Acudir a un hospital a operarse de una cadera y acabar más enfermo por la bacteria multirresistente adquirida en el quirófano que por la intervención es algo frecuente. U operarse de la vesícula y tener que permanecer en el hospital mucho más tiempo del previsto debido a una infección contraída a través del catéter. Y así suma y sigue. Las llamadas infecciones nosocomiales o relacionadas con la asistencia sanitaria (IRAS) constituyen unos de los grandes males del sistema sanitario. Y aunque hay todo tipo de protocolos y medidas de higiene para evitarlas, se calcula que en torno al 10% de los pacientes hospitalizados adquiere una infección a consecuencia de la prestación asistencial.
Resulta inevitable una pequeña tasa de contagios a través del catéter o de la prótesis, pero se deberían reducir al máximo, según los estándares internacionales
El dato procede del sistema de vigilancia epidemiológico de infecciones de los pacientes hospitalizados EPINE, que también calcula que las IRAS causan un total de 7.415 muertes al año en España, debido a que la mortalidad de los pacientes infectados es del 34,6% frente a la muertes atribuibles al resto de hospitalizados (2,7%). Las infecciones causadas por la atención sanitaria provocan, por tanto, una mayor mortalidad, enfermedades asociadas, una mayor ocupación de camas y mayor gasto sanitario. Según el registro Epine, ocasionan 2.025 millones de euros al año en costes directos.
Por ello, «es un problema de salud global muy importante» que conviene «prevenir porque las infecciones son evitables«, según explica José Miguel Cisneros, jefe del servicio de infecciosas del Hospital Virgen del Rocío y expresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). El especialista aclara que siempre hay «un riesgo intrínseco» en cualquier intervención sanitaria, dado que en ocasiones se rompen las barreras del cuerpo que nos defienden contra los virus y bacterias dañinas, pero lo importante es reducirlo al máximo, según marcan los estándares internacionales.
En la UCI es donde se producen más infecciones porque es «donde más se vulneran las barreras del cuerpo»
Las bacterias multirresistentes
De hecho, donde más infecciones se registran es en la UCI, que es «donde más se vulneran las barreras del cuerpo», dado que la mayoría de las IRAS se adquieren en el quirófano -y con posterioridad muchos pacientes pasan a la UCI-, o a través de un catéter, por una sonda, por la ventilación mecánica o por las prótesis, «que multiplican el riesgo al introducir un cuerpo extraño en el organismo».
Muchas de las infecciones nosocomiales son causadas por bacterias multirresistentes a los antibióticos, que según la OMS es una de las mayores amenazas mundiales. Un estudio publicado este lunes calcula que este año morirán más de 20.000 pacientes debido a estos microorganismos que no responden a los fármacos actuales.
Falta de transparencia
Uno de los problemas es que el registro EPINE ofrece una estimación de las infecciones que se producen por la asistencia sanitaria, pero no hay un registro pormenorizado por hospital y por servicio. «La información que tenemos es insuficiente. Cada departamento debería saber su tasa de infección para comprobar que los protocolos de higiene funcionan», reivindica Cisneros, quien considera que el registro debería ser público y transparente para que el paciente pueda saber las posibilidades de contagiarse antes de someterse a una intervención e, incluso, poder elegir en función del riesgo.
Para reducir las infecciones hospitalarias, la medida de prevención más importante es la higiene de manos. Que cada profesional, antes y después de tocar a cada paciente, se desinfecte correctamente. También existen listados de comprobación quirúrgica, de inserción de un catéter o de una entubación, que reducen el riesgo, porque se comprueba que se ha realizado todo conforme al protocolo. Y también se reducen mediante el aislamiento de las personas contagiosas o la vacunación.