Un estudio sugiere que los monos macacos pueden mantener el ritmo de la música y moverse en sintonía, desafiando la hipótesis del aprendizaje vocal, que sostiene que solo las especies con un aprendizaje vocal complejo, como los humanos y los pájaros cantores, pueden moverse espontáneamente en función del ritmo.
Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha demostrado en un estudio publicado en la revista Science que los primates no humanos, como en este caso los monos macacos, pueden sincronizar sus movimientos con música real.
Monos sincronizados al ritmo y una nueva visión
La sincronización de movimientos con música es un sello distintivo de la cultura humana: sin embargo, sus orígenes evolutivos y neurobiológicos siguen siendo aún un misterio. De acuerdo a la denominada hipótesis del aprendizaje vocal, la sincronización del ritmo musical es exclusiva de especies capaces de efectuar vocalizaciones complejas, como los humanos o algunas aves.
En el nuevo estudio, los especialistas entrenaron a dos macacos adultos para comprobar si podían “marcar el paso” al compás de canciones, más allá del simple clic de un metrónomo. Los resultados muestran que los monos perciben el ritmo y ajustan sus toques a la música, un comportamiento nunca antes verificado en primates no humanos.
Según publica Phys.org, en principio los macacos fueron entrenados para sincronizar sus golpes con un metrónomo. Posteriormente, los investigadores reprodujeron tres piezas musicales con ritmo marcado, incluso modificando el tempo: cuando la música se “corrió” media pulsación, los monos ajustaron sus toques.
Al ritmo de los éxitos de la década de 1990
En la última etapa del experimento, escucharon “Everybody (Backstreet’s Back)”, el emblemático éxito de la década de 1990 del grupo Backstreet Boys, pero a distintas velocidades. Aunque podían golpear con cualquier ritmo estable para recibir su recompensa, los animales eligieron espontáneamente el tempo real de la canción.
Referencia
Monkeys have rhythm. Vani G. Rajendran et al. Science (2025). DOI:https://doi.org/10.1126/science.adp5220
El estudio abre la puerta a replantear cómo evolucionó nuestra capacidad de sentir y percibir el ritmo, indicando que quizás no sea un rasgo exclusivo del ser humano, sino una herencia más antigua compartida con otros primates. Frente a estos resultados, los científicos plantean una modificación de la hipótesis del aprendizaje vocal, que considere la forma en que otras especies se apropian del ritmo.
En su reemplazo, proponen una nueva “hipótesis de los cuatro componentes”. La misma expresa que la percepción del ritmo musical surgiría de la combinación de cuatro factores: la detección auditiva del ritmo, su predicción temporal, la respuesta motora y, por último, un sistema de refuerzo y recompensa que consolide esa sincronía.










