Hubo una época noventera en la que la industria musical del dance movía muchos millones de pesetas. Sagas como Max Mix, Máquina Total, Lo + Duro o Ibiza Mix vendían cientos de miles de copias que hicieron de oro a los dueños de compañía Max Music. Fueron años de fiesta, alegría y color, pero pocos saben lo que, en buena parte, escondía todo aquello: amenazas, extorsiones, secuestros y prácticas mafiosas de toda clase y condición.
Muchos eran los adolescentes (y no tanto) que, ignorantes de todo aquello, consumían esos discos de mezclas, disfrutando de sus elaborados megamixes a cargo de reputados djs como Mike Platinas, José María Castells, Quique Tejada o Toni Peret, este último protagonista de una extensa biografía autorizada (pero muy sincera) de inminente aparición llamada Toni Peret y sus herman@s en el ritmo: historia, ocio y negocio de la música de baile en España, editada por Applehead Team y escrita por el periodista David Cuevas. He aquí, en primicia para EL ESPAÑOL, un adelanto de su explosivo contenido.
Corría 1986. La saga de discos de mezclas Max Mix funcionaba a toda vela superando en las listas de venta a artistas de la talla de Police, Phil Collins, Madonna o Michael Jackson. Los editaba para toda España Max Music, compañía discográfica catalana dirigida por Miguel Degá y Ricardo Campoy. Los responsables de las mezclas para realizar sus conocidos megamixes eran unos djs recién llegados al mundo discográfico: Toni Peret y José María Castells.
Andreu Ugas, técnico de sonido de la mentada compañía, se acuerda perfectamente de la primera semana. «Empezamos el lunes y fue maratoniano total. 12 horas, 14, 16, era todo muy intenso. Llegábamos a casa solo para dormir un rato y volver. Íbamos con los tiempos muy limitados. Todo era muy costoso. Conseguir un minuto de grabación nos llevaba horas y horas… Recuerdo que llegó el viernes. La última reunión que hicimos con los directivos, y Toni Peret dijo: ‘Menos mal que llega el fin de semana'».
«Y Miguel Degá dijo: ‘¿Cómo que fin de semana? Aquí se continúa…’. Y Toni puso una cara como de ¿pero cómo?, ¿no vamos a poder descansar? No, no y no. Y ahí es cuando empezamos a comprar colchones para poder dormir. Ya no íbamos a nuestras casas. Directamente dormíamos y comíamos allí. Era ya mi vida en el estudio. Una vez a la semana íbamos a casa a ducharnos, casi. Las primeras grabaciones fueron muy intensas…».
Entre puros y pistolas
Toni Peret es hoy uno de los más reputados Djs, locutores y productores discográficos de España y autor del mayor número de discos de mezclas comercializados hasta la fecha. También ha participado en eventos televisivos de la talla de Operación Triunfo y Hotel Glam, además de haber sido el máximo responsable de la importación del reguetón dentro de nuestras fronteras a principios de este siglo.
Al respecto de tan controvertidas condiciones laborales narradas por Andreu Ugas, Toni recuerda lo siguiente: «La presión que teníamos era insostenible, en una frase que le decíamos a los jefes: ‘La esclavitud ya está abolida hace muchos años‘. Y la verdad es que éramos esclavos de su forma de trabajar. Y yo me acababa de casar con mi mujer, no con ellos. Necesitaba mi tiempo. Es constitucional que cada uno tenga su tiempo».
Respecto a esta situación, Peret explica cómo tuvieron «dos o tres reuniones» y él iba físicamente a Max Music. «Degá iba más a saco: ‘¿Pero de qué vas? ¿y ahora qué vas a hacer?’. Y yo me cabreaba: ‘Pues igual me voy a la competencia’. Ricardo no decía nada, pero Miguel: ‘Como te vayas a Blanco y Negro Music haré que te busquen y te corten los dedos… En serio. Y si no tienes suficiente…’. En ese momento abrió un cajón y me enseñó un Colt corto… Un revólver plateado que tenía en su escritorio. Pero no me apuntó con él (menos mal). Eso fue para asustarme. Para que no me fuera a Blanco y Negro. Siempre han sido rivales muy duros y supongo que en ese momento que una parte de Max se fuera a Blanco y Negro habría sido para ellos de muy mala prensa”. Corría 1991.
