Este jueves por la noche en Fox News se ha organizado un debate que sobre el papel podría parecer no tener demasiado sentido pero en Estados Unidos políticamente lo tiene, y mucho. Junto al presentador estrella de la cadena conservadora, Sean Hannity, y sin público, estará por una parte Ron DeSantis, el gobernador de Florida que hace unos meses parecía ser la alternativa republicana a Donald Trump pero cuya candidatura ahora palidece bajo la ventaja abrumadora del expresidente y el impulso en las encuestas y entre grandes donantes de Nikki Haley. Frente a él, Gavin Newsom, el gobernador demócrata de California.
La idea del debate la propuso el propio Newsom hace meses, cuando DeSantis estaba al alza, y se acumulaban choques entre los dos gobernadores, especialmente por temas como la inmigración, el aborto o por los mandatos y políticas de confinamiento que aplicaron durante la pandemia, terrenos en los que están en las antípodas. Para DeSantis es una opción de tratar de resucitar ante los espectadores de Fox su candidatura, una imperiosa necesidad antes de que lleguen los caucus de Iowa y las primarias de Nuevo Hampshire y Carolina del Sur, y hacerlo sin tener que medirse directamente con Haley. Pero se plantea otra pregunta: ¿qué busca Newsom?
El principal ejecutivo de California, de 56 años, tiene evidentes aspiraciones presidenciales para 2028. Actualmente está apoyando la campaña de reelección de Joe Biden y actuando como uno de los emisarios del presidente, hacia quien muestra públicamente una y otra vez “gran confianza en su liderazgo”. Pero hay quien le acusa de estar librando a la vez una “campaña en la sombra” incluso para 2024, para ser una opción en el caso de que sucediera algo que impidiera al octogenario Biden ser el candidato.
Teorías conspiratorias y acusaciones
Ese es el material de teorías conspiratorias que se propagan entre republicanos y en facciones de la derecha. El senador Ted Cruz, por ejemplo, ha repetido varias veces la idea de que el próximo agosto, cuando se celebre la convención demócrata que debería coronar a Biden como nominado demócrata para 2024, las élites de poder del partido lo retirarán y lo sustituirán, quitándose de encima a un aspirante lastrado por la incomodidad que despierta entre muchos votantes por su edad (Biden tiene 81 años) y que según varios sondeos perdería en estados clave frente a Trump y por más aún ante Haley, Y aunque en las especulaciones de Cruz la sustituta sería Michelle Obama, otros barajan no el nombre de la que debería ser heredera natural de Biden, la vicepresidenta, Kamala Harris, sino el de Newsom.
La intensa actividad del gobernador, en cualquier caso, despierta incomodidad también entre algunos demócratas, como el senador John Fetterman. Y aunque formalmente solo el congresista de Minnesota Dean Philips se ha lanzado en las primarias demócratas contra Biden (después de que Robert Kennedy Jr se cambiara a aspirante independiente), Fetterman ha dicho que Newsom también está en la carrera. “Solo uno (Philips) ha tenido las agallas de anunciarlo”, ha criticado el senador.
Elevar el perfil
Lo innegable es que Newsom, que ya cuando entró en la vida pública en 1998 a nivel municipal dijo que aspiraba a ser presidente, está tratando de elevar su perfil. Y da pasos que confirman la meta que tiene puesta en el Despacho Oval este político que en 2004 se convirtió en el alcalde más joven de San Francisco, fue vicegobernador ocho años y luego fue elegido gobernador en 2018, un cargo donde superó cómodamente un referendo de censura en 2021 y para el que fue reelegido con el 59% de los votos en 2022.
Ha gastado, por ejemplo, 10 millones de dólares a través de un Comité de Acción Política para propagar el mensaje demócrata en estados controlados por republicanos alertando de “líderes autoritarios que están atacando nuestras libertades”. Y ha hecho una donación a un candidato a alcalde demócrata en Charleston, en Carolina del Sur, algo que hace pensar en sus intereses en estados de primarias tempranas.
En octubre viajó a China, donde se reunió con Xi Jinping y abordó cuestiones relacionadas con la lucha contra el cambio climático, uno de los terrenos donde California es pionera y donde Newsom tiene una de las agendas más avanzadas del país, adoptando medidas como obligar a las compañías a informar de sus emisiones de gases de efecto invernadero o lanzar una demanda contra petroleras por los daños ambientales de sus productos. Los medioambientalistas, no obstante, denuncian que muchas de sus propuestas son más aspiraciones que realidades, recuerdan que ha aprobado este año 1.000 nuevas perforaciones y critican que haya vinculado regulaciones sobre emisiones a mantener abierta una planta nuclear que antes prometía cerrar.
Desde la derecha le definen como “un dictador woke” por medidas como el veto a prohibiciones de libros y le critican por propuestas como una enmienda a la constitución estatal para restringir el acceso a las armas. En su historial está también haber ordenado en 2004 que se emitieran las primeras licencias municipales del país para matrimonios homosexuales incluso cuando la ley estatal los prohibía. Pero ‘The Wall Street Journal’ recordaba recientemente que “ha estado trabajando lejos de los focos para suavizar legislación y políticas demasiado a la izquierda para sus aspiraciones nacionales”. Y los más progresistas cuestionan que sea uno de los suyos.
Esos críticos recuerdan, por ejemplo, que después de prometer como candidato trabajar por la sanidad universal gratuita ha frenado tres expansiones de la sanidad. También destacan el giro que ha dado desde su época de alcalde, cuando acudió a un piquete de trabajadores de hotel en huelga, comparándolo con la falta de apoyo que ha dado por ejemplo este año a las huelgas en Hollywood o en sanidad en el estado. Y denuncian que no ha actuado para reducir las ventajas fiscales a grandes corporaciones y fortunas, con las que California pierde 70.000 millones de dólares al año que podrían ayudar a combatir el sinhogarismo, o que se opuso a una proposición (que no salió adelante) que habría subido los impuestos a los ricos para financiar coches eléctricos y la lucha contra incendios.
Confianza o arrogancia
La exposición de Newsom hace que se vuelvan también los focos a un político que unos ven como agudo y otros como superficial, y que exuda lo que para algunos es confianza en sí mismo y, para otros, arrogancia. Y en los cada vez más frecuentes perfiles en la prensa se recuerdan elementos de su vida personal y política no siempre bajo las mejores luces: su primer matrimonio con Kimberly Guilfoyle, ahora pareja de Donald Trump Jr.; la aventura que tuvo con la esposa de un amigo cercano que era su jefe de campaña; la novia que tuvo como alcalde a los 39 años que no tenía ni edad para beber (21) o el escándalo que provocó en la pandemia al ser retratado en una cena grupal con lobistas en un restaurante de lujo horas después de haber instado a los californianos a evitar las reuniones en vacaciones por el Covid.
El debate de este jueves servirá, en cualquier caso, para elevar más toda esa exposición y su perfil. Y seguirá alimentando las tesis sobre sus intenciones, algo que también hizo recientemente con algo de ironía el propio Biden durante la cumbre de APEC en San Francisco. Tras dar las gracias a Newsom y alabar su trabajo como gobernador el presidente dijo: “Podría ser lo que quiera. Podría tener el trabajo que yo estoy buscando”. Muchos de los presentes se rieron. Puede que no fuera una broma.