El periodista Carlos Bajo (Pamplona, 1978) visitó ayer Canarias para participar en el XIV Encuentro de Sociedad Digital y Biblioteconomía organizado por Casa África. El cofundador de la asociación cultural Wiriko habló de activismo digital como refuerzo para las democracias africanas, pero también de impacto de la tecnología en la migración. Bajo ve «interesante» poder acceder a vídeos de los viajes y niega el «efecto llamada».

¿Puede la tecnología reforzar las democracias africanas?

Hace por lo menos diez años que hay una corriente de activismo que está demostrando que se puede explotar el potencial del entorno digital para reforzar toda esa dimensión de la democracia. Una percepción de la democracia muy profunda. De participación, no de campañas políticas o de pedir el voto, de hacer que la tecnología sea un vehículo para reforzar la participación social y política. Hay ejemplos muy concretos.

¿Cuáles?

Se están usando en la mayor parte de los países de África subsahariana y con diferentes derivas. Las redes sociales se han utilizado para acompañar protestas, movilizaciones sociales y políticas. Para reforzar procesos que han acabado sacando dictadores. Han servido para reclamar derechos fundamentales y para modificar la sociedad. Las tecnologías cívicas también están sirviendo para mejorar la transparencia de los gobiernos. Se están utilizando para construir sociedades de futuro, más justas.

Entiendo que también hay riesgos. ¿Es la tecnología un instrumento de colonización?

No se puede olvidar que la tecnología agrava algunos riesgos existentes y trae nuevos. Este proceso de digitalización puede hacer que se perpetúen las estructuras anteriores. Pero en el caso de que se consiga que la tecnología sea un factor de reequilibrio de África en el sistema global, tendremos procesos de democratización genuinos. Pero la tecnología también puede propiciar que se perpetúen esos esquemas de relaciones previos que se traducen, por ejemplo, en que África sea el sótano del proceso de digitalización global.

¿La proliferación de las campañas de desinformación amenaza las democracias frágiles en África?

Las redes sociales también traen amenazas. La desinformación seguramente es la más evidente. Hay una ola que se ha extendido, que cada vez está más presente. Por ejemplo, en contextos electorales. Si pensamos en el Sahel y en esa ola de golpes de Estado, nos lleva automáticamente a pensar en Rusia. Ahí hay un actor oportunista. Esas campañas de desinformación lo que hacen es ver una oportunidad y echar gasolina a ese fuego.

¿Qué impacto tiene la tecnología y las redes sociales en el fenómeno migratorio?

La relación de la tecnología con el hecho migratorio tiene un montón de elementos que llaman la atención. Se está produciendo una acumulación de llegadas y hay que pensar en por qué se están produciendo y en nuestra responsabilidad. Todo lo que tiene que ver con la explotación pesquera, con la sequía, con el encarecimiento de los productos básicos, por ejemplo. Todo eso es lo que está propiciando esta acumulación de llegadas, no son los vídeos de TikTok. Nadie hace el viaje por gusto. Lo de arriesgar la vida porque sí solo lo hacemos en el norte. Un vídeo de TikTok no te hace subir a una patera, te empuja hacerlo el que no puedas comer, que pienses que no vas a poder estudiar, que no veas perspectivas de futuro.

Menciona TikTok porque con las redes podemos ver parte de los trayectos…

Con las redes se ha hecho cada vez más transparente el hecho migratorio. Durante muchísimos años las sociedades en África Occidental han vivido de espaldas al viaje. Era algo muy secreto y ahora cada vez lo es menos. La mayor parte de la gente que se monta en un cayuco sabe que es arriesgado, que se está jugando la vida porque son muchos los que han muerto ya y cada vez se dice más abiertamente y se cuenta en tiempo real.

¿Provoca la difusión de imágenes que se pierda el miedo a la ruta en el continente?

Me cuesta mucho meterme en la cabeza de alguien que decide hacer el viaje, tienes que estar en una situación muy extrema. No creo que esas imágenes animen. No creo que esas imágenes sean capaces de contrapesar toda la información sobre la cantidad de gente que se queda en el camino. Es cierto que algunas de esas imágenes frivolizan, pero las redes siempre frivolizan. A mí me parece muy interesante poder conectar con ese viaje. Y el móvil con el que llegan es una herramienta de supervivencia. Con el móvil puedes sobrevivir, sin el móvil no puedes sobrevivir. Es tan sencillo como eso. Y llegan contentos al puerto de destino porque no se ha muerto. Tendríamos que hacer un ejercicio de empatía.

¿Puede ser la tecnología un salvavidas en estos casos?

Sí claro. Los que venían de Afganistán y en la ruta de Turquía nos explicaban que el Google Maps sirve para no morirse por el camino. En la ruta canaria sirve para avisar cuando uno se pierde y también sirve para conectar con la gente que se deja atrás. A mí me parece evidente y creo que es indiscutible que el móvil no es un lujo para nada y en este caso, en ese proceso, es una herramienta de supervivencia.

¿Sirven las herramientas digitales para localizar a los que pierden la vida en la ruta?

Cada vez más, pero todavía no está muy articulado. Esas llamadas de atención a través de las redes y las conexiones entre personas, sirven para localizar e identificar. Hay mucho potencial en ese sentido.