Tres años después, el Paco Pil, conocido por éxitos pisteros como Viva la fiesta o Johnny Techno Ska, triunfó con su primer álbum producido por Peret y Castells llamado Energía Positiva. Según cuenta, «cuando llegó el momento de hacer el segundo álbum, yo quise una evolución, que consistía en versionar canciones del pop español ochentero de La Guardia, Radio Futura, La Unión, Elektroduendes… todas ellas en versión Pil pero con los artistas originales. Cuando lo propuse a Miguel Degá, me dijo que eso era música de verdad y costaba mucho dinero. Me dolió. Pero es que cuando le dije que si había ganado muchos millones conmigo, ¿por qué no invertir dos o tres en hacer un disco en condiciones?»
«Su respuesta fue: ‘Lo que yo he ganado contigo, ya me lo he gastado en putas y en puros’. Le di un guantazo con la mano abierta, él llamó a seguridad y se me sacó de allí por la puerta de servicio. No quise volver a trabajar con ellos. Fui consciente de que había sido un juguete. Ahí es cuando me di cuenta de cómo funciona el mundo discográfico. Nunca más he vuelto a creer en él». Según prensa de la época, Max Music facturó más de 9.000 millones de pesetas entre 1993 y 1997.
Ricardo Campoy añade: «Miguel Degá, desde el día que empezó Max Music hasta que se fue a nuestra sede de EE.UU., durante una década, para que se entienda de forma gráfica, era una persona que solucionaba muchas cosas a golpes. Es decir, que si quieres algo de una persona y no te lo quiere dar, o te debía dinero y no te lo quería pagar, pues en lugar de sentarse a dialogar y buscar una solución, era el típico señor que se levantaba y le pegaba un puñetazo a la persona. Y muchas veces funcionaba. Eso era lo gracioso, no sé si es síntoma de que es bueno o malo. Pero eso ocurrió en muchas ocasiones, unas pequeñas y otras grandes, en las que solucionó muchas cosas a puñetazos. Incluso se profesionalizó, en el sentido de no mancharse él los puños, sino de mandar a sus secuaces para hacerlo…»
También algún que otro artista de la compañía fue víctima de esta clase de prácticas por parte de Degá. Jordi Cubino es un polifacético productor musical que se hizo famoso por cantar la sintonía de la serie Dragon Ball Z, componer el himno pistero del Cherry Coke o firmar como David Lyme los llenapistas Let’s go to Sitges, Bambina, Playboy, I don’t wanna lose you o Bye, bye, mi amor siendo apenas un adolescente.
Hoy produce a artistas de la talla de Laura Pausini, Niña Pastori, Carlos Baute o Rozalén. Cubino explica en el libro cómo una de las razones por las que se fue de Max Music fue que un día fui a su despacho porque yo componía mis canciones, y la SGAE las declaraba. «Ahí ponía: 250.000 soportes vendidos, y ellos me declaraban 100.000. Pensé: Aquí pasa algo. Fui al despacho y le dije: ‘¿Qué pasa con esto?’ Y me dice: ‘la SGAE se equivoca’. ‘No, la SGAE no se equivoca, esto son soportes vendidos, eres tú el que no me está pagando lo que debe’, le espeté. Y ahí hubo un conflicto. Me amenazó y todo. Incluso intentó pegarme, pero no pudo. Estaba mi abogado delante…».
