Lo que se está viviendo en Old Trafford es, sencillamente, surrealista. El Manchester United se enfrenta al Everton justo el día en que Rúben Amorim cumple un año completo al mando del banquillo ‘red devil’ y, en escasos diez minutos, ha pasado de todo.
Seamus Coleman, lateral del equipo ‘toffee’, tuvo que abandonar el terreno de juego a los siete minutos por lesión. Tres minutos después, Idrissa Gueye dejó a su equipo con uno menos tras una acción completamente insólita: el experimentado centrocampista perdió los papeles y agredió a su compañero Michael Keane. A pocos metros del colegiado. La escena fue inverosímil.
Una carrera de Bryan Mbeumo por la banda derecha, que culminó con un disparo peligroso de Bruno Fernandes, encendió la mecha… y nadie en el Everton pudo apagarla. Gueye, visiblemente alterado, recriminó la acción a Keane. Saltaron chispas.
Pickford tuvo que sostener a un Gueye que dejó a su equipo con diez / Dave Thompson / AP
Lejos de calmarse, el senegalés se encaró con su compañero y le abofeteó. Jordan Pickford fue rápidamente a separarles, pero ya era demasiado tarde. El árbitro no dudó en aplicar el reglamento, que respalda este tipo de decisiones aunque la agresión sea a un jugador o miembro del mismo conjunto, y lo expulsó con roja directa ante la incredulidad de todo el estadio.
El central inglés le hizo un gesto universal: se llevó el dedo índice a la sien, indicándole que, a su parecer, «está loco«. Moyes, en aquel momento, aún no sabía exactamente qué había pasado y se lo comunicaron minutos después. Era difícil que el partido se le complicase más al Everton en Old Trafford.











