La idea de que podemos mitigar las emisiones de carbono actuales ‘compensándolas’ con iniciativas de reducción de CO2 en otros lugares se ha convertido en eje central de las estrategias de gobiernos y empresas para combatir el cambio climático. Pero es una idea que debemos cuestionar seriamente.
Básicamente, la estrategia de compensación supone que la liberación a la atmósfera de carbono almacenado hace cien millones de años por la biología puede ser mitigada en el actual ciclo biológico. Desde que se firmó el protocolo de Kioto, la compensación se ha convertido en la opción preferida a nivel mundial. (…)
Plantar árboles para mitigar los efectos de la tala de bosques –o para proporcionar sombra, estabilizar la tierra y mejorar la biodiversidad– significa que el carbono en la atmósfera puede ser secuestrado allí donde de otro modo no sería posible.
Pero eso no significa automáticamente que el planeta pueda absorber todo el carbono fósil que la industria humana sigue liberando. La idea de que el daño causado en el presente puede ser “compensado” en algún otro lugar en el futuro –algo que también se observa en el campo de la ecología del agua– no puede tomarse al pie de la letra.
Cómo funciona el ciclo del carbono
Para poner las cosas en perspectiva, las emisiones globales de carbono provenientes de la quema de combustibles fósiles ascienden actualmente a alrededor de 10 mil millones de toneladas por año. Si continuamos emitiendo a este ritmo, las emisiones totales de combustibles fósiles desde ahora hasta 2050 serán de aproximadamente 280 mil millones de toneladas, siete veces más que el secuestro biológico máximo estimado, que es de 38 mil millones de toneladas entre 2015 y 2050.
Antes de que los humanos comenzaran a extraer combustibles fósiles, el carbono circulaba en un equilibrio dinámico: la cantidad total que ‘entraba’ se equilibraba con la cantidad total de que salía, por lo que la cantidad de carbono almacenado no cambiaba.
Pero luego, comenzando con el carbón y más tarde con el petróleo y el gas, se destruyó este equilibrio y se está liberando el carbono almacenado durante milenios.
«La captura de carbono por parte de plantas, árboles, suelos y océanos sólo puede mitigar el carbono del ciclo actual, pero no cualquier carbono fósil adicional»
A pesar de su antiguo origen, este CO2 fósil es carbono ‘nuevo’ que se agrega al actual ciclo activo del carbono tierra-atmósfera-océano. La realidad es que el almacenamiento a largo plazo de dicho material en plantas, suelos, formaciones geológicas y océanos sólo puede mitigar el carbono del ciclo actual, pero no cualquier carbono fósil adicional.
Si bien el átomo de carbono del árbol es el mismo que el átomo de carbono de los combustibles fósiles quemados, ahí es donde termina la similitud. El carbono fósil que supuestamente mitiga el árbol es una cosa aparte y distinta.
Plantar un árbol sólo mitiga la pérdida de carbono de otro árbol que ya no existe (el que talamos, por ejemplo). Además, plantar árboles para mitigar las emisiones de carbono fósil condena a las generaciones futuras a convertir tierras en bosques, que se mantendrán para siempre.
Esto conlleva muchos riesgos, incluyendo incendios forestales y daños causados por tormentas, provocado todo ello por sequías y por el aumento de la temperatura. El ciclo de retroalimentación resultante de los extremos climáticos causados por el cambio climático puede limitar e incluso detener el secuestro de carbono en los bosques.
Plantar bosques para mitigar esta situación significa que la tierra no estará disponible para usos posiblemente mejores, incluyendo la producción de alimentos. Aun así, actualmente el mundo está eliminando árboles al doble del ritmo con el que se replantan.
La trampa del comercio de carbono
La noción ahora omnipresente de emisiones “netas cero” es, en el mejor de los casos, una táctica dilatoria y, en el peor, una forma de autoengaño, porque justifica permitir que se libere sin cesar más carbono fósil.
En Nueva Zelanda, esto se traduce en restar del total de las emisiones el carbono secuestrado por los bosques plantados desde 1990, dando la falsa impresión de que son un 27% más bajos de lo que realmente son.
Después de restar el carbono secuestrado de las emisiones totales, el resto se denomina “emisiones netas”, pese a que cada árbol plantado reemplazó a un árbol preexistente, por lo que no se compensaron las emisiones fósiles.
El comercio de créditos de carbono fraudulentos ha sido un problema en el pasado, al igual que la venta de “créditos fantasmas”. En general, se ha demostrado que “los créditos de compensación negociados hoy en el mercado no representan reducciones reales de emisiones”.
Pero persiste la suposición subyacente de que podemos mitigar el carbono fósil en el ciclo actual del carbono. Y ello, a pesar de que la Comisión de Cambio Climático de Nueva Zelanda dejó en claro que la adición de carbono fósil a la atmósfera es permanente a una escala de tiempo humana.
Más árboles por sí solos no funcionarán
Además de las estrategias de secuestro natural, también se promueven técnicas artificiales de captura y almacenamiento de carbono. Sin embargo, estas tecnologías requieren grandes cantidades de energía, son extraordinariamente caras y tienen un potencial limitado. La mayoría de los intentos hasta ahora han fracasado.
Además, como ha señalado el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el carbono capturado a través de tales tecnologías no será algo necesariamente permanente. Fundamentalmente, el rendimiento energético neto de los combustibles fósiles –es decir, la energía que suministran frente a la energía necesaria para extraerlos– ya está en fuerte caída.
«Incluso si todo el país o el planeta fueran replantados de árboles, en el mejor de los casos absorberían el equivalente a una década de emisiones actuales»
Cualquier sistema de captura de carbono acelerará significativamente esa disminución. Según el IPCC, entre el 13% y el 44% de la energía obtenida de la extracción de combustibles fósiles se perdería en forma de energía necesaria para el proceso de captura de carbono.
La noción de que el planeta puede alcanzar un equilibrio neto cero sin un cambio económico y social generalizado sólo sirve para retrasar lo inevitable.
Incluso si todo el país o el planeta fueran replantados de árboles, en el mejor de los casos absorberían el equivalente a una década de emisiones actuales.
Es necesario revertir la deforestación y plantar más árboles para secuestrar el carbono emitido por cambios realizados en los usos de la tierra. Pero plantar árboles en lugar de detener las emisiones fósiles no es la respuesta. Plantarlos y, además, no emitir carbono fósil es la única solución.
Artículo de referencia: https://theconversation.com/were-burning-too-much-fossil-fuel-to-fix-by-planting-trees-making-net-zero-emissions-impossible-with-offsets-217437
(*) Mike Joy es investigador principal en Ecología del Agua de la Fundación Morgan de la Universidad Victoria de Wellington (Nueva Zelanda)
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Contacto de la sección de Medio Ambiente: [email protected]
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