A este respecto, Campoy aclara como fue cómplice en muchas de estas cosas. «Pero por mirar hacia otro lado, no por participar en esos menesteres, porque yo jamás me atrevería a usar esas técnicas para llegar a un objetivo. El fin no justifica los medios. Pero a veces he sido conocedor antes, otras durante y otras después. Así que he sido cómplice. Hoy me arrepiento, pero hay que ponerse en el contexto. Era mi negocio, y un negocio en el que se ganaba dinero. Y ponerme en contra sería tirar piedras sobre mi tejado. Pero al mirar a un lado lo que hacía era encubrir a mi socio, que además era mi amigo. Pero es que a veces eran efectivas esas técnicas porque se conseguía el objetivo. Si un señor nos debe dinero y no le da la gana pagarnos, y van dos esbirros a cobrarlo y vuelven con el dinero bajo el brazo…«.
El secuestro
Toni Peret, por aquella época, comenzó el que sería su famoso programa de radio It’s your time en Onda Cero Música (entre otras cosas), y junto a José María Castells y Quique Tejada (el conocido como Dream Team de los megamixes) volvió a irse de Max Music en 1997 cuando Campoy dejó la compañía para montar Vale Records, cosa que no hizo ninguna gracia a Miguel Degá, su exsocio, quien acabó llevando sus prácticas al siguiente nivel.
Según Castells, un año después coincidió que estaba en Miami. «Cuando regresé, ese día fui directo a la compañía desde el aeropuerto. Al irme a casa, cuando llego al aparcamiento y me estoy metiendo en el coche noto algo frío en la nuca y me dicen: ‘No te gires’. Yo pensé: buah, parking de la compañía, siempre estamos de cachondeo, esto es una broma. Me giré y me encontré con cinco mexicanos. Me dieron una hostia en la cara, y ahí ya vi que iba en serio. Primero me desvalijaron el coche y me metieron en la caja de la furgoneta con dos. Un mexicano de copiloto, otro conduciendo y otro en otro coche aparte. Eso lo supe después. Entonces empezaron a darme golpes, me robaron el reloj, las cadenas, todo lo que pudieron».
«Amenazándome: ‘Te vamos a cortar los huevos y te los vamos a meter en la boca…’. Barbaridades. En ese momento ya estábamos en marcha. Todo estaba oscuro mientras me daban de hostias. Estaba con las manos atadas a la espalda y amordazado, y perdí la noción del tiempo. Solo veía sus caras cuando encendían el mechero. Y empecé a hilar cuando me decían: ‘Campoy, vamos a matar a tu mujer y a tus hijos…’ Y yo ¿Campoy? Pero claro, estaba amordazado y no podía hablar. Tuve la suerte de que, ya bastante más tarde, con el mechero miraron mi cartera y vieron mi DNI. Ahí se dieron cuenta de que era un error»
Se trataba de los Mochaorejas, unos sicarios mexicanos conocidos por cortar las orejas de sus víctimas tras un secuestro, las cuales eran enviadas a los familiares de las mismas con el fin de pedir su rescate a cambio de dinero. El relato de Castells continúa: «Pararon la furgoneta, se bajaron y a mí me dejaron dentro amenazándome con que no intentase nada porque estarían vigilando. Yo los oía hablar fuera. Pero tuve la suerte de que no me habían atado bien una mano, lo otra sí, la tuve jodida varios días, pero me pude desatar y reventé la puerta de la furgoneta a patadas».
«Y tal y como salí vi que habían puesto en el suelo sobre una manta todo lo que habían sacado de la furgoneta, y vi que había una pistola. La cogí, sin ensuciarla, con un trapo que había allí, y tal y como la cogí vi que ellos estaban unos metros más abajo hablando con el del otro coche, y que ya venían corriendo hacia mí. Me puse a correr por un camino, y a punta de pistola paré un coche. El primero que vi. Dos chavales jóvenes. Me metí dentro y les dije: ‘No sé donde estoy, me acaban de secuestrar, no os voy a hacer daño, pero por favor llevadme a la policía, la Guardia Civil, lo que esté mas cerca’. Me dejaron a una manzana, porque no querían rollos raros. Imagínate el numerito, yo hecho polvo, sangrando, con una pistola en la mano, caminando hacia el cuartelillo. Claro, cuando me ven: ‘¡Alto, alto!’ La que se lió».
