El papel ecológico de los bosques africanos ha sufrido un cambio preocupante. Las vastas extensiones de vegetación, que durante milenios funcionaron como auténticos pulmones del planeta, capturando dióxido de carbono de la atmósfera, han cruzado un umbral crítico y ahora liberan más CO2 del que absorben. Este giro, consolidado después de 2010, convierte a los bosques de ese continente en una nueva fuente neta de emisiones, un hecho con graves implicaciones para el equilibrio climático global.
Esta es la conclusión principal de una investigación publicada en ‘Scientific Reports’, basada en el análisis más detallado realizado hasta la fecha sobre la biomasa forestal en África. Mediante una combinación de tecnología satelital de vanguardia y técnicas de aprendizaje automático los autores rastrearon los cambios en la cantidad de carbono almacenado en la vegetación leñosa entre 2007 y 2017.
El meticuloso proceso utilizado permitió generar mapas de alta resolución que muestran no solo la deforestación a gran escala, sino también procesos mucho más sutiles de degradación forestal. Los resultados son elocuentes: mientras que en el periodo inicial, de 2007 a 2010, los bosques africanos aún mantenían su función de sumidero, la tendencia se invirtió en los años siguientes.
Masiva desaparición de las selvas
El equipo investigador calcula que, entre 2010 y 2017, el continente perdió aproximadamente 106.000 millones de kilogramos de biomasa forestal cada año. Una pérdida de tal magnitud equivale al peso de alrededor de 106 millones de automóviles.
Tala ilegal de árboles en Gabón. / EFE / EIA
La destrucción se concentra de manera abrumadora en los ecosistemas más críticos para el almacenamiento de carbono: los bosques tropicales húmedos. Países como la República Democrática del Congo, Madagascar y varias naciones de África Occidental son los principales focos de esta sangría ecológica. La tala y la degradación avanzan imparables y, aunque se registraron algunas ganancias de biomasa en las sabanas, resultaron insignificantes frente a la masiva desaparición de las selvas.
«Esta es una llamada de atención crucial para la política climática global. Si los bosques de África ya no absorben carbono, significa que otras regiones y el mundo en su conjunto deberán reducir aún más las emisiones de gases de efecto invernadero para mantenerse dentro del objetivo de 2°C del Acuerdo de París y evitar un cambio climático catastrófico«, señala Heiko Balzter, autor principal del estudio.
Lucha contra la tala ilegal
El científico puso el foco en la urgencia de la acción, añadiendo que la financiación climática del Fondo Bosques Tropicales Para Siempre, presentado en la reciente Cumbre del Clima COP30 en Brasil, debe «ampliarse rápidamente para poner fin a la deforestación global de una vez por todas«.

Bosque de Ituri, en la Repúbñica Democrática del Congo. / Abel Kavanagh / Monusco
El fondo busca movilizar miles de millones en financiación climática para compensar a los países que conserven sus bosques tropicales intactos. Los datos demuestran que, sin este tipo de medidas drásticas, el mundo se arriesga a perder uno de sus principales reservorios naturales de carbono, lo que haría inalcanzables los objetivos climáticos globales.
Pero la solución no pasa solo por el dinero. «Una gobernanza forestal más sólida, la lucha contra la tala ilegal y programas a gran escala como el AFR100, cuyo objetivo es restaurar 100 millones de hectáreas de paisajes africanos para 2030, pueden marcar una gran diferencia a la hora de revertir el daño causado», apunta Nezha Acil, coautora del estudio. Se hace necesario un «esfuerzo multidimensional que debe abordar las causas profundas de la deforestación».
«Es indispensable proteger los bosques»
El cambio de rol de los bosques africanos altera fundamentalmente la ecuación del carbono a nivel planetario. «Este estudio proporciona datos cruciales sobre el riesgo para el mercado voluntario de carbono (MVC), y demuestra que la deforestación no es solo un problema local o regional, sino que está alterando el equilibrio global del carbono«, destaca Pedro Rodríguez-Veiga, coautor del análisis.

El profesor Heiko Balzter, la doctora. Nezha Acil y varios colegas de la Universidad de Leicester. / Universidad de Leicester
«Si los bosques de África se convierten en una fuente duradera de carbono, será mucho más difícil alcanzar los objetivos climáticos globales. Los gobiernos, el sector privado y las ONG deben colaborar para financiar y apoyar iniciativas que protejan y mejoren nuestros bosques«, añade Rodríguez-Veiga.
El cierre de esta década de observación pinta un panorama complejo. Los bosques maduros y densos, los que más carbono almacenan, muestran una dinámica en la que las ganancias de biomasa son casi imperceptibles. Esto hace que las pérdidas, por deforestación o degradación, sean irreemplazables a corto plazo. «Proteger y restaurar los bosques africanos ya no es una opción, sino una condición indispensable para la estabilidad del clima», concluye el informe.













