tiene contratado un plan de pensiones. Eso sí, uno de cada cuatro encuestados opina que sí destinaría una parte de sus ahorros en restauración, ocio y cultura, tecnología o alimentación. Si pudiesen escoger, el 71% de los seniors rechazarían alargar su vida laboral más allá de la edad de jubilación y más de la mitad no están dispuestos a emprender (62,7%) ni a iniciar unos estudios con independencia de las ventajas asociadas (58,7%).
En el caso de la salud, los españoles apenas acuden a un centro sanitario hasta que cumplen los 70 años, pero aquellos que sí realizaban visitas frecuentes (como mínimo, una vez al mes), se han duplicado desde el 17% de 2020 hasta el 30% de 2023. Y en el campo del mercado inmobiliario, cada vez más séniors apuestan por utilizar la vivienda como herramienta económica (34,6%). Se aprecia un menor apego a seguir en su vivienda actual, pasando del 82% a solo el 45% en 2023. Sin embargo, casi la mitad no está dispuesto a residir en formatos alternativos, como un ‘coliving’, pese a ser conscientes de que sus hogares habituales no están adaptados a la dependencia.