Desde la consecución de la Copa del Rey en 2019, en el centenario del Valencia, la devaluación de la plantilla del primer equipo ha sido una constante sistemática en la fallida gestión de Peter Lim. La caída se aprecia desde múltiples factores, como el progresivo descenso deportivo (de competir en Liga de Campeones a luchar por no descender) o por la necesidad cada vez más acuciada de recurrir a jóvenes promesas de la Academia.

Pero el hundimiento de la plantilla también tiene un efecto contable. Un desplome récord. El valor neto del equipo ha caído en sólo cuatro años, desde que Daniel Parejo levantara la Copa en el Benito Villamarín, en un 81,5 %. Es decir, de los 174,5 millones de euros de la temporada 2018/19, el valor ha pasado a sólo 32,1 millones en la pasada temporada. El pico es el segundo más bajo no sólo de la etapa Meriton, sino también el más pequeño en las últimas dos décadas, con el agravante de que, entonces, en la era dorada entre 1999-2004, la capacidad de ingresos (televisivos y por competición deportiva, principalmente Champions) de los clubes era mucho menor.

El retroceso ha sido imparable

El argumento reiterado desde la mayoría accionarial singapurense fue, con la salida de Marcelino García Toral y Mateu Alemany, que el Valencia no podía soportar un coste de plantilla alto para ser un club sostenible. Un plan en el que rejuvenecer la plantilla era una de las máximas aspiraciones ya que los referentes veteranos no garantizaban un retorno de mercado y, como afirmó el propio Anil Murthy en 2020 en una carta abierta desde la web, «están envejeciendo y son propensos a sufrir lesiones. No podemos mantenerlos y no deberíamos».

En efecto, el valor neto de la primera plantilla fue bajando, conforme el club fue deshojando el equipo de sus principales estrellas, que en su mayor parte recalaron en rivales directos (Villarreal y Atlético, entre otros). Sin embargo, ese descenso llevó aparejado un riesgo implacable, el bajón progresivo en la clasificación y, por consiguiente, el desplome de ingresos por competiciones europeas, que no se disputan desde marzo de 2020, y el descenso de la principal fuente de ingresos: los derechos televisivos. En este punto, el descenso ha venido motivado por la clasificación deportiva, la reducción de audiencias y la garantía del acuerdo con CVC.

De ese modo, el valor neto de la plantilla (deducido de la diferencia entre el valor de los derechos de adquisición y las amortizaciones) ha ido cayendo, como pretendía Meriton, pero sin convertir ni mucho menos al Valencia en un club sostenible, ya que ese descenso ha sido a costa de empeorar los resultados deportivos y de hipotecar el futuro, ya que han ido cayendo las principales fuentes de ingresos. De los 174,5 millones de la 18/19, con el equipo campeón de Copa y clasificándose por segunda vez para la Liga de Campeones, se pasó a los 149,3 millones de la temporada 19/20. Con la pandemia vino la caída más acusada, al pasar en la temporada 20/21 a un valor neto de 83,5 millones. El descenso siguió el curso siguiente, al pasar a ser de 64,2 millones, en una temporada en la que se rompió, con el aditivo de CVC, la sequía de dos años sin fichajes y en la que el equipo de Bordalás logró disputar la final de Copa. En la pasada campaña el valor llegó a su índice más bajo, con un coste de 32.134.000 euros, calculado del valor de los derechos de adquisición y restando las amortizaciones de 51.573.000 euros.

Evolución del coste de la plantilla del Valencia CF desde la temporada 2001/02 Levante EMV


La plantilla del Valencia no tenía un valor tan menor desde la temporada 2013/14 (31,04 millones), cuando se llegó al momento del proceso de venta a Peter Lim. En los años anteriores, la gestión del club acusaba las consecuencias de los primeros años de parón de las obras del Nou Mestalla. Sin embargo, el descenso del valor de la plantilla, de los 115 millones de la 07/08 a los 53,5 de la 11/12 con las ventas consumadas de Villa, Silva y Mata, entre otros, no implicaron un descenso deportivo. El plan B tecnócrata hizo posible con Unai Emery y fichajes a bajo coste como los de Feghouli, Soldado, Mathieu o Jonas, que el equipo firmase tres participaciones seguidas en Liga de Campeones.

«Punto de funambulismo»

En cambio, hoy, el coste es cada vez más ligero, la plantilla más joven, pero sin llegar a remontar el vuelo clasificatoriamente, a pesar de contar con una de las mejores hornadas de canteranos, sobre los que recae la excesiva responsabilidad de liderar un equipo sin contrapesos de veteranía. A pesar de haber logrado compensar el fair play, el punto de equilibrio pretendido en 2019 no llega. «Parece más un punto de funambulismo», explica el abogado y accionista del Valencia, Gaspar Romero. «Cómo se puede hablar de equilibrio cuando le acaban de prestar al club 35 millones para atender las necesidades económicas, o cuando acaban de vender a los jugadores más significativos cobrando al contado por 61 millones y no hay proyecto deportivo con el menor coste de plantilla en 20 años». «Se pretende el equilibrio reduciendo exclusivamente el coste deportivo, que aleja al equipo de los mayores recursos económicos que derivan de la TV y las competiciones. Todo esfuerzo económico será a costa de un sacrificio deportivo», añade. Este empequeñecimiento reduciendo la capacidad deportiva, en opinión de Romero, «supone menor capacidad económica para hacer frente a la deuda y para acceder a futuras financiaciones», con las obras del Nou Mestalla todavía por desbloquear.