Toni Peret explica que cuando sucedió lo del secuestro les avisaron de que podían tener policías en su cogote. Y fue cierto. «Me preguntaron qué itinerario hacía desde donde yo vivía en ese momento. Cuando llegaba a la sede de Vale Music había aproximadamente unos ocho policías nacionales, vestidos con unos chalecos con muchos bolsillos. Había dos en cada esquina, de paisano. Y nos seguían, mientras no encontraban a los sicarios. Una vez los trincaron, el peligro ya había pasado. Fueron tres días, no más. Pero qué tres días… Recuerdo que mis padres me llamaron: ‘Oye, que hemos visto esto por la tele…’. Lógicamente, el desasosiego estaba ahí. Degá llamaba a los distribuidores y les decía: ‘Si le compras a Vale Music, olvídate de mí…’, extorsiones, lo típico del conmigo o contra mí. Supongo que cuando usó todas sus armas y no le funcionó ninguna, se dijo: ahora te vas a enterar. Y pasó lo que pasó con Campoy».
Extorsión, cocaína y redención
A este respecto, según narra Campoy en el libro, cada día era un antecedente. «Yo me levantaba para ir a comprar una campaña de publicidad, y me decían: no, es que ha pasado por aquí un tal Sr. Degá, de Max Music, y ha dicho que si te vendemos una campaña de publicidad, Max Music ya no querrá trabajar con nosotros. Y a nosotros nos da igual que no trabaje con nosotros, pero es que nos debe mucho dinero… Cada día pasaba algo. Intentar torpedearnos a nivel profesional pero con amenazas, presiones… al estilo de la película El Padrino. Y luego antecedentes fuera de ese acoso profesional también».
«Recuerdo uno muy desagradable, que me causó impresión. Ya habían pasado unos ocho meses desde que dejé Max Music, yo me había ido de vacaciones y, cuando llego al despacho, a mí me llegaban paquetes con CDs, vinilos, etc., a diario, y tenía un montón de paquetes que habían llegado. Y al abrir uno de aquellos paquetes empezó a salir un polvo blanco por todos lados. Estaba preparado para que, al abrirse, dispersase aquel polvo. ¿Y esto que es, harina o cocaína? ¿Alguien que te regala harina para que te hagas un pan? (risas)».
«Avisé a la policía, que vino, analizó aquello y, efectivamente, era cocaína. Supongo que eso era parte de un plan premeditado, que le había salido mal, porque yo me había ido de vacaciones, y supongo que estuvo esperando a que llegase el paquete para que una vez entrase en mi despacho me pillase la policía con la cocaína en mi mesa, diciendo que yo era un narcotraficante… Eso fue al juzgado y no pasó nada, a pesar de que yo dije que tenía sospechas de quién era el responsable…». Tras lo del secuestro, Degá fue detenido, condenado y encarcelado, hasta que se fugó tras un permiso penitenciario. Desde entonces se encuentra en paradero desconocido. Que sepamos, sólo hubo una persona que se lo encontró.
Jordi Cubino rememora con el tiempo, después del problema que tuvo cuando estuvo en la cárcel, un día, iba por la Avenida de Bonanova, en Barcelona, y de repente, desde el otro lado de la calle escuchó: «‘¡Cubino, Cubino!’. Hostia, el Degá, me dije. Se me acerca y el hombre me suelta: ‘Tengo que pedirte perdón, porque con el tiempo me he dado cuenta de que te engañamos y no me porté bien contigo…’. Y se fue». Toda esta historia al completo y otras tantas podrán leerse en Toni Peret y sus herman@s en el ritmo, el primer libro dedicado a la historia de la música dance comercial en España, que destapa estas y otras muchas revelaciones contadas por sus protagonistas directos, a lo largo de sus casi 700 páginas.
Sigue los temas que te interesan